Prólogo de Luna Miguel. Traducción de Silvina Ocampo. Enigmática y retraída, pero rebelde y tenaz, alejada de todos,y también de la tradición poética a la que le abocaba su tiempo, Emily Dickinson fue creando a lo largo de su vida una obra intimista y original, cristalina a la par que de profundidades insospechadas, en la que explora la mente y el alma humanas al tiempo que se interroga acerca de los sentimientos y la naturaleza, la vida y la inmortalidad. Dejó a su muerte 1.775 poemas, de los que sólo publicó siete en vida. La gran escritora argentina Silvina Ocampo irrumpió en ese frágil universo al emprender, con la misma meticulosidad y pulcritud que la poeta norteamericana, la traducción de 596 poemas, que nos transmiten su estilo, incólume desde sus primeros versos, y nos llegan tan diáfanos como en el instante de su creación.
La Europa de la época medieval era en gran medida una unidad cultural que hundía sus raíces en las tradiciones clásica y occidental. Las diferencias nacionales, aun siendo sugestivas, no descuidaban el sentido de la continuidad. La visión del hombre y del mundo partía de la teología cristiana y los escritores de la Edad Media creían que el universo era un cosmos simbólico, pero también eran conscientes de la demanda de manifestaciones palpables de la actuación divina entre los hombres. Por esta razón encontramos creaciones literarias de esa época, las cuales articulan el impulso artístico que justifica su elaboración y difusión con las necesidades de la experiencia religiosa, con los requerimientos populares de cuantos esperaban la intervención de la gracia y podían desanimarse ante las dificultades del camino y los fallos de su condición humana.Para llevar a término sus iniciativas de catequesis moral y de empuje de la devoción, los escritores no partían de cero, puesto que estaban integrados en una tradición, uno de cuyos géneros literarios es en el que podemos situar los Milagros de Nuestra Señora del poeta riojano.(De la Introducción de María Teresa Barbadillo de La Fuente)
La selección bilingüe de poemas que aquí presentamos pretende ser suficientemente representativa del conjunto de la obra poética de Keats, y da nuestra del genio poético del autor. Se incluyen en ella una selección de poemas recogidos de varias de sus obras: " Poems (1817) " , " Endymion " , " La víspera de Santa Inés " , " Lamia " , " Isabella " , " Hyperion " , " Poemas póstumos y efímeros " . Esta será la publicación más amplia de la obra de John Keats en español, con un estudio y notas.
Una religiosidad perfumada de poesía impregnó, desde su primera infancia, el espíritu de Gertrud von le Fort. Además de la Biblia y la Imitación de Cristo, un libro titulado Tesoro de Canciones alimentaba la piedad de su madre, que, como oración matinal, recitaba diariamente, junto con sus hijos, una de aquellas canciones. Entre ellas, según manifestación de la propia Gertrud, «las había bellísimas». Esta vivencia infantil, que vinculó en su alma, para siempre, la religión y la poesía, constituye el trasfondo de los Himnos a la Iglesia, cuya hondura poética es equiparable a su profundidad religiosa. Su lectura puede ser atractiva y esclarecedora hasta para no creyentes.
Alma (1902), Caprichos (1905) y El mal poema (1909) trazan un buen itinerario para recorrer el período creativo más interesante de la obra poética de Manuel Machado (1874-1947). Pero también son un buen modo de observar la evolución lírica española de principios del siglo XX: desde la asimilación de los modelos europeos contemporáneos, su diálogo con las tradiciones líricas nacionales, la depuración de los rasgos decimonónicos, su perfil autóctono y personal, su frescura y sencillez, hasta su desencanto final.Rafael Alarcón Sierra es profesor asociado de la Universidad de Granada.
Se reúnen en un volumen los dos primeros libros de poemas de Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad, reflejo de su adolescencia, y Conjuros, ya de su juventud. Don de la ebriedad (1953) es un solo poema dividido en fragmentos ordenados simbólicamente, en el que el tema constante es la emoción del poeta ante el paisaje contemplado, la claridad y la poesía como un don, la entrega del poeta al mundo a través del acto creador, y la tensión entre muerte y salvación que esto conlleva. Conjuros (1958) consta de veintisiete poemas distribuidos en cuatro libros o secciones en los que se hace patente un cambio en la actitud del poeta, que, con un lenguaje sencillo que habla de cosas, al parecer cotidianas, nos lleva al mundo trascendental de las verdades universales. Junto al tono exclamativo predominante, aparecen la meditación y reflexión características de su obra posterior.
Más allá de la concreta circunstancia cultural e histórica en la que surgió, la poesía de Miguel Hernández se ha ido proyectando y agrandando a lo largo del tiempo, porque, traspasados los cerrados círculos literarios, los lectores la han hecho suya y han convertido a Miguel Hernández en un clásico. Se estima no deja de crecer, ya que expresa los anhelos universales humanos más hondos: la naturaleza, la vida, el amor y la generación, la solidaridad, la muerte...y aúna en su palabra clasicismo y contemporaneidad.
Podemos estar seguros de que se trata de algo más que de un pasatiempo o desahogo del anciano Cervantes, de una intrascendente evasión. Pues si en parte es esto último, lo es porque la evasión, como la inverosimilitud, fueron anhelos centrales del espíritu cervantino.(...)El viaje no es nada más y nada menos que el testamento poético de Cervantes, que lo escribió pensandocantar con voz tan entonada y viva,que piensen que soy cisne y que me muero.(De la Introducción de Vicente Gaos)EL EDITOR: VICENTE GAOS(Valencia, 1919-1980) Profesor de literatura española en varias universidades norteamericanas y de cursos para extranjeros en España. Además de poeta original y traductor de poetas, fue bien conocido como crítico literario por obras como: La Poética de Campoamor, Temas de literatura española, y Claves de literatura española (2 vols.)
En el Machado de esta primera etapa, anterior al tema de Soria y del paisaje castellano, ya se perciben algunos de los elementos que iban a presidir su obra: determinadas metáforas, gratas al poeta, temas de una concreta vibración personal y esa reconocible altura poética y tono diáfano que le acompañó desde el principio.