Una guía paso a paso para aprender el arte de dibujar y pintar hadas. Muestra cómo capturar la gracia y el movimiento de las posturas y los gestos de las hadas, cómo ponerle textura a las telas y las alas, cómo captar la luminosidad y los pequeños detalles de una figura que podría caber en la palma de una mano. Su autora Linda Ravenscroft es una artista de fama internacional que se dedica a pintar hadas y sus mundos de fantasía. Sus trabajos se pueden ver en todo el mundo y muchas de sus piezas forman parte de grandes colecciones.
Jean-Jacques Copetta Chambelland es arquitecto ganador de concursos internacionales, pero lo que nos interesa ahora es su aptitud para la representación de la mujer. Desde sus primeros años de universidad hacía collages con vidrio y acrílico siempre de temas femeninos. Varias exposiciones han visto sus cuadros colgados. Hijo de artistas,su madre pintora francesa, su padre arquitecto afincado en Tahití le llamó para ayudarle a diseñar el aeropuerto de Papeete. El vivir en Tahití hizo que se impregnara de las modelos de Gauguin y que la figura femenina lo cautivara. Era como vivir dentro de uno de sus cuadros. Más tarde en ibiza trató con afamados arquitectos como José Luis Sert y pintores entre ellos Joan Miró. Hoy nos presenta un nuevo modo de ver a la figura femenina sin tapujos ni vergüenza. De una limpieza y sencillez nos estampa con su arte el movimiento escultural de la belleza femenina sin pretensiones de ningún tipo, hecho al que se llega cuando la persona está en su punto álgido de madurez y puede eliminar todo lo que sobra para dejar lo esencial a la vista.
El Quijote de Cervantes ha suscitado inolvidables interpretaciones de artistas de la talla de Gustave Doré, Daumier, Dalí o Picasso. Siguiendo estos pasos, Antonio Saura (1930-1998) realizó en 1987 una serie de ilustraciones para una nueva edición del Quijote. El pintor aragonés, uno de los principales representantes del expresionismo abstracto español, hizo una lectura personal de algunos de los episodios más significativos del texto de Cervantes, que integró en su propio universo simbólico. Las ilustraciones de Saura están dotadas de una inmensa fuerza expresiva que rompe con los modelos caricaturescos del Quijote a través de una exaltación de la desnudez del protagonista. El Quijote de Antonio Saura incluye 42 de las ilustraciones originales de Saura en una cuidada edición presentada por Antón Patiño.
«Por esta razón nosotros nunca hemos querido ser críticos de arte». Así culmina Eugenio d'Ors el primer apéndice posterior a estas Tres lecciones. Final, desde luego, un tanto irónico para un texto como ése, titulado «Scherzo de cómo no hay que hacer crítica de arte». En vez de disuadirnos, d'Ors, muy por el lado contrario, nos lanza un señuelo para que piquemos. Para que reflexionemos sobre lo que es y no es la crítica de arte. Para que seamos nosotros, como en su día fueran otros, los que nos planteemos si estamos o no dentro de sus dominios. Nosotros, ahora, sabemos lo que d'Ors ya sabía de sí mismo: que él si que era un crítico de arte. Aunque dijera que no quisiera serlo. Por eso, una vez mordido el anzuelo, conviene repasar ciertas valoraciones históricas que sobre su obra crítica y su labor gestora se han vertido.
Esta obra, catálogo de una exposición que se inaugura en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid en febrero, ofrece un estudio cronológico por etapas de más de 400 obras del genial artista malagueño, que incluyen, entre otras, alrededor de 140 pinturas, 10 papiers colles, casi 70 esculturas, 9 cerámicas y más de 140 dibujos y material documental, en su mayor parte proveniente del Museo Nacional de París.