De Amanecer a las películas de Jayne Mansfield, de Louise Brooks a Tim Burton, el cine norteamericano ha sabido combinar el valor referencial de sus grandes creaciones con una no siempre apreciada, pero no por ello menos persistente, querencia hacia la rareza, la intencionada banalidad con visos de transgresión o la experimentación abierta. Este ensayo recorre ambas facetas: el núcleo cordial de lo que hoy entendemos por «cine clásico norteamericano» y sus amplios y sorprendentes márgenes. Ambos determinan el contradictorio aprecio que el espectador de ayer y de hoy siente por la forma de narrativa popular de mayor influencia en el último siglo. Este ensayo recorre ambas facetas del cine norteamericano el núcleo cordial de lo que hoy entendemos por «cine clásico norteamericano» y sus amplios y sorprendentes márgenes. Ambos determinan el contradictorio aprecio que el espectador de ayer y de hoy siente por la forma de narrativa popular de mayor influencia en el último siglo.
'Nunca será suficiente lo que digamos acerca de lo que le debemos a esa pasión por investigar que hizo que cada día se avanzara un poco más en el conocimiento del cine e hizo retroceder constantemente los límites de lo posible.' H. L.
El número 42 aparece obsesivamente a lo largo de todo el metraje de El resplandor (1980), la terrorífica película de Stanley Kubrick basada en la novela de Stephen King, y 42 son las ocasiones en que Simon Roy asegura haber visto el filme. Simon Roy no puede quitarse El resplandor de la cabeza. ¿Por qué nos fascinan ciertas cosas hasta el punto de consagrar buena parte de nuestra vida al estudio sistemático de un hecho concreto? Esta es la pregunta que se hizo Roy, un humilde profesor de literatura en un instituto de Quebec, durante los días en que duró una huelga estudiantil que le obligó a estar varias jornadas sin trabajar. El desarrollo de la respuesta llegó en forma de libro: él también iba a consagrar sus días a profundizar en su propia obsesión; empezaría a estudiar a fondo el filme de Kubrick. El resplandor sigue siendo para muchos de nosotros un misterio sin resolver. Sus imágenes resultan todavía vívidas, por momentos escalofriantes, y muchos estudiosos han teorizado sobre la singular composición y estructura de la película y su simbología oculta; no sólo en todo lo que atañe al número 42, sino al diseño de laberintos dentro y fuera del hotel, las referencias a genocidios y holocaustos, y la constante presencia de mensajes subliminales que se esconden en muchos momentos clave de la trama. Es, además, una obra que trata sobre cuestiones como la naturaleza del mal, la locura y la familia. A Roy, la investigación también le sirve para conectar su propia vida con esta película. Si ha llegado a atraparle hasta la obsesión no es únicamente por su poder de atracción, sino por cómo la ficción de Kubrick/King ha ido ocupando espacios insospechados en su propia biografía: el descubrimiento por azar de la película con sólo seis años o el suicidio de la madre del autor, que en un paralelismo terrorífico tuvo un padre psicópata no demasiado alejado del Jack Torrance que encarnaba Jack Nicholson, o la misteriosa desaparición de su tía, de la que nunca nadie volvió a saber nada. Mi vida en rojo Kubrick es una exploración sistemática de los rincones más perturbadores de El resplandor, la búsqueda de respuestas desde las ópticas ocultista, freudiana, histórica y cultural donde sólo parece haber enigmas.
Erigido en cineasta suicida y temerario tras gozar de un periodo de entronización crítica, Ferrara ha edificado su obra en torno a cuestiones arteriales del catolicismo (familia, fe, perdido de la gracia, redención, violencia), abordándolos desde la óptica torturada del creyente desencantado, del sujeto de la modernidad secular
Desde los clásicos mudos del expresionismo alemán al cine sangriento de los ochenta, este libro estudia, a través de 65 películas, los puntos álgidos del género de terror. Sus actores, directores, corrintes, estilos...
Aporta los conocimientos necesarios para escribir de forma más creativa y lograr un guión de calidad. Interesará a todos los amantes del arte cinematográfico.
Impresiones del autor sobre filmes españoles y extranjeros del periodo 2001-2003. Además de sus comentarios, incluye opiniones de prestigiosos críticos y hombres del cine, y unas magníficas fichas técnicas de cada película.
Sus películas, punto de referencia para productores del mundo entero -Carros de Fuego, Los gritos del silencio o La misión- han dejado una estela imborrable. Estas páginas ofrecen las claves de su trayectoria.
Esta obra trata de cubrir una propuesta introductoria lo más amplia posible sobre el cine y la guerra española de 1936 repasando parte de la filmografía existente. Se han pautado casi un centenar de apartados temáticos, composiciones planteadas en un formato propio de los «dossier» que suelen aparecer sobre tal o cual apartado en las revistas de historia y en las de cine. De esta manera hemos tratado de pasearnos sobre las variantes y pliegues del cine oficialista que bajo el franquismo ocupó sin fisuras nuestras pantallas; ordenar las aportaciones del cine internacional; abordar episodios y personajes significados. En resumen, entrar en detalles con los que componer un «puzle», una visión dentro de la cual se incluyen, por ejemplo, la aportación anarquista, los «cambios de chaqueta» de muchos perdedores, entrar en las razones de películas o de cineastas concretos y representativos. La perspectiva del autor ha sido la propia de lo que habría sido un «encargo» sobre el cine y la guerra del 36 pensado para un proyecto soñado: la existencia de una filmoteca «de bolsillo» en barrios y localidades es la que, como en las existentes en las grandes ciudades, programa jornadas, ciclos pensados para todos los públicos o para tal escuela o instituto; considerando tanto las posibilidades tecnológicas como la atracción añadida que el cine sobre el 36 ejerce sobre las viejas y nuevas generaciones.
Mientras caía a las turbulentas aguas del Zambeze en mitad de un turbulento rápido, durante el transcurso de uno de los raftings más exigentes del mundo; el autor de Ríos de celuloide cobró conciencia de que la escritura de este libro empezaba a salirs