Una gran obra colectiva que radiografía el acervo cinematográfico español, portugués e iberoamericano desde el punto de vista creativo y profesional. Ofrece 16.000 entradas (personas, obras y materias), más de 5.000 ilustraciones e información sobre más de 1.000 películas (recopilada en los dos últimos volúmenes antológicos, a todo color).
A mediados de años 30, cuando todavía predominaba el blanco y negro, las salas de cine comenzaron a colocar en los vestíbulos fotografías con escenas de las películas. Generalmente eran series de ocho a diez fotogramas, que permitían al espectador hacerse una idea de lo que le iban a proyectar. Cuando se trataba de un gran estreno, se coloreaban a mano. Para que resistieran mejor su largo recorrido por los cines de toda España, acompañando a las bobinas de película, se pegaban sobre cartón duro. Se trataba de los fotocromos (en inglés lobycards), que fueron desapareciendo con el auge de las multisalas. Hoy son muy preciados por los coleccionistas. Este en un fotocromo de homenaje gráfico a uno de los grandes clásicos de terror de los años 70, "La matanza de Texas", película de bajo presupuesto que rompió la taquilla.
Todavía mal conocidos y, salvo excepciones, crítica e historiográficamente descalificados en su conjunto, los turbios años cuarenta en el cine español (1939-1950) se nos presentan, sin embargo, como un territorio de extraordinario interés tanto para el historiador como para el aficionado, siempre y cuando se acuda a la materia misma de los textos, a la puesta en forma de los filmes, para buscar en ellos, a través de su análisis histórico y estilístico, las rugosidades, contradicciones y ambigüedades, y las, sin duda, profundas huellas de su tiempo que toda obra artística ha de encerrar forzosamente. Surgirá así un mapa más operativo de dicha filmografía que ese triste reflejo posbélico tantas veces aludido, al encontrarnos ante un corpus fílmico de gran desigualdad pero no menor riqueza, conformado sobre un sustrato popular de profundo calado antropológico y que no puede olvidar, en su diversidad, los acontecimientos históricos, culturales, económicos y sociales sobre los que se desarrolló, determinando el entrecruzamiento de tales factores su particularísima textura, sus formulaciones visuales y sus insistencias (y ausencias) temáticas.
Todos los tripulantes de la nave del Capitán Blood estaban sucios, despeinados y mellados (todos menos D. Errol ¡claro!). Él y D. Marlon, El Rebelde, siempre estaban limpios, con sus pelos fijos al viento, con sus dientes esplendorosos y con unas señoras estupendas, también de dientes blancos y labios en technicolor. En Abre los ojos. Abre la boca, Guillermo y Fernando de Iturrate Cárdenes demuestran que el tema odontológico ha sido considerado en el cine con mayor frecuencia de la que habitualmente reconocemos y evidencian que el dentista, su entorno, su profesión y sobre todo la higiene oral, han sido contemplados de muchas maneras en los diferentes géneros cinematográficos.
Todos los monstruos de la Tierra. Bestiarios del cine y de la literatura recopila la fantástica y prolífica fauna que habita en nuestra imaginación como espectadores y lectores que disfrutamos de diferentes tipos de sustos y miedos. ¿Cómo orientarse, para elegir o huir, en medio de tanta oferta y variedad? Los bestiarios fueron catálogos «malogrados» que recogían las monstruosidades más destacadas de cada época histórica. Su idea sobrevive poéticamente en nuestros días como una posibilidad caleidoscópica, pero no totalizadora, en el estudio de los monstruos. Adriano Messias, galardonado con el prestigioso premio Jabuti 2017 por esta obra, se adentra en el concepto y la delimitación del género fantástico investigando una larga tradición en torno a los monstruos que empieza en la Antigüedad clásica para llegar a nuestros días, haciendo un recorrido de lo fantástico en el cine y presentando multitud de análisis de películas estudiadas en el universo de la fantasfera. El autor aborda las formas de lo monstruoso de acuerdo especialmente con la perspectiva semiótica y psicoanalítica de los síntomas culturales de la sociedad, convirtiendo a los monstruos no solamente en un producto de la imaginación, sino en un signo que marca los momentos críticos del proceso político y social de las culturas. Así, los cuerpos de los monstruos y su función nos revelan un alto grado de significación, mostrando lo que la sociedad esconde y margina.