Diálogos de carmelitas es la última obra que escribe Bernanos un año antes de morir (1947). La obra se construye sobre un acontecimiento histórico. El 27 de mayo de 1906, el papa Pío X canonizó a dieciséis monjas del Carmelo de Compiègne como mártires de la Revolución Francesa. Las monjas fueron exclaustradas violentamente en septiembre de 1792. Pese a que tuvieron que vivir diseminadas por la ciudad durante dos años como ciudadanas, se reunían diariamente para el rezo de la liturgia de las horas. Fueron detenidas, encarceladas y guillotinadas en 1794 mientras cantaban Laudate. Esta última obra se ha purificado en el estilo y la estructura. Forzado por la estructura de la pieza teatral, el autor prescinde de las extensas reflexiones que gustaba introducir en otros libros. Los personajes, sobre todo femeninos, responden a lo que va sucediendo con un espíritu verdaderamente infantil, con simplicidad cristiana. El miedo y la fragilidad humana ante el terror se superan martirialmente en la compañía de la Iglesia, en el gozoso misterio de la comunión de los santos.
«El burlador de Sevilla», el personaje más universal del teatro español, ha dado origen a un mito asentado sobre dos personajes: la pareja inseparable Burlador/Criado (se llame éste como se llame) y una figura, la del Comendador, inseparable también del mito de Don Juan. La presente edición plantea una cuestión, la de la autoría, que la crítica no se había planteado hasta el siglo pasado; sin embargo, «El burlador» no había sido incluida por Tirso en ninguno de sus cinco volúmenes de Comedias. Por otro lado, la reciente publicación de las ediciones facsímiles de las dos variantes de la obra, «El burlador de Sevilla» y «Tan largo me lo fiáis», junto con la existencia de algunas otras variantes de distintas representaciones teatrales, ha permitido un cotejo para el establecimiento de un texto completo y fiable.
Más de doscientas piezas teatrales estrenadas en el primer tercio de nuestro siglo indican bien la popularidad de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Tratando de explicar tal éxito, un académico dijo por entonces: "Estos chicos escriben como pintaba Velázquez". Evidente exageración: puestos a buscar paralelismos habría más bien que emparentarlos con Murillo. Los hermanos Quintero venían, por la vía del teatro popular menor, de los entremeses del Siglo de Oro y, más inmediatamente, entroncaban en el sainete de finales del xix. Ahí radica su mérito: porque ellos lo renovaron artísticamente, depurándolo del chiste fácil y proyectándolo sobre el limpio cuadro de costumbres en el que se busca más la emoción que la risa. Su obra, en la que Puebla de las mujeres y El genio alegre son dos piezas sobresalientes, refleja una vida amable y sin conflictos donde se mueven con garbo tipos convencionales. Gregorio Torres Nebrera, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Extremadura y especialista en la literatura de principios del siglo xx, ofrece en la introducción las claves fundamentales para valorar en su justo contexto unas piezas que durante muchos años unieron en el aplauso a las más variadas clases sociales.
El teatro de Arniches está basado en el costumbrismo, tiene gran sentido del humor y está dotado de ingenio verbal. La estructura es sencilla, pero bajo la imagen positiva y optimista late una sensibilidad crítica hacia el mundo que le rodea. Todo ello hace de este autor el más representado hasta los años 50.
Brand es considerado, junto a Peer Gynt, el texto más importante e intenso de Ibsen. Es la historia de un hombre que quiere «sanar a la raza humana de sus vicios e imperfecciones». En nuestra época, tan llena de moralistas y de nuevos predicadores, la figura del pastor protestante Brand y su intento de vivir según una virtud perfecta es una auténtica provocación. La grandeza y la tragedia del personaje, que ha hecho de la autonomía su religión y su bandera cívica, nos ayudan a comprender la angustia y la crisis del hombre contemporáneo.
Comedia de enredo que gira en torno al amor, los celos y el honor, nos presenta la lucha interior que vive la Condesa Diana entre el amor que siente hacia su secretario Teodoro y los convencionalismos sociales que le impiden contraer matrimonio con él. Pero Diana tampoco consiente que Teodoro, hombre que pertenece a una clase social inferior, se case con su enamorada, la criada Marcela. ¡Ni comer, ni dejar!Comedia fresca y divertida, en la que todos los personajes defienden su felicidad superando prejuicios y presiones sociales, es una buena muestra del mejor teatro del monstruo de la naturaleza como demuestra el favor del público del que desde siempre ha gozado.La edición, además de una breve presentación, cuenta con una guía de lectura, bibliografía, glosario y aparato crítico.La profesora Paula Barral se ha encargado de la edición.
Stefano Arata, además de entregarnos un estudio completo de la obra, a la luz de nuevas investigaciones -datación, temas, personajes, análisis del título y de la épica urbana, de la versificación, bibliografía, variantes, etc.-, nos sitúa en disposición de descubrir cómo una mujer sabe conciliar el honor y el placer, conocer el tema de las opiladas moda del Siglo de Oro de comer arcilla para conseguir una tez más blanca y hermosa-, reconocer el Madrid en que se desarrolla la comedia y sobre todo admirar la maestría que Lope despliega.Stefano Arata es profesor de Literatura Española en el Departamento de Studi Romanzi de la Universidad La Sapienza de Roma.
Cuando en 1949 se estrenó en Nueva York Muerte de un viajante, obtuvo de inmediato un éxito que catapultó a la fama a Arthur Miller, hoy convertido en todo un clásico del teatro norteamericano del siglo XX. Llevada innumerables veces a las tablas en todo el mundo, y en varias ocasiones a la pantalla, más de cincuenta años después de su estreno esta obra ha pasado a ser un símbolo de la tragedia del hombre corriente en una sociedad que lo aniquila y de la inutilidad del sacrificio.Willy Loman ha trabajado como viajante de comercio durante toda su vida para conseguir lo que cualquier hombre desea: comprar una casa, educar a sus hijos, darle una vida digna a su mujer. Tiene sesenta años, y está extenuado; pide un aumento de sueldo, pero se lo niegan y acaba siendo despedido «por su propio bien», pues ya no rinde en su trabajo como antes. Todo parece derrumbarse: no podrá pagar la hipoteca de la casa y, para colmo, sus dos hijos no hacen nada de provecho. ¿No se ha sacrificado él siempre para que estudiaran y se colocaran bien? A medida que avanzan las horas, la avalancha de problemas crece de modo imparable, pero Willy vive otra realidad, en otro mundo: ¡ha soñado con tantas cosas!... Ha sido un perfecto trabajador, un perfecto padre y marido: ¿dónde está el error?, ¿en él o en los demás? «La tragedia de Willy Loman está en que dio su vida, o la vendió, para justificar que la había desperdiciado», escribió Arthur Miller, quien, a propósito de la triste vigencia de esta obra, dijo en cierta ocasión: «El que siga habiendo tantos Willy en el mundo se debe a que el hombre se supedita a las imperiosas necesidades de la sociedad o de la tecnología aniquilándose como individuo? Pero la obra trata de algo aún más primitivo. Como muchos mitos y dramas clásicos, es una historia sobre la violencia en el seno de las familias.»