Jerusalén, 1961.La gran pensadora alemana de origen judío, Hannah Arendt asiste, como cronista del semanario «New Yorker», a las sesiones del controvertido proceso judicial contra el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, uno de los principales ejecutores de la denominada «Solución Final» consistente en la deportación y el exterminio masivo de los judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez que el proceso ha finalizado, le es concedido a Hannah Arendt un permiso para entrevistarse con Eichmann y reflexionar sobre el papel del teniente coronel de las Waffen SS en el Holocausto. En ese «cara a cara» (¿sueño o realidad?) Hannah Arendt y Adolf Eichmann discutirán, junto a otros importantes personajes (Scholem, Heidegger,etc) , sobre cuestiones tales como la culpabilidad y la responsabilidad de los criminales de guerra nazis y de la sociedad alemana, el nacionalsocialismo como totalitarismo, la cooperación de los dirigentes judíos en la ejecución del Holocausto, así como sobre la teoría de la gran pensadora sobre «la banalidad del mal», del que Eichmann, en palabras de Hannah Arendt, se erigió en máximo exponente, al calificarlo como «burócrata de la muerte».
Dijo Gorgias en su Elogio de Helena que: «La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo realiza empresas absolutamente divinas». En efecto, este «poderoso soberano», ha repartido más inmortalidad entre los mortales que el propio Zeus. Hombres y mujeres, reales o no, que vivirán eternamente conformados por un imperecedero ADN de palabras. ¿Y si las palabras que dan forma a estos seres no son de su agrado? Todos sabemos que la historia depende de quién la cuente. Juicio a una zorra juega a cambiar el punto de vista: Helena de Troya, una de las mujeres más famosas de la historia y, posiblemente, una de las más vilipendiadas, reclama el derecho a elegir las palabras que narren su historia en este monólogo dramático que Miguel del Arco escribió para la actriz Carmen Machi.
Rechazando las convenciones y efectismos propios del teatro del momento, Antón Chéjov (1860-1904) aspiró a crear obras más contenidas y sutiles, exentas de didactismo y enjuiciamientos morales, en las que la vida se mostrara objetivamente tal y como es, con la complejidad y sencillez que reviste la cotidiana realidad. El presente volumen reúne tres de sus obras más representativas: " Ivánov " tiene como protagonista a un activo representante del liberalismo ruso dominado ahora por la indolencia y la abulia; " La gaviota " condensa las reflexiones del autor acerca del arte y su función social, y " Tío Ványa " ofrece el contraste entre el hombre útil, activo y sensible a los problemas de la humanidad, y la vida rutinaria y soñolienta del hacendado de la época. Traducción de Juan López-Morillas
Muñoz Seca hace de la risa el eje fundamental de su arte y también de su actitud vital. Su obra es el fundamento de un nuevo concepto de humor, el astracán, agradable y bienhechor, que va a distinguir a los hombres humildes, serenos, reposados e inteligentes de los necios y orgullosos que, por lo regular, ríen poco para no comprometer su dignidad personal. Se mantiene generalmente que el astracán es un teatro sin alma, envuelto en una carcajada forzada. Pero tal concepto es únicamente el producto de un análisis supercial. Bajo esta risa sencilla se distingue un esquema de ideas al que en filosofía se ha llamado «la teoría del optimismo». Esta teoría, que nos incita a observar preferentemente el lado positivo de las cosas y que postula que el mundo en que vivimos es el mejor de los mundos posibles para nosotros, ha sido preconizada por filósofos de la altura de Demócrito, Platón, Descartes y Leibniz, optimistas declarados. Esta es la postura de Muñoz Seca, aplicada a la literatura, por lo que cuando toca temas candentes de su época estos se transforman en mecanismos de hilaridad. Esta elección no carece de dicultades, pues lo cómico no goza en general del aprecio de la crítica respetable. Para muchos, reír no es elegante y se niega que en una obra cómica pueda haber profundidad alguna. Solo se permite el humor desde una posición cínica y amargada, en la visión satírica y mordaz de la realidad. Enrique Gallud Jardiel (Valencia 1958) es doctor en Filología Hispánica y se ha especializado en el teatro de humor. Ha enseñado Literatura en diversas universidades de España y del extranjero y ha publicado más de una veintena de libros. Entre ellos pueden destacarse Studies on Spanish eatre, India in the Literature of Spain, Libro de libros, Mil curiosidades sobre el más fascinante de los mundos, la biografía Enrique Jardiel Poncela: La ajetreada vida de un maestro del humor, y el ensayo El teatro de Jardiel Poncela. El humor inverosímil, en esta misma colección.
La vida de Natàlia, la protagonista i narradora de La plaça del Diamant, es capgira quan coneix Quimet: el seu nom canviarà i passarà a dir-se Colometa, i la seva petita vida personal, plena de maldecaps, es barrejarà amb els grans esdeveniments col·lectius que sacsegen la societat catalana del primer terç del segle xx: la República, la guerra, la postguerra. Colometa en viu les conseqüències, sola i amb els seus dos fills, fins que, en un procés d'alliberament del passat i de reconciliació amb un present ple de mancances, recupera la seva pròpia identitat. Així, La plaça del Diamant es converteix en una crònica fidel i intencionada de la vida popular de la ciutat, d'una Barcelona genuïna, actualment en vies d'extinció.
Ödön von Horváth (1901-1938), de origen húngaro, nacido en un territorio no húngaro de la corona húngara de San Esteban, en el seno de una familia al servicio de la diplomacia austro-húngara, desarrolló su currículo literario en Alemania, publicó y representó sus obras en Berlín, residió en la Viena del austro-fascismo, marchó al destierro en Suiza y falleció prematuramente en París. Horváth, sin patria pero con pueblo, reunía las condiciones para ejercer la crítica cultural a la que le impulsaba el " malestar en la cultura " que Freud había denunciado. Horváth hacía de las actitudes socialmente hipócritas de la clase pequeño-burguesa el objeto de su ácida crítica moral. El arquetipo de la Arcadia en que se habían convertido los Bosques de Viena en el siglo XIX es el irónico espacio donde habita una sociedad con graves deficiencias morales. Del mismo modo, adapta a la época convulsa de entreguerras el personaje-mito de Fígaro, inyectándole una significación trascendente con un nuevo tema, una nueva situación y un nuevo ropaje: emigración y revolución.
Poeta, ensayista y dramaturgo, el nombre de Oscar Wilde (1854-1900) ha quedado unido al siglo XX por sus obras de teatro y por el ejercicio del esteticismo en su vida personal, que iba a convertirle en mártir de la puritana y cerrada sociedad inglesa de la época. Críticas e irónicas, sus cuatro comedias principales: El abanico de Lady Windermere, Una mujer sin importancia, Un marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto, siguen representándose como obras vivas que aún tienen mucho que decir al espectador de hoy. En las tres primeras, a través de un lenguaje brillante aparecen el cinismo y las paradojas; la última constituye la primera piedra de un teatro nonsense, casi absurdo, donde el diálogo, y no la trama, es el elemento esencial. Aunque los papeles femeninos están concebidos con sutileza y simpatía, son las mujeres las que se rebelan contra el dinero y sus secuelas, el poder, el matrimonio, y su estatuto legal y financiero. A su lado, Salomé es la obra prohibida y maldita, porque su protagonista encarna una lujuria violenta y salvaje a pesar de su inocencia de virgen. Símbolo del Mal, Salomé es una de las interpretaciones femeninas más fuertes de la historia de la literatura. Esta edición, traducida y anotada por Mauro Armiño, delTeatro completo de Oscar Wilde recoge por primera vez en castellano, sin cortes ni censuras, todas sus obras: además de los grandes títulos citados, las dos tragedias iniciales teñidas de romanticismo: Vera, o los nihilistas y La duquesa de Padua, y las dos obras esbozadas o inconclusas (La sainte courtisane, o la mujer cubierta de joyas y Una tragedia florentina) que dejó al morir.
En 1811, aprovechando el espacio que le brindaba el prólogo a una nueva edición del «Fray Gerundio», Leandro F. de Moratín reprochaba a la Iglesia oficial " cuánto se aparta de su ministerio el orador cristiano que, olvidándose del dogma y de la moral, únicos objetos de la predicación, se pierde en discusiones políticas que, aprovechándose de la estupidez del vulgo, la adula y la excita, pone en movimiento las inclinaciones feroces que es de su cargo reprimir, turba la quietud que debiera recomendar como el mayor bien de los hombres, y en vez de predicar a Jesucristo, ejemplo sublime de mansedumbre, de caridad, de amor, predica sus particulares intereses, derrama en los demás la hiel de su corazón y sacrifica a la destemplanza de sus pasiones tantas víctimas cuantos son los infelices a quienes su elocuencia infernal persuade y acalora " . ¿Hace doscientos años? Moratín, como hombre ilustrado en una España que por hábito desprecia cuanto ignora, padeció " los peligros inseparables que rodean a todo el que quiere leer " . Entre sus delitos, el " de censurar errores funestos a la sociedad " y los personajes que los propician: " Tanto insípido hablador, / tanto traductor audaz, / novelistas indecentes, / políticos de desván " . Entre sus preocupaciones, la educación: " ¿Cuándo se educará la nación? " , se preguntaba no sin ciertas dosis de ironía y amargura. Hoy, pretendidos defensores de la educación ignoran a Moratín porque ignoran que obras como «La mojigata» o «El sí de las niñas» tratan de la educación. Larra empezaba su crítica de esta obra considerando desaparecidos " muchos de los vicios radicales de la educación que no podían menos de indignar a los hombres sensatos de fines del siglo pasado, y aun de principios de este " . ¿Seguro, don Mariano José? Fue Moratín lector voraz, crítico y apasionado. Leyó casi todo el teatro conocido, viajó por media Europa, observó, comparó y censuró o aprobó.
La biografía de Nicolás que Leandro puso al frente de las «Obras póstumas» de su padre refleja la personalidad de un hombre preocupado por la reforma artística y social, la renovación de las costumbres, una característica de la ilustración. A propósito de la abogacía que ejerció un tiempo escribe Leandro: " La práctica de los tribunales le dio a conocer muy presto que no era aquella la carrera que debió seguir. Lamentábase de la multitud, contradicción y oscuridad de las ya envejecidas leyes, del conflicto de jurisdicciones, de las clases privilegiadas, de lo arbitrario de los juicios, de la facilidad en admitir apelaciones, de la influencia funesta de los escribanos, nacida de la pereza o la ignorancia de los jueces, de los artificios legales que han hallado la malicia y el interés para que los pleitos se eternicen, del triunfo casi siempre cierto en favor del poderoso, casi nunca obtenido de la pobreza desvalida y oscura " . Cabe pensar que tras estas palabras se trasluce la pasión del hijo. Sabemos que la sátira es por definición denuncia; y así, cuando leemos en una suya algo tan actual como: " Ni sé cómo en el mundo se consiente / que un ciudadano tenga cien millones / y hambrienta perecer la pobre gente " , podemos seguir pensando que es un terceto de repertorio. Si el canto I del «Arte de las putas» es un alegato antibelicista y contra la hipocresía ambiente, no es difícil rebajarlo al nivel burlesco del asunto que trata. Sólo si doscientos años después Marcuse afirma que " el símbolo de la obscenidad no es una mujer desnuda que exhibe su pubis, sino el general que se pavonea de la medalla ganada en Vietnam " , podemos volver sin rubor los ojos al ilustrado Moratín.
¿Existe la amistad después del divorcio? Sandra e Ignacio acaban de divorciarse. En común tienen doce años de un matrimonio que no funcionó y un hijo de nueve que no acepta la nueva situación de sus padres. Quizá por eso Sergio ha empezado a mostrar conductas algo violentas en el colegio. Anécdotas, según Ignacio. Episodios graves y propios de un preadolescente, según Sandra. Así que mientras los dos se esfuerzan por reconstruir sus vidas lejos de su ex, se ven obligados a encontrarse más de lo deseable para tomar decisiones sobre su hijo. Pero si cuando eran pareja ya les costaba ponerse de acuerdo, ahora que han dejado de serlo esa idea les parece del mismo género que la película favorita de Sergio De ciencia-ficción.