La tragedia no es una simple reconstrucción arqueológica de un hecho histórico pasado. La Numancia pone en escena una serie de personajes y de situaciones, cuya complejidad excluye toda lectura monocorde. El referente histórico-arqueológico y la anécdota superficial son contemplados por un correferente profundo que viene a motivar la dramatización de la lucha de las minorías aplastadas por las mayorías dominantes, de la situación límite que fuerza al ser humano acosado a crear solidariamente los valores que fijan las bases de la existencia colectiva. En este destruir la soledad para crear la conciencia del yo colectivo se puede encontrar la explicación última de la ambigüedad con que la obra presenta la entrañable y admirada figura del, por otra parte, odiado destructor de Numancia, el general Escipión. El imperialista romano, como todos los dominadores, fuerza al colectivo numantino a abandonar toda esperanza actual, a cambio de la inmarcesible gloria futura, hecha realidad cuando su heredero, España, había alcanzado la condición de potencia imperial y fuerza destructora de sus propias minorías.(De la Introducción de Alfredo Hermenegildo)
El Auto da Barca da Glória aporta una nueva perspectiva sobre el problema del juicio particular de los hombres, y su salvación o condena. Los personajes no sólo están sinceramente arrepentidos, sino que, al mismo tiempo, representan instituciones dignas de toda veneración.(...)Destacando la edificación sobre la sátira, Gil Vicente muestra un especial cuidado con el contenido teológico de su mensaje. Las posiciones de la doctrina cristiana sobre la relación entre fe y obras, o la primacía de la caridad entre las restantes virtudes, se dejan oír por entre sus frases.La Nao d´amores: al comenzar el espectáculo, con traje y séquito de princesa, Lisboa aparece recibiendo, sumisa y rendida, a los soberanos que atraviesan sus puertas. En el ceremonial de la entrada regia, la tradición medieval del municipio, cuya enumeración de prendas y atributos sorprendía a los visitantes, había sido sustituida poco a poco por la práctica de multiplicar las muestras de obediencia al rey y por la insistencia en la fidelidad de los súbditos. Lisboa, que no desconoce ni desdeña las nuevas costumbres, no se siente obligada a subestimar los méritos propios frente al encarecimiento de los méritos reales. Por ello, desde el inicio de la obra, y por medio de una serie de votos en que la hora del regreso real es magníficamente celebrada, ajustándola a pasos de los misterios de la Creación, la Encarnación y la Redención, asistimos a una afirmación inequívoca de su fe católica en unos años, no lo olvidemos, conturbados por dudas y divergencias.(De la Introducción de Maria Idalina Resina Rodrigues)
En 1975, año en que muere Franco, se acaba la dictadura y se abre en España un horizonte lleno de posibilidades José Luis Alonso de Santos escribe la obra teatral ¡Viva el Duque, nuestro dueño!para su grupo Teatro Libre, el tema que plantea es el enfrentamiento entre el arte y el poder y, más concretamente, las difíciles relaciones que existen entre los creadores y una estructura de poder autoritario.La anécdota está situada en la España de finales del siglo XVII, época de guerras, derrotas, hambre y decadencia, y está encarnada en las figuras de unos pobres cómicos. Pero como obra de distintos niveles de lectura, también es un reflejo de la España de mediados de los años setenta.Margarita Piñero, licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense y en Dramaturgia por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, ha dirigido cuatro años los ciclos y sus publicaciones- El autor teatral español y La puesta en escena hoy para la Fundación Pro-Resad. Desde 1980 ejerce como periodista y crítica teatral en Primer Acto, El Público, De libros y otras revistas. Como dramaturga ha publicado Un ligero dolor y La seda de tu voz.Eduardo Pérez Rasilla, doctor en Filología Hispánica y catedrático de Enseñanza Secundaria de Lengua y Literatura, ejerce como profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Crítico de teatro de la revista Reseña y miembro del Consejo de redacción de ADE Teatro y Acotaciones, ha publicado, entre otros, Teatro breve en España entre 1898 y 1940 y ediciones de La vida es sueño (Calderón), ¡Ay Carmela! Y El lector por horas (Sanchis Sinisterra).
Muchos problemas, comenzando por el nombre de su autor a lo más que podemos llegar es a declarar que corresponde al "ciclo de Lope de Vega", constituyen todavía el enigma de esta pieza excepcional desde el punto de vista dramático, sin lugar a dudas, una de las cumbres de nuestra tragedia áurea. LA ESTRELLA DE SEVILLA incluye uno de los temas más delicados que se han planteado, en el transcurso de los siglos, acerca de las decisiones unilaterales sobre la muerte de un vasallo-ciudadano sin preceder juicio. Si quienes ocupan el poder legítima o ilegítimamente desean el ejercicio de la autoridad sin límites, las actuaciones propias de la Monarquía Absoluta, desde distintos estamentos de la sociedad no dejan de escucharse los argumentos de quienes proclaman la igualdad de todos los hombres ante la ley y, como consecuencia de ello, la sumisión de cualquier ciudadano, desde el primer mandatario hasta el último ser humano a la legalidad y a la justicia.
Benavente abre una época en el teatro español, dando comienzo nuestro teatro contemporáneo y renovando la escena mediante una sencillez y naturalidad plenas de matices, que se manifiestan tanto en la acción como en el diálogo, con claro predominio de la palabra. (...)Posee una obra fecunda, y, también, diversa: de géneros, de temas, de ambientes, de personajes, de lenguaje... Y si toda la creación dramática del escritor revela la naturaleza consustancial al autor de teatro, rasgo específico suyo es la perfección del diálogo. En éste se apoya y vive fundamentalmente la producción benaventiana.(De la Introducción de José Montero Padilla)
Pocas, muy pocas, son las ediciones publicadas de La serrana de la Vera a lo largo de la historia. También son escasas las monografías que sobre la obra se han escrito, a pesar de los fructíferos esfuerzos de los investigadores más recientes.Castalia también contribuye a ese nuevo interés con esta nueva edición de la obra del desconocido Luis Vélez de Guevara (Écija, 1579-1644), autor coétaneo de Lope de Vega, que tenía por sí mismo personalidad suficiente para ser gran escritor si no hubiera estado a la vera de un desmesurado monstruo del ingenio , como afirma el profesor Francisco López Estrada.Comedia basada en un hecho legendario que desde el medievo permanece en la memoria del pueblo, nos muestra a Gila, una auténtica campesina que defiende su honor villano, así como las inquietudes que sufre la mujer en la sociedad barroca. Sin embargo la protagonista, representante de esa mujer sometida durante siglos, no cumple con los cánones establecidos de su rol, situándose en el límite de lo femenino y lo masculino.La edición que ahora presentamos parte del manuscrito autógrafo, firmado y rubricado en Valladolid en 1613 y que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.Aquéllos interesados en nuestro teatro del Siglo de Oro y especialmente los estudiosos de la puesta en escena deberían leer La serrana de la Vera. Con seguridad no saldrán defraudados.Pilar Bolaños Donoso es doctora en Filología Española y profesora titular del departamento de Literatura Española de la Universidad de Sevilla. Su tesis doctoral, publicada en 1983, versó sobre la vida y obra del doctor Felipe Godínez (¿1584?- 1659), del que ha preparado ediciones de algunas de sus obras. Igualmente, ha investigado y editado a dramaturgos del siglo XVIII como Pintos Brandao, Olavide y Cándido M. Trigueros.
Aunque en España se considera que las dos obras representativas de Calderón son " La vida es sueño " y " El alcalde de Zalamea " , para la historia del teatro universal su obra clave es " El príncipe constante " . La importancia de este drama histórico para el teatro europeo la tienen tres personajes esenciales en el teatro contemporáneo: el alemán Goethe, el ruso Meyerhold y el polaco Grotowski. No hay ninguna otra obra de Calderón que haya resultado tan esencial para la renovación del teatro universal, desde el Teatro Espectáculo de Goethe en Weimar, la Biomecánica de Meyerhold y el Teatro Pobre de Grotowski. El texto teatral de Calderón nos muestra el camino hacia el heroísmo a través de la extenuación física y la resistencia paciente frente a la tortura. Nos muestra también (tema muy calderoniano) la defensa de la libertad como experiencia y elección individual consciente frente a las imposiciones de la Razón de Estado.
Un viaje a la carnalidad más primitiva y a uno de los mayores tabúes de la Humanidad. Todo grupo de seres humanos es, al fin y al cabo, un "conjunto de individuos" donde se establece una competencia por ejercer el dominio o el poder sobre los demás de ac
Decía Chejov que el arte escénico es un campo por donde no se puede andar sin tropiezos, y, por lo tanto, se debe estar preparado para los traspiés y para, a pesar de todo, seguir con empeño, como un fanático, tu propia línea. Esto lo saben bien los autores de este volumen: Xus de la Cruz, Álvaro Jiménez Angulo, Paula Llorens, Paz Palau, Silvana Pérez Meix y Beatriz Velilla, todos ellos egresados de la promoción 2012-2016 de la RESAD. Esto es lo que han vivido durante sus cuatro años de aprendizaje: buscar su propia línea, su estilo, su voz, su espacio, el espacio escénico desde el que se comunican con el otro con quien comparten sus preocupaciones, sus gritos, sus confidencias; y siempre el bienestar y la adrenalina que sienten cuando están en su sitio: un folio en blanco que se va llenando de palabras que echan a volar hacia el escenario. El vuelo no es fácil, ya lo dice el maestro Chéjov, y la voz, la de cada escritor, a veces se esconde entre múltiples emisoras, entre otras voces, se silencia, se acobarda, desaparece: han sido voces fallidas. Pero siempre hay alguna tenaz que se abre paso entre el ruido, al principio como un hilo casi insonoro, lo que obliga a estar muy atento para escucharla.
Erika M. conoce a Balzacman en Internet y establece con él una relación marcada por la ausencia y la extrañeza. La mujer acaba de ser abandonada por T. y el amor perdido se ha transformado en un hondo abismo del que no es capaz de salir. Con la ayuda del joven misterioso, un apasionado de la literatura francesa que se esconde tras un sombrero de cowboy, Erika emprenderá una huida hacia adelante que la llevará hasta los confines del olvido. Frente al desamor solo nos queda la encrucijada: la negación o la fantasía. Furiosa Escandinavia (Premio Lope de Vega 2016) es la respuesta a este viaje sin escapatoria, un texto inspirado en la lectura de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust que bucea en temas como la memoria, el amor y la pérdida.
Con esta nueva publicación Santiago Araúz vuelve a dar muestras de su ecléctico talento: dos géneros, teatro y novela; dos encuadres, la Europa post-napoleónica y el paisaje iberoamericano del siglo pasado; y dos enfoques, su ya conocida dramatización del personaje histórico y el relato del héroe anónimo, acompañan al lector a través de estas historias de lucha, poder y fracaso. El hombre en la isla narra los últimos días de Napoleón junto a su confidente Jacques y el conspirador Hudson Lowe. A través de un arriesgado ejercicio de anacronismos, que invitan a una reflexión sobre el carácter cíclico de la Historia y sus errores, el autor va revelando la tristeza y los miedos de un vencido Buonaparte, sus lecciones sobre gobierno y traición y su contumaz enamoramiento de su mujer Joséphine. La agonía florida de Carlos Brito es también, y de forma completamente diferente, una reflexión sobre el poder y la derrota. Su protagonista, un idealista limpiabotas, recorre cientos de kilómetros con la ingenuidad como mochila, dispuesto a mediar entre mineros y patronal. La prosa es un poderoso ejercicio lingüístico, en la que el autor maneja con maestría el exquisito léxico de la América rural. Santiago Araúz de Robles nació en Molina de Aragón en 1936. Ha publicado veintisiete libros en las modalidades de novela, relato corto, poesía y ensayo. Ha recibido, entre otros, los premios Tigre Juan, de novela, Ámbito literario, de poesía, Hucha de Oro, Carta de Oro o Pedro Antonio de Alarcón y fue finalista en el Premio Nacional de Literatura de Ensayo, Miguel de Unamuno. Fundamentos ha recogido su obra dramática en Mi nombre, Albert Camus (2009), Trece cartas (Encuentros con Graham) (2010), ¿Qué hay, Marilyn? / El Corpus Chico (2012) y Nadie abate el muro y cuatro relatos breves (2015).