En la actualidad un líder tiene que saber abordar y gestionar emociones, la complejidad de las relaciones y a tomar conciencia de los sentimientos que hay en juego. Es por esto que a un líder se le exige también que sepa liderarse a sí mismo, como no podía ser de otra manera. Sin esta primera condición las demás resultan muy difíciles. Erasmo de Rotterdam les aconsejaba a los príncipes que era necesario enfrentarse a los problemas con el dominio de sí mismo. Significa eso haber sabido elaborar experiencias vitales más que haber hecho, con nuestra existencia, variados experimentos. Decía Octavio Paz que la mucha luz, como la mucha sombra, no dejan ver. Sin humildad, sin actitud de escucha permanente, seremos incapaces de ver el talento que se encierra entre quienes colaboran con nosotros y, por tanto, no hay crecimiento. En el libro que te presentamos se nos invita a crecer y desarrollar nuestras organizaciones, también hacia dentro. Por eso hablamos de innovar, de fomentar el aprendizaje y la formación, condiciones básicas para poder crear, para ver la tierra que pisamos cada día con ojos nuevos. Dicen que para ser feliz hay que querer serlo. Puede que, para aspirar a ser un buen líder, todo comience con la decisión firme de querer serlo.
En esta obra se delimita la responsabilidad del voluntariado actual, se clarifican sus dimensiones organizativas y se inicia un debate sobre la normalización de la solidaridad en la vida pública, de modo que los voluntarios puedan intervenir en la planificación y organización de la misma.
El Padre Alejandro Solalinde, férreo defensor de los derechos hymanos y propuesto para el Nobel de la Paz nos acerca a la realidad de la inmigración en la frontera de México. El viaje se realiza en la BESTIA. Este es el sobrenombre del tren de la miseria y la barbarie, plagado de peligros, esclavitud, violencia, venta de órganos, violaciones; pero un tren que, para quienes consiguen subirse, es también el tren de la esperanza hacia un mejor porvenir.
Todo el universo del voluntariado activo hoy desgranado en este libro. Su autor lo analiza desde la vocación de servicio, sus siglas, su identidad y desde su sensibilidad; presencia en los hospitales, en las cárceles, en centros de escucha, en casas de reposo, en las parroquias, en los caminos de peregrinos, entre enfermos psíquicos y ancianos.
Análisis económico descriptivo y crítico de los casos de filantropía (donación de tiempo y dinero) en EEUU; qué puede hacer la sociedad civil que no hagan ni el Estado ni el mercado. Entre el Estado y el mercado existe un espacio social, político, cultural y económico que no está fundado ni en la autoridad, ni en el lucro, sino en la donación. El tercer sector, la sociedad civil, las organizaciones sin fines de lucro a cargo de iniciativas que se ocupan de temas tan diversos como la educación, la pobreza, la discriminación, la reincidencia en el delito, las drogas, la ecología, las catástrofes y hasta el mantenimiento de una plaza. Se trata de la filantropía. Según Sorman, el amor del Hombre, nada menos, en el corazón de los Estados Unidos, el corazón americano. Cuando Andrew Carnegie, que había hecho su fortuna en la siderurgia, financió a principios del siglo XX la creación de seiscientas bibliotecas, ¿quería elevar el nivel cultural de los estadounidenses o inscribir su nombre en el frente de los edificios? Probablemente, las dos cosas. Este libro agudo, provocador y fascinante profundiza en un fenómeno que sólo a primera vista puede parecer ajeno en tiempos en que el voluntariado individual, la "responsabilidad social corporativa" y diversos modelos de articulación de acciones solidarias cumplen un rol cada vez más importante en la esfera pública.
Este libro aporta las razones profundas que han de sustentar toda labor de voluntariado, y las condiciones necesarias para que sea eficaz y dignifique como personas a quienes la realizan y a sus destinatarios.
El chef llegó a Puerto Rico cuatro días después de que el huracán María pulverizase la isla y abordó la crisis humanitaria de la única manera que sabía: alimentando a las personas más afectadas, ofreciéndoles comida caliente. Empezó con unas comidas al día. Al poco tiempo aumentó y fueron 1.000, luego 5.000, luego 10.000... Menos de dos semanas después estaban cocinando 100.000 comidas al día en más de una decena de cocinas repartidas por toda la isla. Al mismo tiempo se enfrentaron a una crisis con unas raíces muy profundas así como con el sistema fallido y derrochador de algunas ONG, denunciando su incompetencia y sacando a la luz aquello que no funciona de nuestra cultura alimentaria actual.