Navarra es un lugar de contrastes. Contemporánea y antigua a la vez, urbana y rural, tranquila o electrizante si se opta entre los Sanfermines o por un paseo por las Bárdenas. Tierra de riberas y de altas montañas, de desiertos y bosques inmensos, de hongos y caza, de vinos y sidra, de carnes y verduras maravillosas. Su larga historia arranca con los asentamientos vascones, especialmente en el norte y centro de la Comunidad Foral, pero su condición de tierra fronteriza y de paso, pues aquí los Pirineos se suavizan y permiten su flanqueo a través de la frontera con Francia, hizo que ya desde muy antiguo distintas civilizaciones se asentaran para controlar el paso del país galo a la península. Romanos, visigodos, árabes, fundaron pueblos y ciudades y conformaron una cultura fruto de la unión de muchas otras, de muchas aportaciones que Navarra ha sabido asimilar para ser eso, diversa, diferente, muy variada y distinta según estemos en Tierra Estella, en el Pirineo, en la Ribera o en la Zona Media. Y, por supuesto, el Camino de Santiago, con sus dos rutas, el Camino Aragonés y el Francés, que atraviesan Navarra y confluyen en Puente la Reina y que han dejado un impresionante legado de iglesias, monasterios, ermitas y costumbres que aún hoy en día se dejan notar. Encontrará en esta guía rutas para recorrer Navarra en toda su extensión, teniendo en cuenta que podrá hacer varias de ellas en una breve visita o que podrá disfrutar de todas ellas si prolonga su estancia. Apreciará su diversidad, su cultura y su sabor, sus fiestas y sus tradiciones y, por supuesto, su hospitalidad. Porque si algo sabe hacer Navarra es acoger a los visitantes, mimarlos y hacer que disfruten de una estancia que dejará en ellos un recuerdo imborrable.
Con este compendio de los Anales de Navarra se hace un resumen previo a la institución del Reino de Navarra. Se incluyen también algunas memorias de los vascones en varias guerras, la publicación del Evangelio en Pamplona, San Fermín primer obispo de Navarra.
Ha llegado a mis oídos de superviviente de la mazmorra franquista conocida con el nombre de Fuerte de San Cristóbal que algunas autoridades pamplonesas pretenden profanar el recuerdo de los centenares de muertos habidos bajo sus piedras y caídos por sus aledaños «en lucha fatal». Nosotros, los injustamente vencidos en 1939, nunca creíamos que la transacción, más que transición, de 1977 fuera a convertirnos en vencedores, entre otras cosas por el carácter irreversible de las derrotas. What is done cannot be undone. Pero esperábamos que cesaran las miserias de esos crueles y largos años de dictadura rebelde. No parece ser así. ¿Qué menos que respetar la memoria de los cínicamente represaliados por oponerse a la rebelión? ¿Qué menos que evitar el recuerdo monumental de los genocidas que tramaron esa rebelión? ¿Qué menos que devolver a las familias los despojos de tanto leal a la República? ¿Qué menos que conservar y respetar los santos lugares donde sí que históricamente los rebeldes inmolaron a sus víctimas? Los leales, como vencidos, no aspirábamos a la restitución del botín de guerra, pero sí al reconocimiento de lo injusto de nuestra derrota. El fuerte de San Cristóbal es una reliquia arquitectónica del siglo XIX, pero su aura moral trasciende el periodo franquista y debe respetarse tal cual en memoria de los miles de mártires republicanos que acogió en su seno. Ernesto Carratalá. Preso en el fuerte de San Cristóbal entre abril de 1937 y septiembre de 1938
Navarra es una región privilegiada de impresionante variedad geográfica, climática y cultural. Montaña, zona Media y Ribera conforman una tierra de paisajes sorprendentes y encantadores, que nos ofrece una gastronomía rica y variada, llena de genuinos matices. Materias primas de gran calidad y excelentes elaboraciones culinarias nos permiten disfrutar de las mejores verduras, carnes, tanto ovina como bovina, y productos lácteos, pescados de río, legumbres, setas, embutidos, pacharanes y vinos con personalidad propia. Una cocina, en definitiva, con sabores únicos y originales.
La historia de estas gentes discriminadas y perseguidas, que ha llegado casi hasta nuestros días, es una rareza difícil de explicar. Tenemos que retroceder a épocas muy remotas que justifican el rechazo por la ignorancia de los pueblos. Aun así, no se comprende que se haya prolongado tanto tiempo. Los últimos agotes de la historia viven en Bozate, barrio equidistante de Arizkun y Errazu, dos de los catorce pueblos que componen el navarro valle del Baztán, frontera con Francia. Al otro lado de los Pirineos, los franceses les llamaron cagots. Vivían en barrios apartados, con la prohibición de mezclarse con los vecinos de otros pueblos. Para que su separación fuese completa, debían distinguirse hasta en la propia vestimenta y tenían que llevar la marca de un pie de pato de color rojo, de manera bien visible. Además estaban obligados a avisar de su presencia haciendo tañer unas claquetas para que los otros se apartasen. Eran objeto de discriminación en la la iglesia, donde les estaban reservados los últimos bancos. No podían llegar hasta el altar ni para comulgar ni para recibir la paz, el sacerdote bajaba a dársela. En la ofrenda de pan a la iglesia, y que el monagillo recogía en un saco, le daba la vuelta a éste, para que los panes de los agotes no se mezclasen con los otros. Tenían una pila de agua bendita y un cementerio aparte, incluso había iglesias con una puerta especial para ellos. Tampoco se les permitía ser sacerdotes. Nunca les dejaban participar en los bailes y en las fiestas de los pueblos del valle. Una maldición que ha llegado a su fin.
El arabista Ambrosio Huici (Huarte, 1880) presentó en 1912 un trabajo demoledor al concurso con el que la Diputación Foral de Navarra pretendía celebrar el VII centenario de la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Pese a elogiar la apabullante erudición de Huici, el jurado dejó desierto el concurso: la rigurosa investigación histórica llevada a cabo por el de Huarte tiraba por tierra la leyenda navarra sobre el protagonismo de Sancho el Fuerte en tan crucial batalla de la «Reconquista». Huici probaba que el ya muy mayor Sancho VII acudió a las Navas con unos 200 caballeros, por lo que el papel de los navarros fue escasamente relevante. Para la oficialidad, la osadía de Huici rayaba en lo intolerable al derruir el mito de las cadenas de Navarra, supuestamente arrancadas por el aguerrido monarca navarro en asalto a la tienda del rey moro Miramamolín. Reeditamos el trabajo sobre las Navas de Tolosa de Ambrosio Huici para reivindicar desde su tierra la figura de un arabista, en su tiempo respetado internacionalmente, cuya honestidad y valía intelectual le costó el ostracismo en su tierra. La obra supuso un hito en los estudios críticos sobre las fuentes árabes, auténtico punto de partida para la reconstrucción objetiva de una batalla elevada a la categoría de heroica gesta nacional. Roldán Jimeno, editor del libro, traza la andadura de nuestro arabista en un pormenorizado estudio que recorre su trayectoria personal e intelectual. La vida de Huici transcurriría a partir de 1912 en Valencia. Allí, represaliado por el franquismo, sería despojado de su cátedra y sufriría las duras consecuencias de la dictadura franquista. Valencia honra hoy su memoria con la calle Arabista Ambrosio Huici.
Estos relatos que son históricos y a la vez no lo son tanto, nos muestran lugares y personajes desde una perspectiva diferente a la que quedó fríamente recogida en las crónicas oficiales de Navarra. Y pretenden también acercar sus vidas a las nuestras, porque aunque el tiempo haya pasado, siempre podremos reconocernos en sus sentimientos. Así como en la Edad Media los Libros de Horas reunían textos que movían a devoción a quienes los leían, el autor de estos relatos siempre ha tenido muy claro que, siendo verdad que Navarra tiene mil años de Historia, es una gran lástima haber olvidado que también posee otros tantos de Leyenda, que se desvelarán aquí a través de unos personajes cuyas aventuras transcurren en paisajes y escenarios que nos resultarán hoy en día tan lejanos o quizás tan familiares como a ellos mismos
En la llamada Transición, sus gestores decidieron separar a Navarra del resto de territorios hermanos, no solo en el campo institucional, sino en todo cuanto atañe a su personalidad y su vida histórica. Con el sarcasmo de mantener su identidad, una élite dirigente comenzó a negar los rasgos más elementales que desde antiguo habían caracterizado a los vasconavarros: que Navarra es hija de la antigua Vasconia; que sus habitantes son los primitivos vascos o vascones; que el euskera es su idioma original; que los navarros, junto a los vascongados occidentales y los basques continentales, forman un pueblo con unas características comunes que, en su lengua milenaria, se denomina Euskal Herria; que tuvieron un Estado soberano hasta el siglo XVI y fronteras propias hasta el XIX.
El Diccionario biográfico del socialismo histórico navarro, es una obra emprendida en 2007 por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Pública de Navarra Ángel García-Sanz Marcotegui con el objetivo de recuperar para la memoria las personas que han formado parte del movimiento socialista en Navarra. El trabajo, desde el punto de vista cronológico, traza la trayectoria vital de aquellos militantes que tuvieron alguna actividad política o sindical antes de la guerra civil de 1936-1939. Pensado en cuatro volúmenes y, una vez completada la obra, recogerá la trayectoria de un elenco de socialistas que se acercará a los seiscientos. En este segundo tomo se han incluido los principales líderes socialistas que corresponden a las letras G y H. El trabajo esta a mitad de camino entre la biografía y la prosopografía. Se sitúa dentro de lo que Giovanni Levi ha denominado biografía modal, en cuanto que los individuos analizados sirven para conocer las pautas de comportamiento o el estatus del conjunto. Esta obra contribuye, con la reproducción de artículos publicados en la prensa obrerista de la época, a perfilar el retrato de los obreros navarros conscientes: conocer sus opiniones sobre los problemas de los trabajadores y la forma de solucionarlos, su visión de la situación política, sus luchas sindicales y políticas. Además, la obra tiene el atractivo de dar a conocer como se desenvolvieron los socialistas en un medio tan adverso a ellos como el que representa Navarra,una región hegemonizada por las derechas. De todos modos, y con alguna excepción, la trayectoria de los líderes provinciales, y sobre todo de los locales, más allá del trágico destino de muchos de ellos en la última guerra civil, es muy poco conocida. De ahí el interés de la obra que se inicia con este volumen. La falta de fuentes primarias ha dificultado su elaboración. No obstante, las disponibles han permitido trazar el recorrido vital de dos centenares largos de navarros que fueron socialistas o que en algún momento estuvieron próximos al socialismo. Este es el segundo volumen de esta detallada obra.
Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 1954) fue periodista musical en Madrid. Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc. Cielos segados (Universidad del País Vasco, 1992) recopiló toda su poesía hasta 1990: Árgoma (1976-1980), Desiertos para Hades (1982-1988) y La miniatura infinita (1989-1990). Hiperión le publicó en 2006 el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes, y en 2009 La nota rota, semblanzas de músicos de épocas muy variadas. Irazoki escribe su columna Radio París en El Cultural, suplemento del diario El Mundo. GUÍA Esa búsqueda fluye para que el hombre no sea sólo una pausa de la muerte.