Esta publicación refleja la constante investigación que durante su dilatada vida profesional viene realizando la Dra. Carrascosa, haciendo e inculcando la restauración como una disciplina científica, rigurosa y ética. A través de su lectura, se constata la gran importancia y relevancia que tiene la conservación y restauración de objetos cerámicos, ya que estos, tanto han formado parte de nuestro devenir histórico como cultural. Mediante un análisis claro de la identificación de patologías y factores de alteración que estos materiales pueden sufrir, se abordan con criterios actualizados los sistemas, técnicas, tratamientos y métodos que son necesarios para lograr una correcta conservación y restauración de estas obras, exponiendo de forma clara, tanto la metodología como los productos más adecuados para cada tratamiento, ilustrando todo ello con un gran número de imágenes referentes a las de intervenciones realizadas. Concluye este trabajo con la exposición de los criterios y sistemas más idóneos para la conservación preventiva de estos elementos. Aportando como colofón una amplia documentación bibliográfica de gran interés para investigadores y estudiosos del tema.
La exposición es un modo de comunicar, es un lenguaje basado en un sistema de emociones que se dirige certeramente al individuo. Se puede ser reglado, académico y ortodoxo, pero también intenso, comprometido y subversivo. Sea como sea, la exposición trata de adaptarse a los tiempos en los que vive y se expresa; es, por tanto, un proceso abierto que no puede estar exento de riesgo y aventura. Joven museografía plantea distintas variables para poder llevar la exposición hasta donde los canales oficiales no lo hacen. Hay un marcado componente activista y social, que busca transformar el mundo desde la práctica de una cultura viva y solidaria. Con estos parámetros, esta obra ofrece soluciones muy atractivas a la producción museográfica hecha por once jóvenes museógrafos. El libro es el resultado de una aventura extrema en el contexto de la «museografía emocional»; recoge cinco diseños específicos de un espacio que sirve de contenedor expositivo y que puede ser instalado con facilidad, con instrucciones que permiten su montaje en un breve espacio de tiempo y sin ensamblajes ni fijaciones de carácter definitivo, y cuya misión es llevar la exposición a cualquier lugar. Un museógrafo es un poeta espacial, sí, pero su trabajo puede cambiar el mundo.
Existe un malestar de los museos, creciente y variado: existe el malestar físico, el de las interminables colas, el de la muchedumbre agitada que se agolpa ante cuadros cuya historia, significado y trascendencia ignora, el de los empujones, los ruidos y las cámaras de fotos; y existe otro malestar de los museos, más profundo y grave, que lo acompaña: el de su función desvirtuada por la deriva mercantil y consumista de la que el museo se ha convertido en estandarte, el de la vacuidad de sus fastuosas arquitecturas, el de la pérdida del valor pedagógico de sus colecciones ?o del arte en último término?, el de la perversa negligencia del Estado respecto a sus obligaciones hacia el patrimonio cultural, compartido y universal. Jean Clair, antiguo conservador del Museo Picasso de París, y con una larga trayectoria del más alto nivel en la museística internacional, desvela en esta obra las razones de ese malestar físico e ideológico, desde el imperio Guggenheim y su modelo expansionista de «museos emporio» hasta el desamparo en que se encuentran gran número de museos de enorme valor que han sido abandonados por las administraciones públicas, para culminar con el malestar absoluto, museístico, cultural, político y también físico, del proyecto de construcción de un Museo del Louvre en Abu Dabi, con la cesión de colecciones públicas y acompañado de resorts y playas artificiales, cuyo alcance es de tal envergadura que pone en cuestión la esencia misma de los museos como baluartes del patrimonio cultural de nuestras sociedades. Un malestar, en fin, sobre el que hoy resulta alarmante que no se medite, pero que, de forma incomprensible, no ocupa ni a los medios, ni a los especialistas, ni, en particular, a las propias administraciones públicas, y al que esta obra, escrita con la pasión y la erudición de quien ha entregado fervorosamente su vida al museo, desnuda y da voz, no para buscar conmiseración, sino para encontrar soluciones.
Hoy, más que nunca, el museo sigue siendo un lugar privilegiado de encuentro, de diálogo y de comunicación. Por eso, al presentar esta nueva edición del libro, hemos procurado revisar algunos de sus apartados, profundizando en su contenido y actualizando la bibliografía que sobre el tema ha ido apareciendo durante este tiempo. Los visitantes de los museos, cada vez más, desean participar en las exposiciones y en las actividades que se organizan dentro de ellos. Los museos han de ser espacios abiertos que se pongan al servicio de la comunidad, en un intento de conseguir su pleno desarrollo humano y cultural. De ahí la importancia de que sepan comunicar bien su mensaje a la sociedad y que su contenido sea realmente eficaz, evitando quedarse en mera información. Es necesario que los museos sepan ser buenos comunicadores de las experiencias culturales del pasado, de manera que sean capaces de clarificar el significado que pueden tener para los ciudadanos de hoy y que sirvan como medio de desarrollo social para el futuro. O los museos son capaces de comunicar significados válidos para la sociedad, o dejarán de tener sentido para la inmensa mayoría de la población. O se convierten en auténticos agentes de comunicación, o será difícil que puedan sobrevivir en una sociedad donde las nuevas tecnologías ofrecen a la sociedad opciones más lúdicas, festivas y significativas que las presentadas por los museos. Si el museo pretende seguir siendo actual, sin renunciar a su pasado, ha de utilizar un nuevo lenguaje y establecer un diálogo abierto con una sociedad cada vez más pluralista y más inmersa en la realidad virtual.
Hoy ya existen muchos manuales de museografía. Sin embargo, no existe ningún manual que trate de forma exclusiva y sistemática de la museografía interactiva, y ello a pesar de que son cada vez más frecuentes las demandas de elementos interactivos en nuestras instalaciones museísticas. Desde museos de ciencia y técnica, hasta los famosos museos de los niños o children´s musem, pasando por las grandes galerías de arte, todos ellos han incorporado elementos propios de la museografía interactiva, y son cada vez más los directores de museo y los museólogos que desean que en sus museos se introduzcan este tipo de elementos. La interactividad no es una novedad en el campo del conocimiento, del aprendizaje y de las relaciones humanas; pero sí lo es en el campo de la museografía. Supone contemplar y tratar el museo con otros ojos; con los ojos de usuarios a quienes les gusta participar, que disfrutan y se sienten cómodos ante las pantallas y que viajan efectuando sus compras y reservas vía Internet; ciudadanos que proceden de campos muy variados, desde los servicios a la ingeniería, y disfrutan viajando y conociendo cosas nuevas que previamente han visualizado en sus pequeños lectores o pantallas. Pero la interactividad, para el museólogo, supone también observar el museo con una nueva mirada; ya no se trata de plantearse simplemente ¿qué hemos de hacer en nuestro museo para que la gente lo entienda?, sino ¿cómo puedo entablar un diálogo con nuestros usuarios para que sean ellos los que me digan cómo lo ven? ¿Cómo puedo saber de sus intereses y participar de sus emociones? ¿Cómo podemos intercambiar opiniones? Las respuestas a estas preguntas implican saber plantearse si una obra de arte me gusta o no me gusta, o bien descubrir por qué razones me gusta o no me gusta? Y supone plantearse cuestiones que no tienen una respuesta unidireccional y única. El presente manual es el fruto colectivo de un grupo de profesionales, investigadores todos ellos en este campo tan estimulante de la museografía desde su vertiente interactiva, es decir, dialogante entre museo y público, entre objeto e idea, un manual para uso de aquellos que, comprometidos en la renovación de la museografía, quieran hacerlo desde el «museo dialogante», es decir, interactivo.
Los museos forman parte del mundo de la comunicación, y en este manual se hace un zoom a una herramienta especial de las muchas de las que dispone el diseñador de museografías: el espejo. Es especial porque en el mundo de la comunicación, en un medio audiovisual, una suma de verdades parciales puede generar una mentira y, por contra, la suma de reflejos de realidades en espejos puede sugerir mundos irreales u oníricos, pero siempre son reflejo de una verdad. Para conseguir sugerir estos mundos y comunicar sensaciones mediante el uso de los espejos, este manual sintetiza, clasifica y ordena los espejos planos, según su cantidad, transparencia y relación entre ellos, para analizar, en cada grupo de variables, los efectos que producen. Todos y cada uno de los efectos coinciden con una experiencia real narrada en detalle, lo cual nos descubre el truco del mago.
Las materias primas con las que trabajan los museólogos son, sobre todo, los objetos, desde piedras hasta lienzos pintados, pasando por porcelanas y corpiños: todo ello es materia de estudio, catalogación, preservación y exposición. Los educadores trabajan con personas, y su materia prima suelen ser niños y jóvenes especialmente provenientes de la enseñanza reglada. Todos ellos coinciden a veces en un espacio común: el museo. Es en el museo donde buscan objetos con el fin de ilustrar sus lecciones o bien preparar las preguntas para la lección próxima. A menudo, sin embargo, unos y otros olvidan que los objetos depositados en los museos pueden ser, también, instrumentos didácticos; en efecto, dependiendo de cómo los tratemos, estos objetos pueden transformarse en centros de interés capaces de organizar en torno a sí multitud de contenidos. La mayoría de estos objetos pueden relacionarse con conceptos, temas y debates con los que la escuela pretende educar. El objetivo de este manual es precisamente enseñar a tratar los objetos de museo como herramientas didácticas. Para ello se recurre a una didáctica que hace del objeto el centro de interés y que lo transforma en el aliado del docente.