La fábula de Amor y Psique es uno de los mitos más bellos y significativos de toda la Antigüedad clásica y, a la vez, uno de los que mayor influencia ha ejercido sobre la literatura y las artes. Trágica y obscena, mística y burlona, la novela de
Los mitos y las fantasías del mundo clásico y medieval, incluso otros de nueva creación, encontraron un campo abonado en América. Desde los primeros tiempos de la presencia española no tardó en generarse un mundo maravilloso en que desde la naturaleza hasta los seres humanos encontraron una cabida en el espacio de las fantasías de los europeos. Fueron muchos los cronistas americanos que en mayor o menor medida se dejaron seducir por las fantasías. En esta obra se han seleccionado algunos de los ejemplos más relevantes sobre las fantasías americanas, aunque podrían ser otros muchos. Algunos de los autores seleccionados son: Cristóbal Colón, Alejandro Geraldini, Antonio Pigafetta, Fray Marcos de Niza, Fray Gaspar de Carvajal, Pedro Marmiento de Gamboa, Lorenzo Ferrer Maldonado, Juan Rodríguez Freyle, Fray Gregorio García, Fernando de Montesinos, Silvestre Antonio de Rojas, ....
El Golem, de Gustav Meyrink, tiene su origen en el conjunto de leyendas de la Cábala judía sobre la creación artificial de vida mediante el poder evocador de las letras. El ser artificial de la novela de Meyrink vuelve a la vida cada 33 años y vive en una habitación sin acceso situada en algún lugar del laberinto del gueto de Praga. El Golem se erige como una figura de doble significado: de un lado, representa el doble del protagonista, Athanasius Pernath; de otro, la conciencia colectiva del gueto, que anuncia la guerra y la destrucción. La novela aparece envuelta en una atmósfera onírica y angustiosa, donde se mezclan lo visible y lo invisible, el sueño y la realidad, a través de la cual Pernath se esfuerza por superar las esferas materiales para alcanzar el reino espiritual. El resultado es una obra fascinante, de una confusión caótica, rodeada de una atmósfera inimitable, con un final más que sorprendente, que sólo puede cautivar la imaginación del lector.