Ir al contenidoMITOS Y LEYENDAS NARRADOS COMO FICCIÓN
En las Fábulas mitológicas en España, José María de Cossío planteó una nueva visión sobre nuestra literatura al sacar a la luz sus aspectos antirrealistas y universales y, por tanto, los menos admitidos cuando esta obra se publicó por primera vez en 1952. Al ofrecer al lector la reedición de este libro, agotado desde hace tiempo, lo hacemos no sólo con la intención de recuperar un 'clásico' en su especialidad, sino porque tenemos el convencimiento de que se trata de una obra plenamente actual, que no ha perdido ni un ápice de interés o utilidad pues, desde su primera salida al mercado, no ha aparecido ningún otro trabajo que, como éste, rastree globalmente la presencia de la mitología en la cultura literaria española.
Imaginemos la plaza de Jama el-Fna de Marrakech en plena ebullición: culebreros, magos, domadores de animales, curanderos, sacamuelas, danzantes, músicos, equilibristas... Llega el cuentero apoyándose en un largo bastón. Elige un lugar y con su bastón dibuja un amplio círculo en la tierra. Se coloca en el centro, atrae la atención de los presentes e inicia su cuento. Imaginemos también el harén del palacio Dar el-Majzen, donde el sultán y su familia escuchan cuentos narrados por una vieja esclava o por una de las esposas, mientras se toman un oloroso té con menta. O las cocinas, donde las mujeres de la servidumbre de palacio esperan a que una mendiga ciega a la que han dado cobijo esa noche inicie la narración de una historia. La doctora Légey recopiló directamente de estos narradores y narradoras, a comienzos del siglo XX, los noventa y tres cuentos que componen este libro. Los escuchó en la plaza, en los harenes y en su propia consulta, adonde venían algunos de sus pacientes a sentarse y a charlar, y los transcribió lo más fielmente posible a como habían sido contados. Gracias a su rigor, hoy nos llegan las voces de estos marroquís de comienzos de siglo como si salieran de sus propios labios.
El presente volumen presenta traducidas las fábulas completas de Fedro y Aviano. La importancia de Fedro (siglo I d.C.), como en otro tiempo la de Esopo, reside en haber elevado la fábula, hasta el momento presente como ingrediente auxiliar en otros géneros literarios como la sátira, a género literario autónomo. Consciente de que su obra es muy modesta y él un poeta menor, elige un género humilde para convertirse en la voz de la protesta impotente de los débiles. Por lo demás, aunque algunas de sus fábulas son traducción de las de Esopo, Fedro es un poeta original, que amplía y contamina temas tradicionales, creando fábulas totalmente nuevas que contienen elementos de crítica y de sátira contra la sociedad y la moral propias de la época. Aviano (siglos IV-V d.C.) compuso cuarenta y dos fábulas en distintos elegíacos. De menor valía literaria que la de Fedro y de estilo más barroco, la suya es una obra repleta de calcos léxicos y sintácticos de los poetas clásicos. A diferencia de Fedro, gozó de inmensa fortuna en la Edad Media.
En el año 1600, el pueblo de Nyitra, en Transilvania, contemplaba horrorizado cómo una mente perturbada acababa con la vida de más de quinientas doncellas. La creencia popular susurraba que en los bosques habitaba un demonio que buscaba sangre de jóvenes vírgenes, pero los habitantes de aquellas tierras no tenían dudas de que el destino que sufrían sus hijas estaba relacionado con algo que ocurría tras los muros del castillo de Cachtice. Londres 2013, comienzan a aparecer cadáveres de jóvenes, aparentemente desangradas con antiguos aparatos de tortura. El doctor Emanuel Mason, encargado de investigar el caso, pronto descubre que esta vez tendrá que analizar una de las mentes más sádicas de la historia hasta llegar a los orígenes de un misterioso ceremonial de sangre, un rito milenario practicado por distintas culturas y religiones que aún hoy día es un misterio para el común de los mortales.