Este primer volumen de las Obras completas de San Juan de Ávila comprende: introducciones, fuentes y bibliograf¡a general; biograf¡a de San Juan de Ávila; introducción y texto de los dos "Audi, filia", "Pláticas espirituales", el "Tratado sobre el sacerdocio" y el "Tratado sobre el Amor de Dios". Todos los escritos van precedidos de sus correspondientes introducciones (ahora nuevamente retocadas), en las cuales se da noticia de cada uno de ellos, de las circunstancias en que fueron escritos y de las ediciones que se han hecho de los mismos. Tanto la "Bibliografía avilista" como la "Vida" del Maestro han sido corregidas y aumentadas. A la espera de que San Juan de Ávila, uno de los escritores más relevantes de nuestra literatura espiritual del siglo XVI, sea declarado Doctor de la Iglesia, la lectura de sus obras y la comprensión de su doctrina sigue siendo a todas luces necesaria.
El Cristo de San Damián constituye una preciosa joya de arte y obra de profunda teología. Pero esta maravilla no ha sido aún descubierta ni gustada, tal como nos invita el salmo: «Gustad y ved qué bueno es el Señor». Para hacer conocer las insondables riquezas del Señor se escribe este libro, que constituye un trabajo de seria investigación, de larga maduración y de contemplación de un creyente-poeta. Este Crucifijo de San Damián es único porque representa el misterio pascual completo de Cristo: a la vez muerto, resucitado, su-biendo a los cielos y derramando el Espíritu Santo. También ilumina el misterio de la Iglesia, tal como se aprecia en los personajes con-gregados a la sombra de un Cristo d la frater-nidad. El autor se sirve de los escritos de San Juan como clave hermenéutica fundamental para explicar el Crucifijo. Acude, sobre todo, a su mejor intérprete: Francisco de Asís. Su vida entera y fecunda obra sólo se entienden desde el Crucifijo que le habló: «Francisco, repara mi casa que, como ves, esta en ruinas».
Raimundo Lulio recoge en "Blanquerna" sus experiencias de ermitaño y hace el más cumplido elogio de la soledad; describe la naturaleza con inefable hechizo; traza un plan completo para la reforma de la Iglesia, de la vida monástica y la sociedad; habla de estudios y nos arrebata con las ele-vaciones místicas a las que ascendió, cuyos recuerdos palpitan en la presente obra, la más característica de la inmensa producción luliana.
El autor de esta obra nos regala una nueva biografía de San Rosendo en la efemérides del MC aniversario de su nacimiento. Aquel varón ilustre fue obispo de Mondoñedo y administrador de Iria-Flavia, fundador de Celanova y otros monasterios, defensor y pacificador de la Gallaecia. La presente monografía hilvana con maestría cada uno de los aspectos enumerados, al tiempo que conlleva un atildado sentido pastoral y espiritual para aquellos que se aproximen con sed y apetito de gustar de la belleza y el bien, que se difunden a través de la obra de los santos, en este caso de aquel varón esclarecido de Galicia que fue San Rosendo, cuya sabia sigue alimentando nuestra vida espiritual y humana.
La «Autobiografía» y el «Diario espiritual» contienen la quintaesencia de la vivencia religiosa de San Ignacio de Loyola. Hay entre esas dos obras una íntima vinculación: representan la proyección exterior y la dimensión interior del itinerario del santo. Son como las dos caras de una misma moneda. La «Autobiografía» responde a las instancias de los compañeros de Ignacio, que le urgían a que contara cómo el Señor le había guiado a lo largo de su accidentada existencia. El «Diario espiritual», en cambio, nos habla de su peregrinación interior. Viene a ser como una mirada al microscopio por la que se aprecia la densidad espiritual del camino ignaciano
LA BAC publicó la Biografia de José Manyanet en 1984 y el volumen de sus Obras selectas en 1991. Ahora, con motivo de su canonización por el papa Juan Pablo II, el 16 de mayo de este año 2004, se ha acometido la tarea de editar, de una manera sistemática, sus "Obras completas". Era un deseo largamente acariciado por los Hijos de la Sagrada Familia y esperado por las personas que han recibido algún beneficio espiritual de sus centros pastorales. San José Manyanet, aunque no pretendió dejar una obra sistemática sobre teología, pedagogía o pastoral familiar, y mucho menos literaria, sintió la necesidad de escribir casi siempre en altas horas de la noche para ilustrar y desarrollar los componentes de su vocación y misión en la Iglesia y en la sociedad: la contemplación de la Familia de Nazaret a través del misterio de la encarnación, la veneración, imitación y propagación de sus virtudes y ejemplos y la formación cristiana de las familias, principalmente por medio de la educación e instrucción eminentemente católica de los niños y jóvenes. Para asegurar la continuidad de esta misión, acogió la llamada del Espíritu a fundar el instituto de Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José y el de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret con sus respectivas asociaciones laicales. Estos objetivos pastorales, junto con la formación de los religiosos y la vida y desarrollo de sus instituciones, constituyen el argumento de todos sus escritos. En ellos, en consonancia con las variadas actividades que desarrolló San José Manyanet, se encuentran los principales géneros literarios. El género epistolar, en el abundante e importante epistolario que se conserva; el legislativo, en las obras y opúsculos que se refieren a su actividad como fundador; el pastoral, en los temas esenciales de su carisma: el misterio de Nazaret y su proyección en la vida religiosa personal y comunitaria, en la familia y en la escuela; recurrió también al género autobiográfico por obediencia a su director espiritual; y, por último, se puede hablar de un género apologético en dos obras singulares. «Toda esta actividad literaria como se ha escrito coloca al Padre Manyanet entre los autores eclesiásticos catalanes más importantes de su época».