El error es una constante en la vida de cada uno, y desde demasiado pronto. A veces erramos de manera bienintencionada, otras con verdadera conciencia del mal elegido. Cristo vino a liberarnos del mal libremente cometido, a liberarnos a cada uno, y todas las veces que lo necesitásemos. Y además nuestro arrepentimiento y su acción nos van haciendo, poco a poco, hombres nuevos.Una buena tabla de gimnasia para el cristiano es la de perdonar y pedir perdón. Así pasamos la vida, así borramos el mal del mundo y de nosotros mismos, así generamos alegría y paz.
En la historia de las religiones, los dioses siempre se han distinguido por su poder, un poder guiado por su majestuosidad e incluso por su capricho. En contraste total, los cristianos presentamos un Dios perdedor, niño, mal negociante, pequeño, tierno, esclavo, no entrometido... Sí. El Dios cristiano es un Dios peculiar, un Dios con nombres demasiado extraños para un Dios. Sin embargo, el diablo no tiene nombre sino número. También nos conviene conocer algunas peculiaridades de esta torcida criatura del número 666.En este volumen ofrecemos unos cuantos textos en los que Benedicto XVI habla acerca de cómo es este Dios singular, y otros en los que algo dice de Satanás.
Una narración para nuestro tiempo que nos permite repensar nuestra vida en clave de apertura de horizontes y de esperanza. El desierto es sinónimo de interioridad y de experiencias radicales; de encuentro con personas y con el Misterio que transforma la existencia. El autor, en forma de gran parábola, nos invita a descubrir las claves de nuestra sociedad y la forma de cambiarla en profundidad desde el Espíritu. Todo es don y esfuerzo, gracia y libertad. Este libro puede ser compañero en diversas situaciones y ámbitos: en la pastoral con jóvenes, en la educación religiosa, en la oración personal, en retiros y encuentros...
En el origen de este libro hay una pregunta que los educadores cristianos no pueden dejar de plantearse: ¿Qué es educar? ¿Qué significa, más concretamente, educar en cristiano? ¿Y cómo hacerlo en una sociedad descristianizada? Las contribuciones reunidas en este libro quieren iluminar lo que tiene que ser en estos momentos un proyecto educativo verdaderamente cristiano. Hay en ellas una señal de esperanza: la Iglesia sigue presente y sigue iluminando esa tarea de la educación, esencial en la vida de la sociedad, decisiva para todo ser humano, a la luz de Cristo, el único y definitivo Maestro.
Beatificado en Roma el 1 de mayo de 2011 Un homenaje a Juan Pablo II a través de algunas frases y pensamientos breves, seleccionados de su último año de pontificado, cuando estaba ya sin voz y el sufrimiento se hacía más visible. Recogidos en cinco grandes temas que juntos componen un auténtico legado espiritual. Una invitación a vivir la enfermedad, la muerte, el sufrimiento, la vejez, como signo y voluntad del amor de Dios, realidades que ha testimoniado con su propia vida. Completa la publicación su testamento espiritual.
Estos Comentarios al libro teresiano "Camino de Perfección" releen y glosan cada capítulo de la obra. Se proponen con ello no solo facilitar al lector la lectura comprensiva del texto, sino que lo ayudan a ponerse en la piel de la autora en los tres niveles en que ella va impartiendo su lección espiritual. Primero, entrar en el camino práctico de las virtudes evangélicas y la oración, que conduce a la fuente de agua viva de la plenitud cristiana. Segundo, empatizar con ella y con el Señor en el rezo pausado y meditativo del Padrenuestro. Y tercero, com-partir con la Santa los momentos fuertes, -a veces fortísimos- en que interrumpe el diálogo con el lector, para entablar en directo el diálogo orante o amoroso o contemplativo con el Señor.
Como dice el Cardenal Etchegaray en el prólogo del libro: Madeleine Delbrêl testimonia que una vida del to-do ordinaria, de bautizados, es la vía real hacia la santidad cuando ella sigue obstinadamente los dos grandes mandamientos siempre en ósmosis: el amor a Dios y el amor al prójimo. Este libro de Ediciones populares re-coge en breves páginas el camino de la gran mística moderna, de la buscadora no creyente y de la gran lucha-dora por la justicia.
No se puede volver a loa dieciocho. A los dieciocho años, que es el tiempo de la aventura y de la generosidad. Y Quizá esmejor que sea así. No se puede volver a los dieciocho años, pero sí se puede convivir una semana entre personas que viven en ese tiempo.
Se goza el autor con la sintonía del trabajo que ahora presenta en su "Visión esperanzada" respecto a lo que S.S. Benedicto XVI ha escrito el 11 de octubre de este 2011 en su Carta Apostólica "PORTA FIDEI", en su nú-mero 5: "... Los textos dejados en herencia por los Padres conciliares, según las palabras del beato Juan Pablo II "no pierden su valor ni su esplendor... Siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gra-cia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza" Yo también deseo reafirmar con fuerza lo que dije a pro-pósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor de Pedro: "Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser, y llegar a ser cada vez más, una gran fuerza para la renova-ción siempre necesaria de la Iglesia (A la Curia Romana). Confirmación de estas afirmaciones es lo que se ex-perimenta en la lectura de este ensayo "A los cincuenta años de la Convocatoria del Concilio Vaticano II".
En el corazón de la misión evangelizadora de la Iglesia siempre ha estado el primer anuncio: el anuncio del nombre de Jesús, Hijo de Dios, y de la acción salvadora que Dios ha realizado por medio de su pascua. Pero, si cabe, este primer anuncio se ha hecho ahora más necesario y apremiante en un tiempo en el que poblaciones enteras -sobre todo en países de vieja cristiandad como el nuestro- van dimitiendo del Evangelio e incluso parecen perder el sentido y el deseo de Dios.En la Iglesia no todo es primer anuncio, pero, sin la acogida del anuncio de Jesucristo y del Dios que en él se revela, difícilmente todo lo demás será reconocido como comunicación divina y fuente de liberación. Es necesario reconocer de una vez por todas que la pastoral del primer anuncio se ha convertido entre nosotros en una urgencia, máxime cuando las acciones ordinarias de nuestras parroquias, movimientos y comunidades se agotan en sus propias inercias. Solo aceptando el reto del primer anuncio nuestra Iglesia podrá combatir el cansancio rutinario que la paraliza y recuperar el vigor que nuestro tiempo le exige.
¿Qué ocurre cuando tomamos el cuerpo como verdadero quicio de nuestra reflexión teológica, como el lugar teológico por excelencia, el sitio escogido por Dios para revelarse en plenitud al hombre? ¿Qué forma de entender el mundo, la persona humana y Dios resulta de esta perspectiva? ¿Y cómo puede esta visión orientar nuestros pasos en este momento cultural? No hay nada más opuesto dice el Card. Angelo Scola en el Prólogo al Dios cristiano y al Dios de la Biblia que una religiosidad espiritualoide y abstracta, que no toma en serio el método de la encarnación con que la misma Trinidad ha querido comunicarse a nosotros en Jesucristo.
Con estas páginas pretendemos ofrecer unas claves que ayuden a penetrar en la maravillosa riqueza que es y supone la familia cristiana para la persona humana y, por ende, para la Iglesia y la sociedad. Acercarse de manera adecuada al ser y a la misión de la familia exige siempre partir de la consideración del matrimonio, no solo porque es su origen y fuente, sino porque, como tal, es la primera forma de familia. Del matrimonio, la familia recibe su configuración y dinamismo; y del sacramento del matrimonio, lo recibe la familia cristiana. De intento, hemos evitado las discusiones y cuestiones fronterizas, por lo que nos hemos ceñido a lo que es permanente y fundamental.
Entre las muchas razones que nos regaló, en su día, el sacerdote y escritor J.L. Martín Descalzo faltaban razones para tener fe. En este libro hemos recopilado y organizado doscientas citas que, de una u otra manera, abordan el tema siempre actual de la fe. No faltan en las citas el ingenio de las imágenes y metáforas, la frescura de las opiniones, la profundidad de las respuestas, la capacidad de síntesis, la sabiduría de los sencillos, la actualidad de las propuestas y el compromiso sincero. Los veinte apartados rezuman una fe que es entusiasmo y alegría desbordante. Una fe siempre necesitada de profundización y de apertura transparente al mundo. Una fe en Dios Padre que nos ama, en su Hijo Jesús que ha dado su vida por nosotros. Citas que abren el apetito para seguir leyendo y releyendo a este maestro espiritual.