El autor nos sugiere airear nuestra mente, abandonar preocupaciones banales, descargar el pesado fardo de inutilidades que nos vamos echando a la espalda. Nos acerca a Dios que nos circunda, nos inunda y es más cariñoso y tierno que el mejor de los amigos. El dios poliédrico, de innumerables rostros terribles, es ahuyentado por Jairo con total seguridad. Y, al mismo tiempo, nos va descubriendo, con sencillez, un Dios «enamorado» que se deja encontrar gozosamente por quien vuelve a sus brazos y no quiere vivir como «hijo pobre de Padre millonario». Una renovada y esperanzadora mirada a Dios y a la comunidad eclesial.
La escuela es consciente de los profundos cambios culturales que hemos experimentado en las últimas décadas. Por eso genera intensos debates en la sociedad: qué tipo de escuela, qué forma educativa, qué modelo de enseñanza, qué maestro, qué proyecto educativo, qué tiene que ver la religión en la educación.De ahí que el libro ofrezca algunas reflexiones y propuestas para la Escuela Católica, situadas en el contexto de la nueva evangelización y de la emergencia educativa, planteando iniciativas referidas a la comunidad, al proyecto educativo y a los mismos educadores.
Al hilo de los días han ido brotando ramilletes de pensamientos y de sentimientos que ocupan estas páginas. Los textos que se presentan han ido apareciendo a su tiempo, desde el otoño de 2006 a la primavera de 2011, y su contenido está articulado en distintos bloques: artículos publicados en la prensa local, colaboraciones en una revista de difusión nacional y, como anexos, discursos, conferencias y hasta poemas, todo ello debidamente ordenado. Todos ellos traducen el afán periodístico de autor de mezclar lo local con lo mundial, lo literario con lo histórico, lo actual con lo pasado y lo humano con lo divino.
Para Dom Agustín Guillerand (1877-1945), figura relevante entre los clásicos modernos de la espiritualidad cartujana, el amor de Dios es el fundamento de todo. Esta es la intuición simplicísima e inagotable que el autor nos transmite en todos sus escritos. En estas páginas, comentando el Evangelio de san Juan, su espíritu se eleva y nos hace descubrir un mundo nuevo, "el mundo en el que nos olvidamos para entregarnos, donde nos encontramos perdiéndonos, donde se crece mediante la pequeñez aceptada. Para entrar en este mundo tan diverso al nuestro no es necesario haber alcanzado las altas cumbres de la perfección; una sola condición hace falta: el don de sí, la disposición de la voluntad que se pone de acuerdo con la voluntad del Amor...". En estas páginas Dom Guillerand, de la mano de san Juan, nos hace entrar en el mundo infinitamente simple de Dios.
En este libro se recogen meditaciones sobre los misterios de la vida de María que se celebran a lo largo del año litúrgico en la Cartuja. Una contemplación, a modo de epílogo, del Icono de la Ternura completa el libro. Su autor es André Poisson (1923-2005), General de la Orden durante treinta años (1967-1997) y de quien se ha publicado ya en esta misma colección Acoger a Cristo. En estos escritos sencillos, de elevada unción y profundidad, Dom André nos enseña a mirar a la Virgen, a orar con y como ella, a descubrirla como maestra espiritual, a acogerla como Madre, pues ella no cesa de engendrarnos espiritualmente a la vida de Cristo.
En este libro se recogen algunos Sermones de Dom Juan Bautista Porion a su comunidad de la Cartuja de la Valsainte (Suiza), llenos de enseñanzas y vivencias espirituales válidas para todo cristiano, Es difícil encontrar tanta elevación y tanta simplicidad armónicamente unidas. Dom Porion habla, de modo claro y directo, de las cosas más esenciales de la vida cristiana. Escuchándole comprendemos por qué son "felices los que creen", tal como proclamó el Señor al final del evangelio, y descubrimos claves decisivas para alcanzar esta bienaventuranza de la fe y vivir en el gozo de Dios.
Quien se ha acercado a la recia personalidad de Francisco Palau habrá percibido una imaginación fulgurante y desbordada; también un corazón ardiente y pasional. Imposible que estos y otros rasgos personales de su ser y de su estilo de pensar no hayan dejado huella en sus escritos. Su pluma se carga frecuentemente de intenso y vibrante lirismo al describir sus íntimas experiencias vitales o al contemplar ensimismado las maravillas esparcidas por el cosmos. Ejemplos de estos rasgos literarios y vitales de Francisco Palau desfilan por las páginas de este libro. Se recogen en él también textos capitales de vivencia y doctrina nuclearmente eclesiales del autor. Todos ellos, al fin, expansiones de su corazón enamorado, apasionado por la iglesia.
Este libro nos invita a introducirnos en la plegaria eucarística, corazón de la Eucaristía, desde la acción de gracias y la alabanza. Es una propuesta para comprender, vivir y testimoniar la plegaria eucarística. Nos sumergimos en el agua viva que nos ofrece la celebración; y, desde ahí, nos comprometemos a hacer vida como Iglesia en medio del mundo al acontecimiento pascual que se nos regala amorosamente.
Dirigiéndose a jóvenes y a familias, el autor ha querido escribir lo que le sugirió la muerte en accidente, como de tantos otros, de un joven conocido llamado Fernán. En este libro trata de expresar que la clave de toda la pastoral juvenil es que seamos siempre, con la gracia del Señor, jóvenes que, como Fernán, digan al mundo "cómo sabe Dios". Jóvenes capaces, con su vida, de contar "un cuento, un beso y una flor", y perderse.
Cuando leemos los escritos de san Agustín no tenemos la impresión de que sea un hombre muerto hace más o menos mil seiscientos años, sino que lo sentimos como un hombre de hoy, un amigo, un contemporáneo que nos habla que nos habla con su fe fresca y actual. Nos habla en sus escritos, vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Podemos ver que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer, es siempre actual porque realmente Cristo es ayer, hoy y para siempre. El es el Camino, la Verdad y la Vida. De este modo, san Agustín nos anima a confiar en este Cristo siempre vivo y a encontrar así el camino de la vida".
Con ocasión del vigesimoquinto aniversario de su pontificado, Juan Pablo II recoge en esta Exhortación las conclusiones del Sínodo de los obispos del mundo que se celebró en el Vaticano entre el 27 de septiembre y el 30 de octubre de 2001. "Viviendo como hombres de esperanza y reflejando en el propio ministerio la eclesiología de comunión y misión, los Obispos deben ser verdaderamente motivo de esperanza para su grey."
Todo un bellísimo conjunto de palabras e imágenes para que de nuestras brasas, a veces mortecinas, resurja la fe y vuelva a creer que estamos mucho más cerca de la Luz de lo que pensamos. Amigo lector, te aseguramos que con verdadero orgullo y lágrimas en los ojos sentirás cada imagen y palabra que los autores han plasmado en este precioso libro.