Ir al contenidoMinisterio y actividad pastoral cristianas
Este libro es, ante todo, una pequeña enciclopedia sobre Teresa y Juan y sobre los puntos de sus reflexiones que necesitan una aclaración. Es también una pequeña antología de sus poemas, pensamientos y reflexiones. El autor nos acoge siempre como a personas que no sabemos gran cosa del tema, pero que queremos saber.
Nuestro tiempo ha sido testigo de un resurgimiento de interés por la mística de Occidente. Se diría que el pe-regrinar a Oriente en busca de caminos espirituales tales como el Zen, el Yoga y otros, cambia ahora de sentido y quiere volver a buscar su tradición y su propia herencia espiritual. El interés actual por la mística cristiana for-ma parte de un ansia muy generalizada de meditación de contemplación y de hondura, no solo a nivel académi-co sino de gentes de a pie. En este clima, los que buscan un guía místico poco pueden hacer mejor que dirigirse al autor anónimo del siglo XIV, autor de varios tratados místicos originales de los que ofrecemos aquí los dos más importantes: La Nube del No Saber y el Libro de la Orientación particular
Es posible que algunos tachen de ingenuidad el recuerdo de aquellos Catecismos clásicos como el Astete y el Ripalda, que formaron en el pasado a tantas generaciones de cristianos. Sí, ya sé que los pedagogos mo-dernos han levantado su voz contra el método memorista; pero lo que en la práctica consiguieron fue hacernos caer en el extremo opuesto de un conceptualismo ininteligible para los niños e inútil para los adultos. Actualmen-te los niños no entienden mejor los nuevos Catecismos y no se les urge la necesidad de aprenderlos de memo-ria; cuando lleguen a la mayoría de edad, caerán en el ateísmo práctico con todas sus consecuencias ante la imposibilidad de querer y practicar lo que desconocen.
Vivimos tiempos de inquietud y de zozobra, de tensiones y ansiedades. Hay prisa para todo, los nervios están a flor de piel. Cada día sufrimos la insoportable presión de las colas y los atascos del tráfico. Las impaciencias se disparan más aún cuando aparece la enfermedad o el dolor, o los apuros económicos no permiten llegar a fin de mes. ¿Qué puedo hacer -se preguntan algunos- para desacelerar y rebajar tanta tensión? ¿Dónde conseguiré la paz y el sosiego que necesito? En "Vencer la impaciencia" se dan respuestas a estos interrogantes. En tono ameno y sencillo, ilustrado con ejemplos y anécdotas sugerentes, el lector encontrará pistas que le llevarán al aprendizaje de la paciencia. Pronto notará que sus frutos, abundantes e inmediatos, repercuten en su vida cotidiana. La lectura de este interesante libro es como una bocanada de optimismo, de ilusión y esperanza, impulsando al lector a ser constructor de paz y alegría en medio de un mundo sumido tantas veces en el pesimismo y la tristeza. Gracias a su paciencia, el hombre de bien podrá superar el odio con el amor, la venganza con el perdón, la intolerancia con la comprensión. De todos se sentirá amigo, de nadie enemigo. Antonio Fuentes Mendiola es doctor en Teología y profesor de Sagrada Escritura. Ha publicado diversos libros de tema bíblico, antropológico y espiritual. Entre otros, Qué dice la Biblia (Eunsa), el Nuevo Testamento, ¿Entiendes a tus hijos, Aprender a madurar (Rialp), y La fortaleza de los débiles, en esta misma colección.
Benedicto XVI nos dice que San Pablo se entregó totalmente por la unidad y la concordia de todos los cristianos. Pero antes, tuvo que luchar mucho. Su conversión, aunque parezca tan simple como caerse de un caballo, no fue fácil. La vida de Pablo fue, según sus propias palabras, un duro combate. Todos conocemos sus peripecias, viajes, tempestades y apostolados. Y si no, el libro de los Hechos y sus Cartas son una buena fuente. Aquí he querido meditar su conversión, el punto de partida. Ese encuentro con la humanidad de Jesús y esa búsqueda de la unidad y la concordia dentro de sí mismo. Primero, ordenó su interior. Luego, salió al mundo. Pero eso fue luego. Como de pasada, nos hablan los Hechos de un tiempo esencial de preparación, de oración, de desierto, de luchas internas. Sin una búsqueda de Dios en nuestro corazón, sin un encuentro fulminante con nuestra propia humanidad, cuyo modelo es la de Jesús, no tenemos nada, no podemos entregar nada, ni entregarnos a nada. En Jesús brilla el resplandor de la Verdad, que todos los hombres buscamos y que cegó a Saulo y lo convirtió en San Pablo. Hay que dejarse cegar, inundar, iluminar con la luz de Cristo. Es hora de quitarnos las gafas de humo que tanto nos protegen del brillo del sol, y de que nos rindamos.