Hace más de 4.000 años, en una vasta región regada por las milenarias aguas de los ríos Tigris y Éufrates, floreció y se desarrolló un conjunto de extraordinarias civilizaciones que, con el tiempo, se conoce como civilización mesopotámica. Una cultura que destacó no sólo por sus impresionantes obras artísticas y de ingeniería, sino también por poseer una enorme inventiva y una profunda capacidad de estudio y observación.
El relato de las aventuras de Gilgame, antiguo monarca mesopotámico que, según la tradición oriental sumeria y asirio-babilónica, reinó sobre la ciudad de Uruk, no es sólo bello y cautivador como una fábula. Es también un texto complejo y lleno de problemas de carácter filológico, histórico y psicológico. Las leyendas en las que se basa el poema épico de Gilgame, transmitidas durante más de dos mil años y difundidas por un área que abarca desde Mesopotamia a Anatolia y desde Palestina a Irán, se fueron enriqueciendo continuamente con situaciones y personajes, llegando a convertirse en una auténtica síntesis de la cultura del mundo oriental anterior a la cultura griega. El heroísmo y el amor, el dolor y la amistad, la gloria y el destino, todo aquello que era importante y significativo para el hombre oriental, encontró un eco en la figura de Gilgame y su epopeya. Este libro pretende acompañar al lector a lo largo del Poema de Gilgame como una guía que sigue el desarrollo de la narración y desvela al mismo tiempo todo el escenario de carácter ritual, mágico, religioso e histórico. Se suma así a la cuidada traducción y edición de la Epopeya de Gilgame, rey de Uruk (2005) publicada en esta misma Editorial.
Una de las facetas de las que Lawrence de Arabia se sentía más orgulloso era la que había llevado a cabo como arqueólogo en las excavaciones del Carquemis, en la Siria ocupada por los turcos, antes de ser llamado a filas desde El Cairo (1912-1914). Su compañero de aquellos años, C. Leonard Woolley, llegaría a alcanzar las cotas más altas de su profesión como descubridor de los yacimientos de Ur de Caldea, en Mesopotamia, hoy Irak. Ese sería el escenario de la novela de Ágata Christie Asesinato en Mesopotamia, y también allí la escritora encontraría a su segundo marido, ayudante de Woolley.
Honestidad, claridad y mirada alta son tres rasgos escogidos que bien pueden caracterizar este escrito, obra de uno de los mayores especialistas en la civilización mesopotámica. De la primera a la última página late el decidido propósito de ir al encuentro de los hombres ribereños del Éufrates y del Tigris. El libro está inspirado en gran medida en «Lo Santo» de Rudolf Otto. El fenómeno religioso en cuanto tal, visto desde los individuos que lo viven, le dio las pautas a Bottéro para llevar lo común del hecho religioso al estudio de una tradición particular. Tres milenios densos de religiosidad pueden estar muy próximos de los que, educados por la cultura occidental, tanto adeudamos a nuestros antepasados de Oriente.
Nuestros ancestros, los mesopotámicos, inventaron la escritura y gracias a ella pudieron mirar el mundo que los rodeaba de una manera diferente, y al tiempo construyeron una nueva forma de pensar, de analizar, de ordenar como jamás le hubiera permitido la tradición oral. En la búsqueda de la razón última de ser de este universo y del último sentido de nuestra existencia humana, edificaron toda una suntuosa y sabia mitología que anunciaba ya entonces aquella con la que Israel construirá su " teología " , que sigue siendo la nuestra. Jean Bottéro pretende en este libro acercarse al límite mismo de la Historia (que comienza, en efecto, en el país de Sumer, donde nació la escritura) y, con el enorme tesoro que suponen las tablas cuneiformes, descubrir otros balbuceos más arcaicos de nuestra propia filosofía.