Han pasado tres décadas desde el peor accidente atómico de la historia, ocurrido en la planta nuclear de Chernóbil en la actual Ucrania. El fotoperiodista Kazuma Obara recorrió este país entre febrero de 2015 y abril de 2016 para recuperar la memoria de lo ocurrido. Exposure es el resultado de esa labor de investigación. Galardonado con el premio World Press Photo 2016 en la categoría Historias, el trabajo de Obara se presenta en una caja que contiene dos fotolibros y la réplica de un periódico de la época.
Guy Roland es un hombre sin pasado y sin memoria. Ha trabajado durante ocho años en la agencia de detectives del barón Constantin von Hutte, que acaba de jubilarse, y emprende ahora, en esta novela de misterio, un apasionante viaje al pasado tras la pista de su propia identidad perdida. Paso a paso Guy Roland va a reconstruir su historia incierta, cuyas piezas se dispersan por Bora Bora, Nueva York, Vichy o Roma, y cuyos testigos habitan un París que muestra las heridas de su historia reciente. Una novela que nos sitúa ante un yo evanescente, un espectro que trata de volverse corpóreo en un viaje de retorno a un tiempo olvidado. Pero esta búsqueda es también una poderosa reflexión sobre los mecanismos de la ficción, y Calle de las Tiendas Oscuras es una novela (inédita en España y que en su día ganó el Premio Goncourt) sobre la fragilidad de la memoria que, sin duda, perdurará en el recuerdo. «Siempre a la caza de los espectros del pasado, empezando por los de la Ocupación, período tabú de la historia francesa. Y Modiano será el primer gran novelista francés en exorcizarlo» (Delphine Peras, Lire).
El día en que, en los bosques que rodean Blossom Creek, encuentran al señor Parson asesinado por el disparo de una escopeta, la policía no tiene dudas: ¡ha sido un accidente de caza! Emily no está tan segura, pero el inspector Mulberry cree firmemente que debe mantener a la Agencia Wright fuera de la investigación. De todas formas, el misterio llama a la puerta de Emily y Linda cuando un desconocido les hace el más increíble de los encargos: investigar ¡sobre él! El hombre ha perdido la memoria, pero se halla convencido de que le ha sucedido algo grave, y la única pista es una maleta desaparecida
Hay un dicho latino de origen medieval que acude a la memoria leyendo estas experiencias de un juez: «No hay verdadera justicia sin bondad» (Nulla iustitia est vera sine bonitate). ¡La verdadera justicia, casi nada! Algo inalcanzable, y en cualquier caso temerariamente incierto. «No juzguéis y no seréis juzgados», se dice en los Evangelios, pero ¿qué pasa cuando uno está en esta vida, profesionalmente hablando, para juzgar, cuando se juzga por obligación porque se es juez? ¿Se espera de él que sea como una máquina de dispensar sentencias -es tentador el uso aquí del verbo despachar- pulsando las teclas de los códigos legales que corresponden a cada asunto? A tal delito probado, tal castigo, quizá con un tanto por ciento de descuento por los atenuantes que establece la ley; o al revés, con mayor pena por premeditación, nocturnidad, alevosía, etc. Todo previsto y regulado, bien medido, sin posible error ni alternativa. Olos jueces no deberían serlo sin bondad, administrando justicia, por así decirlo, después de consultar con su corazón. Sistema tan subjetivo que no permitiría dar sentencias sólidas, con base legal. Entre los dos extremos, la impasibilidad (que en latín significa, ay, ser incapaz de sentir) y la efusión del sentimiento, los jueces parecen condenados por sí mismos a desdoblarse dramáticamente en dos personas antitéticas, tal vez inconciliables. Al leer estas páginas de Miguel Ángel del Arco Torres se revive este conflicto interior que no tiene solución. Dura lex, se suele decir, pero hay que atenerse a ella y, en medio de la intrincada selva de casos judiciales que se nos describen, no es posible dejar de sentir compasión por tantas víctimas de la justicia ciega, y quizá no siempre hecha en beneficio de los más débiles. Y es inevitable pensar que cuando uno de éstos va a ser aplastado por la maquinaria de las leyes, ¿por qué no saltárselas a la torera prestando oídos a la conciencia? En el capítulo cuarenta y dos de la segunda parte de El Quijote el caballero da unos consejos a Sancho para que sea buen juez en el gobierno de su ínsula; máximas de oro, llenas de bondad y sentido común, como «no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo», o «si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia», término este último que remite etimológicamente a un corazón que se apiada. Cervantes, tan humano, que sufrió penas de prisión, por lo que creemos saber a causa de jueces demasiado severos, sugiere que hay que ser bueno, y el príncipe Hamlet viene a decir lo mismo cuando recuerda a Polonio que hay que tratar a los demás mejor de lo que se merecen, ya que si los tratamos según sus méritos, «¿quién se iba a librar de unos azotes?». Estamos hablando de una novela, de una obra de teatro, es decir, ficciones, mentiras, aunque muy significativas, pero en la vida cotidiana es dudoso que pueda hacerse lo mismo. Dudoso y muy difícil. En cada página de este libro de Miguel Ángel del Arco Torres se advierte un desgarramiento moral, preguntas que no tienen respuestas claras, siempre el desánimo y la desazón de vivir unas situaciones que casi nunca admiten una salida digna. Aquí Su Señoría (por cierto, un pomposo título, prácticamente nobiliario, para personas puestas en el fiel de la balanza) se despoja de su toga y comparte con nosotros sus dudas, su inquietud, a menudo su dolor ante todo lo que pasa por sus manos. En forma de papeles, aunque en cada uno de ellos hay vidas. Es quien tiene que «administrar esta cosa sutilísima, invisible, casi fantástica, que se llama Justicia, y que los hombres aseguran que no existe sobre la tierra», según palabras de Azorín (y hay que ver qué adjetivos tan certeros encuentra el escritor). Como si manejara a golpe de fórmulas legales personas de carne y hueso, y él, con temor y temblor, tuviera que decidir su destino, haciéndose responsable de lo que será de ellos. Antes los jueces se veían como un poder oculto y casi inaccesible, proverbialmente se decía de alguien que tenía cara de juez cuando se mostraba adusto y catoniano; parecían como una emanación de la abstracta Justicia; en el cine los veíamos como la última palabra que zanjaba nuestros conflictos, severos, inflexibles, ¿eran de este mundo? Y de ellos se hablaba muy poco, parecían lejanos, impersonales. Todo ha cambiado, ahora en la prensa y en la televisión hay muchas noticias de jueces, conocemos su nombre, su semblante, los casos en que se ocupan, si entran o salen de un juzgado les asedian periodistas y fotógrafos, y las cámaras registran su aire esquivo y superior, siempre con prisas, sin rebajarse a contestar a lo que les preguntan. Algunos son verdaderas vedettes, y su nombre es casi tan popular como el del más célebre de los futbolistas. La carrera judicial les viene estrecha, no ocultan su ambición, escalan puestos, entran y salen de la vida política, quieren ser por lo menos ministros, si nomás, y no le harían ascos a juzgar desde altísimos sitiales a los hombres más malos del mundo entero. Sus sentencias son controvertidas y más o menos inexplicables, manifiestamente reciben consignas de los que mandan, retrasan años y años los asuntos que conviene retardar, sin dar explicaciones... El juez que se confiesa en este libro no es de ésos. Es un hombre que ha visto y padecido muchas cosas, desde la posguerra hasta hoy, de origen modesto y a quien nadie le ha regalado nada; tiene una larga experiencia de inocentes atropellados por la ley, de sinvergüenzas, de casos de abuso y venalidad, de situaciones que no se pueden resolver. También de hombres justos que han hecho lo posible: cumplir con su deber. Porque en el laberinto del mundo judicial no faltan las personas buenas, con rectitud de criterio, conscientes, ejemplares. También ellos son la Justicia, aunque a menudo parezcan menos visibles, porque lo monstruoso llama más la atención. Alguien dijo que con los buenos sentimientos se hace la mala literatura, y tal vez se equivocó por el afán de hacer una frase cínica. Pero lo cierto es que en la historia de la novela se recuerdan más las caricaturas atroces que las visiones más ponderadas. Seguimos leyendo El primo Pons de Balzac, Casa desolada de Dickens, El proceso de Kafka... Atropellos, injusticia, venalidad, horrores... Miguel Ángel del Arco Torres no es precisamente el primero en denunciar estas lacras, el lado oscuro de la ley, pero si algún lector quiere equilibrar la balanza contando experiencias muy distintas, se le agradecerá la puntualización. Como suele decirse, cada cual habla de la feria según le ha ido. Y este juez que ha vivido mucho ¿qué puede hacer? Pues contarlo, con pasión y humildad, sin escándalo, evitando los nombres propios, pero con todos los detalles, para que no quepa la menor duda. Seriamente, porque los temas son serios, pero también con mucho humor, que es la sal de la vida, con un sinfín de pormenores chuscos y disparatados que configuran una magnífica crónica de la vida judicial. A veces con fantasías irónicas, otras descendiendo a descarnadas anécdotas, siempre ameno, expresivo, claro, para que le entienda todo el mundo, para que sepamos cómo se puede ser juez y sobrevivir a esos duros trances. En ocasiones narrando episodios de pura chanza, porque en la vida hay de todo, a menudo con sucesos terribles que dejan un poso de amargura, porque no siempre se pueden resolver los problemas con la ley en la mano; sin olvidar evocaciones personales, historias agridulces, fantasías divertidamente reveladoras (como la del «juez de la horca», que el cine ha hecho imperecedera y que podremos leer en la segunda parte de estas memorias), paradójicas situaciones («El mecanógrafo pensante») que nos hacen descubrir el envés de las sentencias más solemnes. También se nos habla de personajes -testigos y peritos falsos, confidentes o soplones- que son el lado oscuro, y puede que necesario, de la Justicia. Miguel Ángel del Arco Torres sabotea el abstruso ritual del lenguaje forense -secreto para los profanos, es decir, para casi todo el mundo, no sea que alguien pueda entenderlo y discutirlo- y, con tacto y una fina sensibilidad, rehúye las moralejas; no quiere teorizar, dejando que los hechos hablen por sí mismos; se sitúa pulcramente al margen de las trifulcas políticas; más que presumir de tener razón, quiere poner al descubierto la verdad de los dramas que ha vivido. No aspira a demostrar nada, la realidad no se demuestra, sólo se hace visible. Para que entendamos. La Justicia, así, con mayúscula, se ha representado mil veces en la historia del arte; fijémonos en una de sus alegorías: en la basílica de San Pedro al admirable Bernini se debe el monumento al papa Urbano VIII. El Pontífice, en bronce, levanta la mano derecha para bendecir -quizá también para imponer su autoridad, no se sabe-, a sus pies el sepulcro, del que sale una figura alada de la muerte, y a ambos lados, apoyándose en el sarcófago, en mármol blanco, el Amor (Caritas), la mayor de las virtudes cristianas según san Pablo, y la Justicia, la principal de las virtudes cardinales. La Justicia lleva una enorme espada, símbolo de su autoridad y poder, pero no la empuña, la deja descansar sobre el hombro; a diferencia del Amor, que sonríe dando el pecho a un niño, parece pensativa, ensimismada, en lo que alguien ha llamado «un éxtasis de tristeza» que tal vez busca inspiración en las alturas o dentro de sí misma. Un amorcillo juega entre los pliegues de su manto, como podría hacer un niño travieso, porque la vida cotidiana no le puede ser ajena. Y desde luego no tiene ninguna venda ante los ojos, es muy posible que lo que haya visto no fuera halagüeño, somos así, no cabe la menor duda, y reflexiona cavilosamente. Antes de echar mano al espadón hay que pensárselo bien y, por qué no, dar testimonio de lo vivido. Señoría, gracias por estas palabras doloridas y exigentes que no sólo hablan de una profesión muy difícil («imposible» la considera Azorín), sino que también retratan la condición humana y nuestras contradicciones
En el medio adverso del desierto de la Trab el-Bidán (Sáhara del Oeste), la medicina y farmacia ¿tradicional` ha evolucionado de generación en generación gracias a la transmisión oral de la memoria colectiva fruto de las experiencias habidas de curación de enfermedades y de tratamiento de heridas, tanto en hombres como en animales.El texto recoge tal proceso presentando asimismo la relación existente en el ámbito ¿tradicional` entre medicina-tratamiento y farmacia-medicamento.
Los médicos y otros profesionales sanitarios tratan con la vida, la muerte y la enfermedad. El médico judío Maimónides rogaba, en el siglo XII, porque "siempre me inspire el amor a la ciencia y a sus criaturas". Sin embargo, este deseo ha sido cercenado en multitud de ocasiones a lo largo de la Historia. Las mayores aberraciones cometidas por profesionales vinculados a la salud tuvieron lugar en el pasado siglo XX, en los años previos a la II Guerra Mundial y durante la misma. Baste como ejemplo los experimentos médicos o la implicación de los sanitarios en los programas de "muerte caritativa", en los que se asesinaron a más de 250.000 enfermos discapacitados, durante el régimen nazi, o los campos de experimentación médica que el Ejército Imperial japonés instaló en Manchuria, donde incluso se llegaron a practicar vivisecciones. En fechas más recientes, se han cometido abusos y torturas por parte de médicos en las dictaduras sudamericanas, o en los genocidios de Camboya y Ruanda. Sirva esta obra para aprender del pasado, para obtener conclusiones de las graves transgresiones éticas cometidas por algunos médicos y enseñar a las generaciones presentes y futuras el verdadero significado de la Medicina… Y sirva también para honrar la memoria de las víctimas.
Este libro trata de remedios, tratamientos, medicinas, curas y complementos dietéticos naturales, y de lo que científicos, médicos y pacientes dicen y hacen al respecto. En resumen, Remedios milagrosos es el resultado de una investigación personal de la autora para demostrar la validez de los remedios naturales, su creciente integración a la medicina oficial y lo más importante, es la respuesta a qué y cómo utilizar todo esto de manera eficaz y sin riesgo alguno.La idea de que las substancias naturales tienen su lugar en la medicina moderna se está extendiendo y atrayendo la atención de reputados médicos, científicos y prestigiosos centros de salud. Este fenómeno está dando lugar a numerosas investigaciones en fitoterapia cuyos resultados son tan espectaculares que han evidenciado el enorme potencial de los remedios naturales tales como los que Jean Carper nos describe en este libro:- Un asombroso revitalizador del corazón- El Prozac de las plantas- La asombrosa píldora natural que mejora la memoria- La fibra de pomelo acaba con el colesterol y destapa las arterias- La poderosa aspirina de la naturaleza- Un remedio eficaz contra la osteoartritis- El valium divino- El remedio natural para el hígado que realmente funciona- Una solución de la naturaleza contra los mareos- Un exótico calmante- El remedio para la próstata- Sorprendentes soluciones contra la gota- Un extraordinario bálsamo para los vasos sanguíneos- Una potente terapia contra el cáncer- Un desconocido analgésico natural- Maravillosos remedios para el corazón
Tras el golpe militar de 1936, la purga que los sublevados ejercieron sobre los profesores universitarios afectos a la República fue atroz. En el caso de Santiago, del total de docentes a la altura del alzamiento, 150, es decir, más de su cuarta parte, fueron punidos, de una u otra manera, pues, tal y como se ha afirmado, cada vacante de un vencido generaba una oportunidad para un vencedor. Estas páginas se consagran a recuperar, para la historia de la medicina y nuestra memoria civil, la figura de Luis Morillo Uña (Badajoz, 1901-Santiago, 1937), catedrático de Obstetricia y Ginecología en la Universidad de Santiago de Compostela entre agosto de 1935 y julio de 1936, en que fue cesado, y decano de su Facultad de Medicina apenas en el mes inmediato al estallido de la Guerra Civil. Víctima de un insoportable clima de vae victis, el 4 de enero de 1937 Morillo puso finn a su vida.
No es fácil que un hombre escriba unas Memorias, dada la complejidad para rememorar hechos y circunstancias, y repasar toda una vida; luego valorar el conjunto y llevar a cabo una selección, y ponerse a redactar con coherencia, pretendiendo hacer algo con calidad literaria y frescura, con anécdotas de todo tipo y dando protagonismo a los personajes y momentos que han marcado tu vida. Y si después se publica, habrá que captar el interés del lector o que éste sea benévolo con el libro. La autobiografía del doctor José García Galera (Lucainena de las Torres, 1923) es un libro bien escrito, entretenido y sugerente. Sus armas para el triunfo en la vida han sido siempre las mismas, y así se las ha transmito a los suyos y ahora a sus lectores: hacer frente a las adversidades con trabajo, voluntad y sacrificio, para aspirar y lograr las metas pretendidas. Un hombre nacido en el seno de una familia liberal, con un padre bien situado, pero cesado de su puesto al finalizar la Guerra Civil por haber sido masón?, no le quedó a éste y a los suyos otra salida que volver al pueblo, a la tierra primigenia de Almería, aunque fuera temporalmente, para luego emigrar como tantos almerienses a las Cataluñas, donde con sacrificio don José se hizo médico, ingresando en el hospital de San Pablo, donde destaca en el Servicio de Patología Digestiva y en la docencia, tanto en la Escuela de Patología Digestiva como en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Pablo. Dado su amor por nuestra tierra colaboró en sus primeros años en la Casa de Almería en Barcelona, y desde esta institución se facilitó la posibilidad para operar en el Hospital de San Pablo a cientos de almerienses desquiciados con enfermedades graves, en una época en que muy pocos contaban con Seguridad Social, y había que hacer milagros para salvar la vida de muchos enfermos necesitados. Quizá sea ésta la contribución más meritoria: la ayuda, la solidaridad, el altruismo, la entrega a su profesión, sin mirar de quién se trataba y si podía o no pagar el servicio prestado.
La medicina natural recomienda el vinagre de sidra para prevenir y mitigar afecciones como resfriados, infecciones, dificultades respiratorias, osteoporosis, trastornos digestivos o migrañas. Además, contribuye a mantener la piel tersa y suave, y potencia la memoria y las facultades mentales en general.
?250 casos escritos por estudiantes que sobresalieron en el USMLE Paso 2, Casos que destacan enfermedades y conceptos relevantes para el examen, preguntas abiertas que activan la memoria y respuestas que destacan el material contenido en el examen, más de 1000 imágenes, diagramas y cuadros para un rápido aprendizaje. Dirigido a residentes.
Manual que abarca todo el campo de la neurología, con su variada patología. Es un libro tanto de texto como de consulta, de organización muy clara y didáctica, con gran número de tablas, gráficos y fotografías.Escrito por 50 colaboradores, entre neurólogos clínicos, docentes e investigadores de diversos estados (EE.UU.) y dirigido no sólo a estudiantes de Medicina de ciclos clínicos, sino también a residentes y especialistas, ya sea de Neurología, Atención primaria o Medicina interna, que necesitan conocimientos presentados de forma concisa, actualizados y de fácil acceso, para diagnosticar y tratar los trastornos neurológicos que se presentan en adultos y niños. Ofrece respuestas prácticas a los trastornos más comunes, como pueden ser las cefaleas, los trastornos del sueño o los mareos, pero también a otros de importante repercusión por su gravedad o prevalencia, como los trastornos del movimiento, las infecciones del sistema nervioso central, la epilepsia, la pérdida de peso, las demencias y la pérdida de memoria, así como ciertos problemas psiquiátricos. Así mismo, aborda temas de actualidad, como el abuso de sustancias o las enfermedades por priones. Los capítulos se estructuran partiendo de consideraciones generales, para pasar después a cuadros clínicos concretos, con los estudios complementarios precisos para el diagnóstico, y finalizando con el pronóstico y tratamiento de las entidades descritas,
Bacteriología médica basada en problemas es una obra que aborda en forma multidisciplinaria los temas de enfermedades infecciosas causadas por bacterias. Pretende favorecer el razonamiento sobre la memoria en el aprendizaje de la medicina. Su principal objetivo es proporcionar información que explique desde el punto de vista molecular la interacción hospedero-parásito, estableciendo signos y síntomas en la evolución de la enfermedad, mostrar las herramientas desarrolladas para llegar al diagnóstico etiológico, establecer el tratamiento específico, y aplicar los conocimientos de salud pública para el control y prevención de las enfermedades infecciosas. Bacteriología médica basada en problemas Para facilitar su comprensión se divide en tres secciones. La primera muestra los fundamentos de la bacteriología: taxonomía, factores estructurales y características específicas del metabolismo, además de genética y factores de virulencia. La segunda sección ofrece información de enfermedades causadas por microorganismos bacterianos: aparato respiratorio, piel, digestivo, urinario, enfermedades de transmisión sexual, SNC, ojo y anexos. La tercera sección es de reforzamiento, en ésta se integra el conocimiento desarrollado en las dos secciones previas abordando temas de salud pública, respuesta del hospedero a la agresión y características clínicas de las infecciones bacterianas.
No século XXI, finxir dar vida foi un dos cometidos principais daqueles que traballaban nesa trampa oblicua chamada arte: a creación de personaxes semellaba un eixe fundamental na novela, esa simulación tamén se atopaba no deber dun bo actor, dun guionista, dun realizador de cine, un fotógrafo, un debuxante de cómics... No século XXI, procurar vida foi un dos cometidos principais daqueles que se dedicaban a esa fe experimental chamada ciencia: a medicina, a investigación no xenoma, a astrofísica, a matemática agochada nos patróns de crecemento vexetal e animal, a arquitectura orgánica... No século XXI, aplicar un zoom nos textos das criaturas humanas revelaría unha ambición de alquimista: transmutarse en vida. En memoria.Vingadora da mortalidade. Zoommm, o poemario de Estíbaliz Espinosa, achégase con torpeza humana ás relacións incestuosas entre texto e vida, linguaxe da máquina e linguaxe lírica, e a ese antigo desexo infantil de que o que leamos se transfigure en nós, electrice a nosa medula, siga o noso ritmo vascular, volva parte de nós ou nós dela. Somos o que foron outros. Se somos o que comemos, somos o que lemos.