Se reúnen en este libro los sesenta sonetos que Jon Juaristi (Bilbao, 1951) ha ido publicando en sus ocho poemarios a lo largo de más de treinta años de escritura, con el añadido de ocho sonetos nunca antes coleccionados en un libro del autor. Quien se acerque, pues, a estos sesenta y ocho poemas encontrará en ellos el dolorido sentir tachonado de humor que es ya marca de la casa. Y es que si, como dijera Blas de Otero, «el soneto es el rey de los decires», no hay duda de que Jon Juaristi es uno de los reyes del soneto, pues ha sabido adueñarse como pocos de los dos cuartetos y los dos tercetos hasta darles el inconfundible timbre de su voz y el perfil que delinea la imagen de su cara. El lector descubrirá que estos anticonvencionales sonetos entonan el alma como un vaso de whiskey, al evocar los burgos oscuros en que se quedaron las mujeres idas y los amigos muertos, mientras una noche de lluviosa ironía va apuntando en los cristales.
«Antes de nada hay que distinguir entre el arte que nos incita y excita, y el arte que nos eleva y suprime. Y después, saber que el uno existe para huir del otro». En este aforismo o, si se quiere, en esta breve poética, se encierran el secreto y el anhelo de toda la obra de José Mateos Jerez, 1963 una obra que no se ciñe sólo a la poesía, objeto de esta antología, sino que abarca también la filosofía, con libros como Soliloquios y divinanzas, La razón y otras dudas o Silencios escogidos, el relato, como demuestra el libro Historias de un Dios menguante, o la pintura, que lejos de ser un divertimento, en José Mateos es una prolongación poética, una poesía que se pinta a sí misma. Aunque él diga que «como pintor soy un verdadero fracaso: ni siquiera logro rozar lo que veo». «Hay un arte que nos eleva y suprime» y en él vive José Mateos. Parapetado tras sus versos, trata como escribe en uno de sus más certeros aforismos de quitarse a sí mismo de delante de sus ojos para que las cosas puedan reír, y cantar, y explicarse. Por eso, toda su obra es un empeño de supresión, de voluntario apartamiento para que la verdad florezca y nos acabe elevando a lo más sagrado. Pedro Sevilla
Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es, desde hace más de treinta años, uno de los grandes referentes de la poesía española contemporánea. Su obra poética pretende ser, ante todo, comunicación, intercambio catártico de ideas, sentimientos e historias con el lector. En esta antología, que recorre toda su trayectoria e incluye poemas inéditos hasta hoy, la vida es la protagonista indiscutible de los poemas seleccionados, que sustentan una poética asentada sobre los cimientos de un inagotable vitalismo y de una lectura del mundo a través de modelos éticos y estéticos basados en los viejos mitos y en los héroes de siempre. El mito «opera en el ánimo de todas las épocas a modo de sedante», ha escrito el autor en alguna parte. Y también: «Lo terrible sería pensar que nuestro combate de todos los días mide sus fuerzas con lo desconocido, sin precedente alguno». Por ello, el edificio de su poesía está llamado a perdurar, como perdura todo lo intemporal y necesario. En esta colección se han publicado otras tres antologías suyas: De amor y de amargura (2003), Su nombre era el de todas las mujeres y otros poemas de amor y desamor (2005; 5ª edición, 2016) y Por las calles del tiempo. Antología personal (2011).
Las canciones que se incluyen en este libro forman parte ya de una generación. No son sólo mías. Yo las he cantado, algunas las he escrito, otras las he inducido. Han ilustrado mis sentimientos y mis emociones, me han acompañado veranos en la carretera viendo árboles pasar. Las canciones de este libro son mi forma de ser, he crecido con ellas, con ellas he ido haciendo camino para llegar hasta hoy. Son mi fe de vida. Las canciones de este libro son mi obra y la de otros poetas de altura, músicos de prestigio, juglares de juventud, y están escritas para ser compartidas, cantadas, para permanecer vivas. Por eso, son tuyas también.
La obra poética de José María Álvarez ha ido construyendo lentamente un libro, Museo de cera, a lo largo de treinta y nueve años, libro cuya primera edición completa (Renacimiento, 2002) incluye todas las ediciones -La edad de oro, Nocturnos, El escudo de Aquiles, Tósigo Ardento, Signifying nothing, El botín del mundo, La serpiente de bronce y La lágrima de Ahab. La presente edición se entrega corregida con respecto a la de 2002.
Don Juan de Tassis y Peralta (Lisboa, 1582-Madrid, 1622), segundo Conde de Villamediana, fue el paradigma del perfecto caballero cortesano. Como «tipo perfecto del noble español renacentista» lo definiría Gregorio Marañón, quien llegó a ver en él al inspirador del Don Juan de Tirso de Molina. Su carácter colérico y temerario y su personalidad excéntrica acabarían conduciéndolo al fracaso vital y a un final violento y prematuro, pero también a una leyenda que se inició con su último aliento y ha seguido viva desde entonces. Aun siendo sus facetas más conocidas las de poeta satírico y emulador de Góngora y Marino, su poesía verdaderamente lírica (introspectiva y confesional como pocas de su tiempo) posee una vigencia de la que carece el resto de su obra. Y es por ello la que se ha preferido recoger en la presente antología: en total, setenta y dos sonetos y dos series extensas de redondillas de carácter amoroso o reflexivo. Para Luis Rosales, «apenas hay en nuestra poesía una sinceridad tan herida, tan necesaria, tan penetrante como la suya». Su poderosa expresividad, basada en un lenguaje natural y sobrio al que el paso de los siglos no ha hecho perder su plena eficacia, aún es capaz de conmover al lector de hoy que quiera acercarse a ellos como conjunto de poemas de valor atemporal.
Rafael Adolfo Téllez (Palma del Río, Córdoba, 1957) es autor de los siguientes libros de poemas: Si no regresas junto al portón oscuro (1988), Quienes rondan la niebla (1993), Los adioses (1996), La rosa del mundo (1997), Muertes y maravillas (2004), Los pasos lejanos (2007), Los cantos de Joseph Uber (2011). «En sus poemas hay algo muy verdadero y hondo. La suya es una voz que no se parece a ninguna otra de la poesía española, ni ninguna otra se parece a la suya. Se dirían poemas escritos muy lejos de todo, en una especie de pueblo en ninguna parte [ ]. Es el poeta de las cosas pobres, de los cafés pueblerinos desoladores, de los pueblos muertos. Y a los muertos vuelve una y otra vez, buscándose entre ellos, y al no hallarse viene a la vida con su secreto, un poco desconcertado, sin comprender por qué no estaba ya entre ellos. Eso le vuelve un niño de la estirpe de Francis Jammes, de Van Gogh, de Gutiérrez Solana, líricos góticos». Andrés Trapiello
Francisco Brines es sin duda uno de los nombres más imprescindibles para entender y gustar la poesía española del siglo XX, un siglo que ha sido, ante todo en su mitad primera, de excepcional calidad y riqueza. Es la suya una poesía de clara raíz metafísica en la que se plantean todas las grandes preguntas que atañen a la condición humana. Poesía plena de sensorialidad y sensualidad, poesía afirmativa, felizmente enraizada en el cuerpo y la tierra nativa, exaltadora de la vida en todas sus intensidades, pero a la vez, poesía hondamente habitada por el tiempo, por la conciencia del tiempo, puesto que existimos y nos afirmamos «entre dos nadas». Pero Francisco Brines no es sólo uno de nuestros poetas mayores sino también un amigo cercano de incontables poetas y un maestro de muchos felices lectores de poesía, y viceversa. Prueba de todo ello es este volumen. A. L.
Amalia Bautista (Madrid, 1962) ha publicado los siguientes libros de poemas: Cárcel de amor (1988), La mujer de Lot y otros poemas (1995), Cuéntamelo otra vez (1999), La casa de la niebla. Antología (2002), Hilos de seda (2003), Estoy ausente (2004), Pecados (2005), Tres deseos. Poesía reunida (2006), Luz del mediodía. Antología poética (2007) y Roto Madrid (2008).
Miguel d?Ors (Santiago de Compostela, 1946) estudió la carrera de Filosofía y Letras (Filología Románica) en la Universidad de Navarra, en la que se doctoró en 1973. Desde 1979 es Profesor Titular de Literatura Española en la Universidad de Granada. Su obra poética está recogida en los siguientes libros: Del amor, del olvido (1972), Ciego en Granada (1975), Codex 3 (1981), Chronica (1982), Es cielo y es azul (1984), Curso Superior de Ignorancia (1987), Canciones, oraciones, panfletos, impoemas, epigramas y ripios, o cajón de sastre donde hallará todo cuanto deseare el lector amigo, y el no tanto sobradas razones para seguir en sus trece (1990, edición no venal), La música extremada (1991) y La imagen de su cara (1994), y antologada en los volúmenes Punto y aparte (1992) y 2001 (Poesías escogidas) (2001). En 1987 obtuvo el Premio Nacional de la Crítica.
Miguel d'Ors nació en Santiago de Compostela en 1946. Ha publicado los siguientes libros de poemas: Del Amor, al olvido (1972), Ciego en .Granada (1975), Codex 3 (1981), Chrónica (1982), Es cielo y es azul (1984) y Curso Superior de Ignorancia (1987 Premio de la Crítica).
Suele escribirse que el Chesterton más divertido y discutidor fue el juvenil y primero, el de antes de su conversión al catolicismo. Equivocadamente. Chesterton fue Chesterton desde el principio, pero también hasta final. Así lo demuestra El hombre corriente (1936), el último de sus libros, o al menos el último del que corrigió pruebas, y que apareció unos pocos días después de su muerte. Y también uno de los más combativos y retadores, e incluso puede que el más quijotesco entre los suyos, por su afán en arremeter contra los molinos de la modernidad; de la modernidad entendida como un molino de viento. Chesterton defiende o ataca en estas páginas al hombre corriente, el nudismo, la vulgaridad, los grandes tontos, nuestra idea del progreso o de la educación, el patriotismo y nos dice cosas como que existen dos tipos de vándalos: los antiguos, que destruían edificios; y los modernos, que los construyen. Existen multitud de malentendidos literarios respecto a Chesterton pero (a diferencia de lo que pasa con los escritores de moda) todos en contra de Chesterton. Muchos no leerán nunca a Chesterton porque piensan (es un decir) que fue un escritor de derechas, un amable conformista. Algunos lo seguimos leyendo porque sentimos que tras la máscara de su humorismo se ocultaba un rebelde y que muchas de sus rebeldías siguen aún vivas. A. L. Gilbert Keith Chesterton (Londres, 1874-Beaconsfield, 1936) es conocido, sobre todo, entre el gran público, por sus relatos policiales del padre Brown y por su novela El hombre que fue Jueves, pero el gran escritor inglés, destacó en todos los géneros literarios, especialmente en el menos convencional y menos cerrado (tal como convenía a su peculiarísima personalidad humana y artística), el ensayo, lo que en su caso no es sino hablar de periodismo. Porque el siempre polémico y polemista Chesterton fue sobre todo, durante toda su vida, un periodista, es decir un hombre curioso y apasionado para quien no había asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusión («no hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse» es una de sus frases o, lo que es casi lo mismo, de sus paradojas). En el catálogo de Ediciones Espuela de Plata y Renacimiento puede encontrarse una buena parte, además de una muy buena representación, de la obra de Chesterton. Entre ediciones de rescate, nuevas traducciones y libros inéditos en español sumamos ya una veintena de títulos, entre los que destacan los siguientes: William Blake (2007, 2010), El color de España y otros ensayos (2007, 2009), Lectura y locura y otros ensayos imprescindibles (2008), Lo que vi en América (2009), Robert Browning (2010), Chaucer (2010), El hombre que fue Jueves (2010), La cosa y otros artículos de fe (2010), Enormes minucias (2010), Tipos diversos (2011), El acusado (2012), Sobre el concepto de barbarie (2012).
Lo más característico de G. K. Chesterton es su capacidad de hacernos ver de nuevo y con ojos asombrados lo que la costumbre nos había vuelto invisible. Es una agilidad suya -inesperada- de ponerse y ponernos a hacer el pino para descubrir el espectáculo del mundo colgando de los aires. Si pudo revolear la rutina de la vida ordinaria, también la del ordinario pensamiento, donde la rutina es mucho más revoleable. Este ensayo nos lo demuestra sin ambages, al menos a efectos retroactivos. Puede que en el momento en que Chesterton escribió estas páginas el divorcio estuviese en el centro del debate social; hoy es algo completamente asumido incluso por quienes lo rechazan en el plano íntimo de sus creencias personales. Estas páginas vienen, pues, a reponer el divorcio en el centro de la reflexión y de la confrontación, incluso; lo que resultará vivificante. El título no deja lugar a engaños: frente a lo establecido y respetable que hoy es el divorcio, tan legalizado y consuetudinario, Chesterton se arranca con la etiqueta de La superstición, nada menos. Sugiriendo que, accidentes aparte, el matrimonio es lo sagrado, lo real, lo claro, lo permanente. E. G-M.
Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont, nació el 4 de abril de 1846 en Montevideo y murió en París el 24 de noviembre de 1870. Nació y murió entre los sobresaltos de la guerra: en 1846 bajo el cerco de las tropas argentinas y en 1870 durante el sitio de París por el ejército prusiano. Absolutamente ignorado por la crítica de su tiempo Los cantos de Maldoror y las Poesías se reeditaron cincuenta años después de la muerte de su autor gracias a los cuidados de un grupo de poetas que en París iniciaban la aventura del surrealismo. Sin pretenderlo, su impúdica presencia en la historia de la literatura es saludada hoy, a la vez, por los escritores iconoclastas y los guardianes del idioma. Ángel Pariente (Gijón, 1937) -traductor de esta edición- ha publicado diversos estudios y antologías del surrealismo: Antología de la poesía surrealista (en lengua española) (1985), Razonado desorden (1991) y Diccionario temático del surrealismo (1996). Completan su bibliografía algunos títulos sobre Góngora y cuatro libros de poesía: Este error (1968), Ser alguna vez (1981), Los sueños (1989) y Oscuro corazón de la llama (1996).