Se recoge en este libro una serie de ensayos sobre una amplia gama de temas publicados originalmente en el Speaker con el título de The Defendant ("El acusado"), que aparecen ahora por vez primera traducidos al español en versión de Victoria León Varela, experimentada traductora de la obra del autor británico. [...] Inmensa fue en su tiempo la fama de su autor. El impacto de los artículos y ensayos [...] siempre estuvo asegurado. [...] Maestro insuperable de la paradoja, [...] la usó como nadie para descubrir la fragilidad de toda verdad. [...] No escribía para contar, sino que lo hacía para ensalzar, denostar o refutar algo. [...] Dotado como pocos para la burla. [...] Personalísimo sentido del humor, [...] originalidad en sus argumentos, [...] y una irreprimible pasión por la polémica. [...] Fue un escritor excepcional. [...] Fue de forma invariable él mismo. [...] Se enfrentó a las inquietudes más modernas. [...] Solitario genial [...] habló y escribió desde la calle por y para el hombre común, haciendo hasta de defensor de causas perdidas. [...] Difícilmente se hallará un periódico de su época que no contenga algo suyo, un artículo, algún comentario crítico, un poema, o una referencia sobre su vida o sus escritos. [...] Una obra inmensa. [...] Este es el autor de El acusado. (Del prólogo de Manuel Moreno Alonso)
Resultado de un diálogo de historiadores del lenguaje y del pensamiento con filósofos e historiadores de la filosofía, este libro ofrece investigaciones sobre las relaciones entre metáforas y conceptos con objeto de ampliar el campo de interés de la semántica histórica. Lejos de un enfoque normativo, se interesa por los usos específicos, históricos, de determinados conceptos y metáforas conceptuales, cuyo denominador común es que todas ellas tratan de imaginar o concebir los nexos que unen entre sí a los integrantes del orden social. El vínculo social se ha prestado en la historia moderna y contemporánea tanto a la naturalización en clave organológica como a indagaciones más abstractas a partir de la indefinición o la opacidad exacerbadas por la necesidad de la modernidad de conjurar la posibilidad de un sujeto desvinculado. Palabras que atan se acerca así a un espacio especialmente fructífero para subrayar la cambiante interacción entre metáforas y conceptos en el discurso, pero sobre todo abre un campo prometedor para el encuentro entre las distintas disciplinas del conocimiento histórico de antes y después del llamado «giro lingüístico». «( ) toda historia social digna de tal nombre ha de incluir en su centro y como fundamento de su oferta disciplinaria cuestiones relacionadas con las representaciones sobre el ligamen social que caracterizan las distintas sociedades históricas; y a la inversa, a una historia sensible a la función social del lenguaje seguramente le corresponde como una prioridad ofrecer reflexiones y estudios acerca de los tropos con que los sujetos dan sentido a su posición en el orden y de los que destilan el marco de significados de sus posibilidades de acción».
Me imagino que no peco de sentimentalismo si considero que la poesía es un ejercicio de fijación de la memoria, una autobiografía moral y estética misteriosamente paralela a nuestra biografía, un testimonio más o menos razonado de fantasmagorías y de certidumbres. Al cabo del tiempo, en un poema resuenan las pisadas de ese tiempo, los pasos que dimos hacia nosotros en busca de nosotros. Y, a la vuelta de los años, a la vuelta de los libros, relee uno lo escrito y al margen de su grado de valor encuentra un sentido inesperado a todo ese afán, a todas esas palabras ordenadas: la poesía como la nostalgia inconcreta de uno mismo. La poesía propia como el mensaje embotellado de un náufrago que el capricho de la marea devuelve a la misma orilla en que lo arrojó. La poesía como una relectura, en fin, de la propia vida, transformada ya en una leve ficción y ajena al tiempo, acogida a un melancólico simulacro de eternidad, mientras la vida pasa. F.B.R.
Nadie como el rapero Haze para reinventar la mitología del BARR10, arrancarle las metáforas más difíciles al asfalto y la gravilla, pasear sus ritmos hiphoperos por las plazas y avenidas de la urbe inmisericorde, convertir el filo semántico de su música, atravesada con los quejíos del flamenco, en el himno de las cárceles y en un grito de libertad incontestable para las gentes más desfavorecidas. J. M. Camacho
La soriana Concha de Marco (1916-1989) se atrevió con las traducciones, los ensayos y algunos cuentos, pero se decantaría finalmente por el género de la poesía; escribió diez poemarios aunque sólo publicó siete, entre los que destacan Acta de identificación o Congreso en Maldoror. Tuvo que sobrevivir en una etapa difícil y convulsa, pero tras la muerte de su marido, el también escritor y crítico de arte Juan Antonio Gaya Nuño; no volvió a escribir y sus últimos proyectos cayeron en el olvido incluso para ella. Ésta es la primera antología que se publica de su obra poética completa y quiere ser un homenaje a la autora por los cien años de su nacimiento; pero además una reivindicación del legado de estas mujeres intelectuales, casi olvidadas en España pero fundamentales para entender nuestra cultura y nuestra historia. Hilario Jiménez Gómez
L. Santiago Méndez Alpízar (San Juan de los Remedios, Las Villas, Cuba, 1970). Edita y coordina la «Colección Atocha de Literatura Hispanoamericana». Tiene publicados los libros, Plaza de Armas (Premio Nacional de Poesía Pinos Nuevos, Editorial Letras Cubanas, 1995), Rockason con Virgilio Piñera (Editorial Betania, Madrid, 1996), la antología de cuatros libros, ¿Entonces, qué? (Editorial Verbum, Madrid, 2008), Bagazo: poemas iberos (Efory Atocha ediciones, Madrid, 2010, y Edit. Lancom, Lima, 2014) y Perversión del lenguaje, marginalia e historia (Efory Atocha ediciones, Madrid, 2016). Poemas, cuentos, y artículos suyos pueden encontrase en revistas y diferentes publicaciones de distintos países. Reside en Madrid desde 1996. Coordina el blog www.eforyatocha.
Este libro recoge once estudios sobre Literatura española -Poesía principalmente- de los últimos momentos del siglo XIX y los primeros del siglo XX, centrados en temas que van desde Rosalía de Castro al Juan Ramón Jiménez de la «segunda época». Erudición, positivismo, estilística y sensibilidad se alían en estas páginas para iluminar lo más posible los problemas, autores y textos considerados. Miguel d'Ors, Doctor en Filología Románica por la Universidad de Navarra, es desde 1979 Profesor Titular de Literatura Española en la de Granada.
La poesía de Vicente Sabido (Mérida, Badajoz, 1953), en la que confluyen intensidad emocional, transparencia expresiva y una extraordinaria musicalidad, constituye un buen ejemplo de lo que viene entendiéndose por ?poesía figurativa? o ?de línea clara?, la tendencia más significativa en la poesía española de las dos últimas décadas del siglo XX. En ella el verso y la vida vuelven a anudarse, el yo, lo autobiográfico y lo confesional recuperan su papel, se retorna a la tradición como punto de apoyo para el desarrollo del mundo personal, se busca un equilibrio entre cuidado del lenguaje y contenidos humanos. En la obra poética de Sabido hay un filón central eminentemente sentimental, que podría calificarse de intimista y neorromántico, y que tiene como ejes el amor y el paso devastador del tiempo; pero ese filón, con ser el predominante, no es el único ingrediente de esa obra. En ella pueden verse también facetas más reflexivas, como la existencial o metafísica, muy vinculada en todo caso a Eliot y su Waste Land, la de una crítica histórica, dirigida contra la cultura de la modernidad, o, para ser más preciso, de la Ilustración racionalista, la de la crítica social ?crítica antiburguesa, más concretamente? y, last but not least, la metapoética, pues también en esto el autor es hijo de su tiempo. Y hay por último una vertiente descriptiva, con abundantes elementos culturalistas, que no sería injusto asociar a la faceta parnasiana del Modernismo. Miguel d?Ors
Kristijonas Donelaitis (1 de enero 1714-18 de febrero 1780) es sin duda el poeta lituano que ha alcanzado más renombre. Oriundo de un pueblo ya desaparecido de la región de Karaliaucius (entonces Prusia Oriental, hoy Kaliningrado), realizó sus estudios en la famosa Universidad de Königsberg. Desde 1743 hasta su muerte, ejerció como pastor luterano en Tolminkiemis. En su obra más célebre, Las estaciones del año (compuesta aproximadamente entre 1765 y 1775), el poeta inmortaliza en la excepcional lengua lituana la cultura campesina de los lituanos de la Prusia Oriental, así como el ciclo de la naturaleza. En los cuatro cantos que componen el poema, uno por cada estación, la indudable intención didáctica del autor no merma su interés por recrearse en la belleza del lenguaje y por explotar todas sus posibilidades expresivas. Las estaciones del año es uno de los textos de la literatura lituana más traducidos y difundidos por el mundo. En nuestros días se conocen traducciones completas a doce lenguas. En 1977 el poema fue incluido en el elenco de obras maestras de la literatura europea de la UNESCO. La presente edición de Las estaciones en castellano, realizada en el marco del III Centenario del Nacimiento del autor, es la primera traducción completa de este poema a una lengua románica. Edición y traducción a cargo de Carmen Caro Dugo (Palma del Río, Córdoba, 1963), quien lleva lleva doce años dedicada a la enseñanza del castellano en la Universidad de Vilnius (Lituania), donde actualmente es profesora adjunta del Departamento de Lenguas Románicas y dirige cursos de traducción. Realizó su tesis doctoral en Trinity College, Dublín, y la publicó con el título The importance of the Don Quixote Myth in the Works of Antonio Buero Vallejo (Edwin Mellen Press, 1995). Ha editado también su versión castellana de una selección de relatos de Vanda Juknaite, Birute Jonukaite, Renata erelyte, Bite Vilimaite, Ema Mikulenaite (El país de cristal, Sevilla, 2008).
Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Napoli, 1837) es el poeta clásico y romántico por excelencia, anticipador de la sensibilidad moderna y autor considerado por tanto como nuestro contemporáneo. Así lo vieron los escritores españoles cuya primera recepción, en parte tardía, se debió a Juan Valera, Menéndez y Pelayo, Alcalá Galiano, a las antologías de Esterlich y Maristany y a la monografía de Carmen de Burgos «Colombine». Pero la etapa fundamental en la difusión de la poesía del autor de Recanati la realiza el sevillano Miguel Romero Martínez con su excelente traducción de los Cantos publicada en 1928, traducción que rescatamos para esta edición que viene además aderezada con una introducción de Gabriele Morelli, donde, entre otras cosas, encontraremos un pormenorizado cotejo de las versiones leopardianas aparecidas anteriormente en España. Traducción «precisa y fiel», apunta Unamuno, limitando su lectura al texto «La retama», que él mismo había dado a conocer. La importancia y la novedad de esta traducción de Romero Martínez, que Luis Cernuda leyó y que la introducción de Morelli estudia como posible influencia, radica en la adquisición y reinvención de los elementos formales a partir de un intenso entramado sonoro, con los que se logra, en lengua española, sustentar la belleza lírica de los Cantos.
Poeta de la intensidad, de la tortura, del eros estéril y de la nostalgia célica, trata siempre de retratar al personaje que trabajó con tanto o más cariño que sus propios poemas. Maldito por vocación y temperamento, Barba-Jacob es un poeta raro entre los nuestros, trasnochado y actual, buscador de la vida y adorador de la destrucción, atormentado, insatisfecho, atrevido, que nos muestra -como pocos- de qué manera la vida salva al arte (sin vivir es casi imposible escribir) y de qué manera, asimismo, el arte construye y da razón a la vida. Ojalá Porfirio Barba-Jacob, en su infierno de marineros adolescentes y marihuana fresca, siga siendo, para pocos, el marginado que quiso siempre ser. O sea, el intransigente, el absoluto, el limpio, entre la natural y vital impureza. Luis Antonio de Villena
La luz se apaga, la conciencia permanece alerta y quien vaga a través del espacio lo hace también a través del tiempo: el aire está saturado de pasado, hay una triste densidad espectral. Las manos que tantean en la oscuridad giran en el aire como las agujas de un reloj. Pero, en virtud de un terror onírico muy propio de los poemas de José Carlos Rosales (Granada, 1952), esas manos no logran toparse con nada. Las cosas se acurrucan, evitan el contacto. La habitación no solo está a oscuras: está vacía. Como en ella, las palabras cruzan el resto de estos poemas donde el espacio ha perdido sus coordenadas, los límites se difuminan y queda el aire, que todo lo mueve y todo lo llena, que todo lo cambia y no cambia nada. Erika Martínez
Tras las anteriores selecciones El paisaje infinito, 1997, y Las lecciones del tiempo, 2002, Entretiempo se acoge a la magia de los números redondos y, en sus cien poemas, presenta un dibujo general de los temas el paso del tiempo, el amor, la luz, la música, la pintura que caracterizan la poesía de Juan Lamillar (Sevilla, 1957) desde el inicial Muro contra la muerte (1982) hasta el inédito Extraña geografía. Unos poemas en los que, tras la evolución temática y formal, se puede advertir la continuidad de su manera de entender la poesía «como un modo de detener el tiempo, de apresar con palabras el instante, procurando además que esas palabras creen una música propia».
Susana Benet nace en Valencia en 1950. Licenciada en Psicología, su vida laboral transcurre realizando tareas administrativas en una multinacional, aunque su auténtica vocación es literaria. Admira profundamente la poesía oriental y descubre en el haiku una manera personal de expresarse. En 2006 aparece su primer libro, publicado por la Editorial Pre-Textos: Faro del bosque. A partir de entonces, las publicaciones en libros y revistas se suceden siendo considerada una de las voces más representativas del haiku en España. En este volumen reúne los poemas aparecidos desde su primer libro publicado hasta el presente, incluyendo haikus premiados e inéditos. Sobre sus haikus, el poeta Vicente Gallego escribe: «Estos versos se duelen de sí mismos, y en sí mismos se gozan. Como la espina de un rosal, se nos clavan sin darnos más explicaciones. Andamos entre rosas que lastiman sin querer, dándonos el gusto de dolernos y de aspirar su aroma. Esta lluvia de alfileres cae en el absoluto ahora de la contemplación y nos empuja a la intemperie de lo vivido sin porqué, de aquello que se basta y colma en su verdad sentimental y sensitiva».