La presente obra, que coincide en su título general con otra publicada en 1991, es en realidad una obra nueva, no solo en todas sus referencias legislativas, sino también en muchos de sus planteamientos. Podemos considerar que se divide en cuatro partes. La primera tiene carácter introductorio y en ella se sienta una teoría sobre la supervisión a través de las visitas que los inspectores realizan a los centros educativos. Estas páginas de fundamentación han sido enriquecidas con un estudio histórico que demuestra que la "visita de inspección" fue el origen de la Inspección de educación. En la segunda parte se aborda el tratamiento de todas las clases de visitas y se ha introducido una clasificación propia, que contempla la variedad en función de sus fines, sus técnicas, etc. Al tener una casuística muy rica se ha hecho necesario sistematizar su estudio agrupando las visitas según ciertos criterios que el autor ha establecido. La tercera parte es eminentemente práctica y trata de dar solución a los problemas que se plantean a todos los que se quieren acercar a los centros, servicios y actividades de carácter educativo para influir en ellos con miras a su mejora. Estas páginas suponen una clara ayuda para un amplio sector de la educación: inspectores, directivos de centros, etc. En muchos casos, esta parte está reforzada con los datos de las investigaciones del autor en este campo. Finalmente, se ha incluido un cuarta parte que sitúa la temática de la obra en el contexto europeo en el que se mueve hoy la educación española.
A la altura los tiempos que corren quizás no sea algo disparatado sino muy conveniente proceder a una seria reinterpretación del sentido y función de la inspección educativa. Se impone la tarea urgente y necesaria de una precisa deconstrucción del trabajo y funciones de la inspección educativa. Esta inspección tiene sobre sus espaldas una dilatada historia, pero más de siglo y medio después siguen acechándola paradójicamente con vehemencia interrogantes sobre su sentido, función y puesto dentro del panorama educativo. Para aclarar esas dudas se hace ineludible un esfuerzo de desmontaje de sus fundamentos que debe arrojar luz especialmente sobre su posición en la actual arquitectura educativa. La óptica y vertiente elegida es novedosa al pretender realizar un ensayo sobre la inspección educativa como quehacer, siendo la perspectiva adoptada expresamente filosófica, en la medida en que pretende situarse en un plano no solo de abstracción sino de posición a priori respecto a la cosa misma inspectora. Todo ello debe conducir a realizar propuestas para pensar la educación desde perspectivas con vocación de permanencia ante un mundo educativo en perpetuo cambio. Se pretende llevar a cabo una revisión de las tareas y ocupaciones de la inspección educativa y, de forma muy señalada, de su sentido y finalidad. Esa senda deber conducir a situar a la inspección educativa como un cuerpo decisivo cuya misión, además de la meramente técnica que hoy la sepulta, puede y debe ser trascendental a la hora de realizar propuestas y aportar reflexiones.