En el libro de los tranvías de Valladolid se describe el nacimiento, la evolución y el fin de la red urbana de tranvías de la ciudad castellana. Desde 1871 hasta 1881, cuando finalmente se inauguró la primera línea de tracción animal, se presentaron algunos proyectos que no pasaron del papel y algunos que se materializaron con muchos problemas hasta que el empresario catalán Eduardo Barral adquirió la concesión y puso en marcha la línea entre la estación del ferrocarril de la Compañía del Norte y la plaza de San Pablo. Con una explotación precaria y con un mantenimiento escaso, Barral mantuvo la citada línea hasta 1899 en que una empresa belga compró la concesión y empezó a realizar mejoras tanto en el material y las caballerías como en las instalaciones pues se construyeron nuevas líneas y unas cocheras adecuadas a la red que se iba creando. También previeron los belgas la electrificación de la red pero cuando estaban a punto de conseguirlo, el grupo empresarial español encabezado por Basilio Paraiso y Santiago Alba compró la sociedad y obtuvo todos los permisos para el cambio de tracción, de sangre a eléctrica y en 1910 ya circularon por primera vez los tranvías eléctricos por las calles vallisoletanas. Al año siguiente ya estaba completamente electrificada la red y había alcanzado su máxima extensión. La sociedad propietaria proyectó diversas ampliaciones a los pueblos cercanos que no fructificaron y la dictadura de Primo de Rivera puso en aprietos a un negocio que empezó a ser poco remunerativo. La implantación de los primeros autobuses, en los años veinte del siglo pasado, fue otro factor más que complicó la ya difícil situación económica de Tranvías de Valladolid y cuando el Ayuntamiento de la ciudad otorgó la concesión del servicio regular de autobuses a la empresa SATA en 1932, la suerte ya estaba echada. Finalmente en 1933 la empresa cesó la explotación ante la imposibilidad de hacer frente al déficit que se incrementaba cada mes. La historia continuó en 1936, tras el golpe de estado contra la República, ya que las autoridades golpistas utilizaron las cocheras de los tranvías para encerrar en ellas a los leales al gobierno. El material de los tranvías vallisoletanos fue comprado por la Sociedad de los Tranvías de Gijón, la cual aprovechó los coches para su red y las vías las vendió a un empresario bilbaíno aunque el levantamiento de las mismas se prolongó durante varios años. En 1951 se dio por concluida la historia cuando el alcalde decretó que todas las vías habían sido levantadas y el pavimento restituido.
La realización de un manual dedicado a la sociedad abierta y a la gestión de la información dentro de ella refleja la necesidad de fomentar el conocimiento colectivo, de potenciar el aprendizaje entre todos y de que cada lector conozca las posibilidades, ventajas y utilidades que se ofrecen a través de Internet. En sus páginas se pasa revista a la importancia de la gestión de la información, su relación con el mundo de la informática y su enorme evolución gracias a Internet, que ha propiciado la construcción de una sociedad abierta en la que todos participamos. Así se muestran las principales herramientas de información a través de Internet o los sistemas para la creación y acceso de contenidos audiovisuales. Se ofrecen asimismo distintas utilidades para el establecimiento y consulta de contenidos enriquecidos, libros interactivos y gestión de referencias bibliográficas
A lo largo de sus 3 capítulos, este libro plantea, de un modo comprensible, los aspectos más importantes a considerar sobre la prevención de riesgos laborales y las medidas medioambientales en la instalación de tuberías y aparatos de fontanería, calefac
Este libro está inspirado en las bases de la medicina tradicional china, y coincide con el auge creciente de enfoques sistémicos y holísticos tanto en lo que se refiere al ámbito organizativo, como al social y al individual. La Empresa y los 5 elementos, va dirigido a personas con intereses muy variados: empresarios, consultores, coaches, pedagogos, psicólogos, formadores, sociólogos, políticos, estrategas, filósofos, investigadores, terapeutas, etcétera. El funcionamiento de las organizaciones y el de nuestro cuerpo presentan similitudes sorprendentes. Por poner un ejemplo, nuestro sistema renal es equivalente a lo que en una empresa es la gestión de personal y el cuidado de las relaciones internas. Por otro lado, nuestra vida tiene un departamento de recursos humanos, de la misma manera que una empresa tiene un sistema renal. Esta perspectiva permite comprender el comportamiento de las organizaciones en las que participamos desde una óptica sistémica que nos lleva a captar con más finura y profundidad cómo las personas y las empresas nos relacionamos.