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El jardín perdido es un tratado singular. Es, en cierto modo, una «biografía botánica». Las pasiones y las amistades de Jorn de Précy, los jardines que conoció y a los que más amó conforman una delicada filigrana. Los temas que trata desentonan con la literatura sobre los jardines de la época. De ahí, quizás, el impacto limitado del libro. Impreso en una única edición de dos mil ejemplares por cuenta del autor, al publicarse no apareció ni una sola reseña en la prensa especializada. Pero aquellos dos mil ejemplares siguen circulando. Es posible toparse con uno de ellos, manchado de tierra, en un mercadillo de segunda mano, en una pequeña biblioteca de provincias o en el salón de uno de los fieles adeptos de Jorn de Précy diseminados por el mundo. Greystone fue su obra maestra. Según el decir de sus contemporáneos, el lugar era inquietante y maravilloso. Claude Monet, que lo visitó en 1906, escribe: «El jardín del señor De Précy ofrece cuadros de un encanto intenso e indefinible que llega directo al corazón. Lo salvaje se mezcla constantemente con lo artificial, el sueño con la realidad». El título del ensayo alude tanto a la marginación del jardín en el mundo moderno como a la inquietud de su autor respecto a su futuro incierto. Desgraciadamente, los temores de Jorn de Précy resultaron fundados y, tras la muerte de Samuel, su jardinero y único heredero, el jardín cayó en el abandono y pronto se convirtió en una selva. Nada queda hoy de él, salvo algunos viejos cedros y el trazado de los senderos principales, desde su transformación en un hotel de lujo en los años cincuenta, asfaltados y bordeados de begonias, las flores que De Précy más odiaba.
En la primavera de 1992, cuando el ejército serbio empieza a castigar la ciudad de Sarajevo, Teodor Ceric´, entonces estudiante de letras, burla el bloqueo militar y abandona su país. Inicia un viaje por Europa sin rumbo fi jo, sobreviviendo a salto de mata y con empleos efímeros. Una noche, en un cine de arte y ensayo, ve una extraña película titulada The Garden, del director Derek Jarman. Allí dará comienzo el itinerario recogido en Jardines en tiempos de guerra, que poco a poco llevará al antiguo estudiante a forjar su singular concepción de la naturaleza y del lugar que ocupa el hombre en ella. Al hilo de sus páginas, el lector descubrirá jardines famosos, como las Tullerías o Painshill Park, pero también lugares menos conocidos, al margen de la sociedad, a veces incluso en el límite de lo que consideramos un jardín. Todos comparten, eso sí, su capacidad de ofrecer al individuo un refugio donde el estrépito de la historia, que ruge más allá de sus muros, sólo es un eco lejano. «Si disponemos de poco tiempo, si alrededor de nosotros el mundo vacila y la muerte, en todas sus formas, avanza, lo único que podemos hacer es transformar una parcela de tierra, no importa cuál, en un lugar acogedor, un lugar que acoja más vida», dice el autor. Recintos donde el mundo por fi n se hace habitable: eso representan para Ceric´ los jardines que irá descubriendo en sus viajes por una Europa que parece ignorar el dolor de su tierra, devastada por la guerra.
Antes de que el sol haya dado treinta vueltas alrededor de la Tierra a partir del momento en que naces, hay tiempo más que suficiente como para alcanzar la cima, descubrir cómo funciona algo que jamás se había comprendido, concebir un invento que revoluc
Una historia de abusos basada en hechos reales. ¿Por qué callan los niños? ¿Por qué no pueden contar lo que les pasa cuando aquello que viven les duele y les marca para toda la vida? Ruth Sicilia todavía sigue buscando respuestas a sus propias preguntas, luchando contra las secuelas que le han dejado las duras vivencias de su infancia y las marcas profundas de las experiencias de su adolescencia. En la obra la autora relata su dura experiencia y su equivocada búsqueda del amor y la aceptación le acarrea más conflictos emocionales y situaciones al límite de su integridad; una relación dañina y dolorosa con la comida y la báscula? ¿Cómo recomponer todas las piezas de una infancia perdida? ¿Cómo enfrentarse y sobreponerse a situaciones que nadie quisiera vivir? Ruth Sicilia ha conseguido sobreponerse a sus preguntas, reconciliarse con ella misma y ha encontrado una forma maravillosa de hacerlo. Ha decidido pelear cada día por ser feliz. ?Mi impenetrable sonrisa? no es una novela al uso. No encontraremos una historia perfecta, una estructura impecable ni unos personajes creados por una pluma mágica para mostrarnos detalles escabrosos. No. Las páginas de esta historia son un torrente de recuerdos, pensamientos, dudas, excusas, gritos silenciosos, sonrisas vacías y búsqueda de respuestas que se extienden y transforman a lo largo de los años. Una catarsis intimista de la que nos vamos a sentir parte y que es difícil olvidar una vez cierras el libro.
El conde de Tendilla y su tiempo recoge medio centenar de trabajos interdisciplinares realizados para el Congreso Internacional que conme-moró el V aniversario de la muerte de don Íñigo López de Mendoza (1442-1515), II conde de Tendilla y I marqués de Mondéjar, celebrado en el palacio de Carlos V de la Alhambra y en la Madraza de la Universi-dad de Granada. Don Íñigo fue uno de los personajes más importantes de la Guerra de Granada, por lo que es nombrado por los Reyes Católicos alcaide de la Alhambra y capitán general de la ciudad de Granada desde 1492 y, a partir de julio de 1502, capitán general del reino de Granada. Tuvo una notable actividad diplomática en Roma, y era persona de una vasta cultura.
¡Han llegado! ¡Los greasers de la «Brillantina Revolucionaria»! ¡La Nación de la Basura Blanca! Todos esos amantes de las armas que escuchaban country y rock and roll, amaban las motos y las armas y se vestían impecablemente. La tropa sucia, grasienta y rebelde en las peligrosas calles de Chicago, una ciudad convertida en jungla y en medio de un clima de levantamiento armado. Había llegado el Stone Revolutionary Grease, un numeroso grupo de seguidores de Chuck Berry que intentaron unir a las bandas callejeras más duras contra la policía y fundaron Rising Up Angry (1969-1975), una organización revolucionaria que publicó un potente y bello periódico del que te ofrecemos una selección de sus mejores manifiestos e incendios. Esta es la mejor y más sorprendente contracultura.
Nueva York, finales de los ochenta. Mientras Manhattan dispara sus destellos de neón y la era yuppie de culto al dinero está en su máximo apogeo, la ciudad oculta una cara mucho más siniestra. En Queens, en el Bronx, incluso en Brooklyn, la realidad se parece demasiado a la letra de «The message», el famoso tema hip hop de Grandmaster Flash que habla de «ratas en la puerta, cucarachas en la habitación y yonquis en los callejones con un bate de béisbol». La calle es peligrosa: si sales, puedes recibir un disparo, te pueden atracar, puedes verte envuelto en una pelea, alguien querrá aprovecharse de ti. En este entorno deprimido, sin embargo, crecen chicos con grandes metas: escapar, triunfar, llevar una vida de opulencia. Esta es la historia de un grupo de adolescentes de origen judío aficionados al hip hop, al metal y a las películas de sangre y vísceras que harán todo lo posible por huir del barrio y su ambiente de delincuencia, depresión y precariedad por medio de la música. Como judíos y blancos que son, no encajan en el entorno que les ha tocado vivir, en unas calles controladas por las pandillas portorriqueñas y jamaicanas, una mafia de baja estofa que controla el tráfico de droga y la prostitución. Aún así, se harán un hueco en las pandillas, se ofrecerán para mover droga, se harán con armas y aprenderán que se puede ser un gánster auténtico mientras se aprenden los fundamentos de la cultura del hip hop, que podrían significar la clave del éxito y nuevas cotas de riqueza, esta vez legal. Jewish Gangsta es la versión literaria, en la tradición del mejor periodismo al estilo americano, de una historia real: la de un grupo de muchachos desclasados ?ILL BILL, Necro y demás? cuyas vidas, que parten de un infierno de robos, droga y explotación, terminarán por confluir y dar forma al discurso crudo, violento y sombrío de la banda Non Phixion, un referente del hip hop autodidacta y blanco, toda una anomalía ?pura «basura blanca»? en un circuito dominado por los raperos negros. Todo lo que cuenta Karim Madani es verdad: así era vivir ?o sobrevivir? en el turbulento Nueva York de los años previos a la alcaldía de Rudolph Giuliani.