¿Sabía usted que los hombres prehistóricos ya tenían peines, o que los egipcios estaban tan preocupados por la alopecia que usaban pelucas, o que los asirios inventaron el tinte del pelo hace más de tres mil años? Todas las cosas, por pequeñas que sean, tienen una historia. A veces, incluso una gran historia. Tragedias, dramas y comedias se esconden en el origen de los objetos a los que la cotidianeidad ha sumido en el anonimato. Pancracio Celdrán lleva años recuperándolos y difundiéndolos por la radio en el programa de Radio Nacional No es un día cualquiera. Ahora los ha reunido en este gran libro y, gracias a él, conoceremos las peripecias que han dado origen a los botones, el taburete, el ataúd, las cerillas, el desodorante, el peine, la plancha, el estropajo o el ascensor. Indagaremos quiénes fueron los inventores de las patatas fritas, la tortilla, el chicle, la margarina, las salchichas, el croissant, las hamburguesas, el turrón o los helados. Nos sorprenderemos con el ingenio que pergeñó la cremallera, la bragueta, el imperdible o la dentadura postiza. Y nos sonreiremos leyendo los orígenes del papel higiénico, el orinal, la taza de váter, la lavativa o el corsé.
Las más extraordinarias historias de amor y odio entre reyes y príncipes relatando sus celos, locuras, extravagancias, traiciones, pasiones, tragedias y enamoramientos, en un relato ameno, pero con una sólida base histórica, que repasa cronológicamente la vida privada de los hombres y mujeres más poderosos e influyentes desde la antigüedad hasta nuestros días.
¿No será Oriente la gran invención que Occidente necesitaba para ver en su reflejo especular, la justificación a sus propias insuficiencias, miedos y fantasmas, que durante siglos han definido una identidad, que se ha constituido por oposición a Otro? Este libro analiza desde una perspectiva antropológica y cultural, conceptos, fenómenos, y sociedades, que han marcado tanto nuestro pasado como nuestro presente. El orientalismo como ideología de una mirada distorsionante sobre las sociedades. El colonialismo, como antihumanismo racista y causa eficiente de la situación actual de nuestro mundo globalizado, y la antropología como instrumento de análisis y conocimiento, capaz de describir y diseccionar, conceptos, sociedades y culturas en sus diferencias irreductibles. En su origen estaba el estudio de esa categoría un poco difusa que llamamos Oriente. Pensé que analizando una serie de rasgos de determinadas culturas de Asia podría ofrecer una visión de lo que a cierta distancia significaban para nosotros, occidentales y europeos, esas culturas y así comprenderlas un poco mejor, o al menos, saber cual era el suelo cultural sobre el que se asentaban. La amplitud y variedad de las poblaciones y culturas de Asia es tal, lo que de alguna manera denominamos Oriente, que no tuve más remedio que elegir tres culturas, tres sociedades, tres territorios, que han dejado una gran impronta cultural en el mundo: India, China y Japón. En la historia de las categorías que empleamos para referirnos de forma global a esos vastos espacios geopolíticos y culturales, Oriente y Occidente, Europa y Asia, se amalgama lo descriptivo con los juicios de valor. Ello no es obstáculo, para indagar la genealogía y la configuración histórica, social y cultural de esas regiones del mundo, sus intercambios sus religiones, su pensamiento, sus costumbres y sus valores. Eduardo Vinatea Serrano es profesor de Antropología Social de la Universidad Rey Juan Carlos, y entre sus publicaciones están Memoria, imaginación y sabiduría. La filosofía de Ignacio Gómez de Liaño(2006), Lecciones de antropología social y cultural(2008), la recopilación de textos, Lecturas de antropología social y cultural (2009) y el prólogo a Las sombras de las ideas de Giordano Bruno(Siruela, 2009).
Este trabajo presenta de forma sucinta algunas pautas acerca de la contribución de la producción bibliográfica y editorial española al conocimiento de la sociedad marroquí precolonial y colonial. Al hilo del aniversario del cincuentenario del final del Protectorado de España en Marruecos (1912-1956), engarza con los nuevos estudios poscoloniales que impulsan la revisión crítica de las relaciones hispano-marroquíes y analizan el ca¬lado del africanismo español en este período esencial de la historia contemporánea. Cincuenta años parece un tiempo suficiente para interiorizar la historia del Protectorado y encauzar el discurso de los grupos de la memoria, con el análisis y la exposición de las fallas de las representaciones oficia¬lizadas durante más de medio siglo.
No se podría entender la totalidad del proceso social y político que desemboca en la aparición de las jóvenes nacionalidades hispanoamericanas si no se conociera qué función desempeñaron los periódicos en el período inmediatamente anterior a esa gran eclosión y durante el transcurso de la misma. El periodismo ha sido el gran utensilio, o el material predilecto, para la evolución del continente: en el asentamiento de gentes, en el suceso cultural, en la noticia de unos y otros, en la recepción y difusión de las doctrinas y sucesos de Europa y, finalmente, en la elaboración del destino de todos esos pueblos que componen América.