«Que mis funerales se celebren donde se encuentre mi cuerpo, sencillamente y sin excesos, y que no haya monumento, ni estrado, ni baldaquino, ni colgaduras fúnebres, ni profusión de cirios; solamente trece encendidos a cada lado cuando se celebre el oficio divino». Quien había escrito esto en su testamento moría literalmente -hecho casi desconocido- en lecho de paja. Sus donaciones y legados, y las deudas que dejaba por sus obras de caridad, obligarían a sus albaceas testamentarios a subastar sus bienes personales, caso único en la historia de las monarquías. Y así, despojada de todo, la contemplaría muerta el joven Ignacio de Loyola a sus 16 años. Isabel la Católica se reunió finalmente, igualándose a ellos, con los religiosos observantes que ella había llamado siempre a la pobreza y la entrega cristianas.
Baltasar de Zúñiga, hijo del conde de Monterrey, fue militar en Portugal y la Armada Invencible, gentilhombre de boca de Felipe II, embajador de Felipe III en Bruselas, París, Praga y Viena, ayo del futuro Felipe IV y luego su privado y presidente del Consejo de Italia. Su larga carrera al servicio de los Austrias es más que la enumeración de las etapas de un currículum brillante: constituye una guía privilegiada para adentrarnos en la Monarquía hispana del primer cuarto del siglo XVII y analizar la encrucijada histórica a la que se enfrentó. Los Habsburgo mantenían la hegemonía en el juego europeo pero se enfrentaban a cuestionamientos cada vez mayores. Para ejercer su poder dependían de una elite de ministros cosmopolitas de los que Zúñiga fue un consumado representante. Como tal, actuaba tanto al servicio de su linaje como al de su Rey, al que aportaba una visión global de los problemas de la Monarquía y un acercamiento dúctil a caballo entre la razón de Estado, el interés confesional y el dinástico.
Desde hace unas décadas, y en especial tras el bicentenario de 1989, la historia de la Revolución Francesa ha sido sometida a una ofensiva revisionista que niega su carácter «social» y que ha creado desconcierto, sin ofrecer una visión alternativa satisfactoria. Este libro de Peter McPhee es la primera historia «postrevisionista» de la Revolución: una nueva interpretación que incorpora las líneas de investigación que se han desarrollado en las últimas décadas: una mejor comprensión de la cultura política, del papel de la mujer y de los orígenes del Terror, y un interés mayor en la experiencia de la gente común, con el propósito de «escuchar las diversas voces de la Francia revolucionaria» y recuperar su dimensión social. Como ha dicho el profesor Tackett, de la Universidad de California, ésta es «una de las mejores historias de la Revolución que han aparecido en muchos años; un excelente correctivo a muchos textos ?revisionistas? recientes, que reafirma la importancia de la dinámica social antes y durante la Revolución».
Este volumen ofrece por primera vez todos los documentos y cartas hasta ahora conocidos (428) originados, otorgados y/ o firmados por la princesa de Éboli en el período que va desde 1553 (cuando tenía solamente 13 años) hasta su muerte, en 1592.
Partiendo de una sólida investigación realizada en el Archivo de Indias (Sevilla), en la Real Academia de la Historia (Madrid), en el Archivo Provincial de los Jesuitas de Catalunya (Barcelona), en el Archivum Historicum Societatis Iesu (AHSI, Roma), hasta concluir en el Micronesian Area Research Center (Guam), esta obra presenta la primera versión castellana de la "Historia de las Marianas" (París, 1700), del jesuita Charles Le Gobien. La presente edición se basa en un manuscrito conservado en el Archivo Provincial de la Compañía de Jesús de Cataluña, atribuido al padre Luis de Morales, que cuestiona la tradicional autoría del padre Le Gobien. No sólo porque el jesuita francés nunca puso sus pies en las islas Marianas, sino porque su "Historia" se basa en informes, relaciones y cartas escritas por otros jesuitas, entre los que figura el padre Morales. Una amplia introducción analiza el contexto de producción de la "Historia", a la que sigue la edición anotada de la obra, en diez capítulos. La "Historia de las islas Marianas" presenta una tensión entre dos temas que a priori parecen contradictorios: por un lado, el providencialismo hagiográfico que envuelve las acciones del apóstol Luis de San Vitores y sus compañeros y, por otro, la descripción con tintes científicos de las costumbres de los chamorros. El segundo capítulo es una pequeña joya. No sólo se destaca el aislamiento e ignorancia de los nativos, sino que se subraya la libertad natural en la que vivían. Pero esta libertad natural no implicaba la libertad social; antes al contrario, las diferencias de casta eran muy rígidas, con unas reglas de pureza y un sistema de transmisión de la propiedad matrilineal que podrían recordar a la casta de los nayars del sur de la India, bien conocidos por los jesuitas del siglo XVII. Este discurso etnográfico constituye una elaboración retórica que sitúa la famosa arenga de Hurao el chamorri que lideró la primera rebelión de 1671 en un contexto narrativo más amplio, como contrapunto dramático a un texto fundamentalmente apologético e incluso hagiográfico.
Todo proceso de fabricación de la imagen pública de un monarca conlleva inevitablemente la manipulación y transformación iconográfica del hombre concreto en el que recae la corona. En la Edad Moderna, las artes y la literatura se aliaron en cada ocasión al servicio de la propaganda y del prestigio del linaje al que pertenecía el nuevo rey, pero probablemente nunca la construcción visual y simbólica fue más desmesurada que con el último Habsburgo hispano, Carlos II (1661-1700). La muerte de su padre, el Rey Planeta, cuando el príncipe sólo tenía cuatro años, sus enormes debilidades físicas y mentales, y la decadencia imparable de un imperio en permanente crisis, llevaron a la reina regente, así como a los sucesivos validos y consejeros, artistas y pedagogos, a convertirlo en un rey escondido que apenas abandonó la corte, sustituido en todos los escenarios por su imagen artística. Rodeados de elementos alegóricos, mitológicos, heráldicos, astronómicos, emblemáticos y especialmente dinásticos, los retratos y las representaciones del enfermo y frágil Carlos, realizados entre otros por Luca Giordano, Sebastián de Herrera Barnuevo, Juan Carreño, Francisco Rizi, Juan de Valdés Leal o Claudio Coello, dan lugar a una de las construcciones icónicas mas deslumbrantes de la cultura del Barroco áulico, y en ella alcanzan su plenitud muchos de los discursos apologéticos y visuales de la casa de Austria, como Hércules, Salomón, el Sol, el retrato ecuestre, La Pietas Austriaca, el Toisón de Oro y otros muchos. Descifrar adecuadamente estas hipótesis retóricas permite entender la imagen simbólica de la Monarquía Hispánica durante el Siglo de Oro, una imagen que funcionó con gran eficacia pues el espejismo se prolongó durante décadas, y el rey inventado mantuvo prácticamente intacto el imperio durante treinta y tres años. Tan sólo su muerte sin descendencia puso por fin en evidencia el artificio.
Tras su intento de invadir Inglaterra, la Armada de 130 navíos fletada por Felipe II desapareció a finales del verano de 1588 en los mares septentrionales. ¿Cuál fue la realidad de la amenaza española y por qué fracasó? Para dar respuesta a estas preguntas, Geoffrey Parker analiza gran cantidad de información ?no estudiada hasta ahora? procedente de los archivos más importantes de España y Holanda. Esta información se completa con el descubrimiento de los restos de la Armada, tres de cuyos barcos han sido estudiados por el arqueólogo marino, Colin Martin. Esta reconstrucción de La Gran Armada llega a conclusiones inesperadas y destruye algunos mitos vigentes durante mucho tiempo en la historiografía anglosajona. Por encima de todo, se trata de un relato que da vida a uno de los sucesos más apasionantes de la historia mundial
La Resistencia de la Monarquía Hispánica presenta una revisión de las razones de la supervivencia de España y su Imperio europeo y de ultramar durante el reinado del último Habsburgo español, Carlos II (1664-1700). Hasta ahora se ha asumido que en la época de Luis XIV España colapsó como potencia imperial, militar y naval, y solo mantuvo su imperio porque los estados que hasta entonces se oponían a la hegemonía española acudieron en ayuda de Carlos II. Los aliados de España jugaron un papel importante, sin embargo, como demuestra Christopher Storrs, esta visión subestima seriamente los esfuerzos de Carlos II y sus ministros para preparar soldados para luchar en los diversos ejércitos de España sobre todo en Flandes, Lombardía y Cataluña y para asegurar la continuidad de la presencia naval de España en el Atlántico y en el Mediterráneo. Aunque estos compromisos eran costosos, añadiendo una considerable presión fiscal a los asuntos de Carlos II y a las tensiones políticas y administrativas de la Monarquía, sin embargo durante este periodo España continuó manejando el oneroso imperio con eficacia. Esto fue debido a diversos factores, incluyendo la continuada contribución de Castilla y de la plata americana, un cierto grado de centralización administrativa, la creciente aportación de los territorios españoles no castellanos y la continua importancia de la colaboración de los dominios no españoles, como Nápoles. Este libro revisa radicalmente nuestra interpretación de las últimas décadas de la España de los Austrias. Como Storrs demuestra, era un estado y una sociedad claramente comprometida con la retención del imperio, consiguiendo en esto mayor éxito del que los historiadores han admitido hasta ahora.
Este segundo volumen del tomo III de la Historia Militar de España se dedica al ejército de los Austrias; es decir, al periodo más brillante de la historia militar de nuestro país, en el que el ejército se convirtió en uno de los elementos principales que
"El libro Breve Historia de Fernando el Católico, de José María Manuel García-Osuna y Rodríguez se une a esta nueva línea histórica que revela en toda su amplitud la epopeya de un rey que con su inteligencia supo ser el padre de un imperio donde nunca se ponía el sol."(Blog Historia con minúsculas)"En resumen, nos encontramos con un libro ameno e interesante puesto que, tras una minuciosa labor de investigación y acudiendo a las raíces de la historia, pone a nuestro alcance datos y hechos fehacientes que en no pocas ocasiones son ocultados por los libros de historia."(Blog El llagu de la Xana) Fernando de Trastámara soñó con unir la península bajo una misma corona y una misma religión, soñó con administrar las Indias y soñó con conquistar Tierra Santa para la cristiandad pero el destino se lo impidió. La historia de los Reyes Católicos es uno de los hitos de la historia de España, completaron la Reconquista venciendo a los nazaríes en Granada, financiaron la expedición de Colón que supuso el descubrimiento y administración de un nuevo continente, unieron bajo un mismo reinado los enfrentados reinos de Castilla y Aragón y revitalizaron el estamento religioso enfrentándose incluso con la Santa Sede. Pero su reinado no eludió el fracaso: no llegaron a unificar efectivamente España, no conquistaron Tierra Santa y, sobre todo, no fueron capaces de dar a sus dominios un heredero que fuera capaz de completar el titánico proyecto que iniciaron. Breve Historia de Fernando el Católico nos narra esta apasionante historia tomando, de un modo inédito, como referencia, la figura del rey de Aragón. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez nos narra la estratégica jugada que supuso el ascenso al trono de los Reyes Católicos. Fernando de Trastámara se impone en la línea sucesoria al legítimo heredero Carlos de Viana que se encuentra en una guerra contra su padre Juan II de Aragón; por su parte Enrique IV de Castilla prefiere a Juana ?la Beltraneja? como heredera, pero al final Enrique IV muere e Isabel, que ya estaba casada con Fernando, asciende al trono de Castilla y ambos se convierten en reyes de Castilla y Aragón. Desde ese momento comienza una campaña por la que se pretende unir políticamente España desde la unidad religiosa, para ello es necesario la conquista de Granada, la expulsión de los judíos irredentos y revitalizar el clero enfrentándose al Vaticano. Tras 1492, su año cumbre, comenzarán los problemas sucesorios de los reyes: las muertes de Isabel y Juan, el desastroso matrimonio de Catalina y la locura de Juana I, casada con Felipe de Habsburgo, deja en manos del infante Luis la sucesión. La muerte del infante siendo un niño dejará el problema sucesorio en manos del hijo de Juana y Fernando: Carlos de Austria. Razones para comprar la obra: - El libro es el primer acercamiento a la figura de Fernando, mencionando a los Reyes Católicos pero siempre desde el punto de vista y la actividad del rey de Aragón. - Pretende acercar al lector una imagen de Fernando sin los mitos que las distintas historias del S. XIX asocian al rey. - El rigor en las fuentes es absoluto y están justificadas para dotar a la obra del máximo rigor histórico de todos los datos aportados. - La perspectiva del autor es objetiva y no esconde las actividades y decisiones en las que el gobernante erró o, directamente, fracasó. El mandato de un rey que, tras la muerte de Isabel I, y sin el apoyo de la nobleza de Castilla, se refugia en Aragón a esperar a su nieto, al que nuca llegará a conocer. Un reinado que contará con sus luces y sus sombras pero que, en líneas generales, será exitoso.
Un mastodonte jurásico contrapuesto a las más «modernas» fuerzas armadas de Holanda y Francia, un paquidermo inmóvil incapaz de modificar sus estructuras de combate y mando, frente a enemigos que supieron aprovechar los cambios introducidos a partir de las primeras décadas del siglo XVII en el arte de la guerra y, por esto, inevitablemente destinado a la derrota final. Un cuerpo de oficiales totalmente incompetente, inepto y compuesto en gran parte por cortesanos coléricos y vanidosos divididos entre sí por profundas enemistades, digno más de una comedia brillante que de los campos de batallas. Así, la clásica visión de los ejércitos de la Monarquía hispana en la época de la guerra de los Treinta Años, enviado hacia el presente por parte de la historiografía tradicional. Una mirada artefacta que nunca ha sabido tener en cuenta las grandes capacidades de recuperación y transformación de las fuerzas armadas de la corona que demostraron, durante este largo desafío, poseer aún unos recursos inesperados y saber enfrentarse victoriosamente a sus enemigos en varias ocasiones hasta casi el fin de la guerra. Condenadas a la derrota por el progresivo agotamiento hacendístico y demográfico y no por deméritos ínsitos en su propia estructura.