En la historia militar de Europa no hay una hazaña logística comparable a la del Camino Español. Durante los más de ochenta años que duró la Guerra de Flandes, desde 1566 a 1648, España mantuvo abierto el largo corredor que unía sus posesiones en el norte de Italia con los Países Bajos, para permitir que sus invencibles tercios llegaran al campo de batalla. Una ruta erizada de obstáculos geográfi cos y enemigos poderosos, que atravesaba los Alpes, grandes ríos, bosques y desfi laderos. Geoff rey Parker, el prestigioso historiador inglés, califi ca de milagro el hecho de que en aquel tiempo pudiesen llegar a los Países Bajos, por tierra, soldados españoles. Por eso aún se utiliza la expresión poner una pica en Flandes como equivalente de una difi cultad rayana en lo imposible. Fernando Martínez Laínez, coautor del exitoso volumen Tercios de España, recorre de nuevo el Camino Español para reconstruir paso a paso, con óptica de ensayista histórico y escritor viajero, un itinerario que atraviesa Europa desde la soleada costa mediterránea hasta las brumas nórdicas. El mismo que hicieran los tercios. Un relato magistral que resucita la epopeya de la gran marcha de miles de soldados que, fi eles a sus banderas, sortearon mil peligros hasta alcanzar el escenario bélico del que muchos, caídos para siempre, no regresaron.
Desde Sevilla hasta Veracruz, de Acapulco a Manila o de Barcelona a Sicilia, la Armada de los Austrias españoles fue la mayor potencia naval del mundo durante casi dos siglos. Este libro analiza el sistema naval del imperio poniendo el acento en el estudio de las tripulaciones, de los barcos, de las estrategias y de las batallas. Un modelo naval global que funcionó razonablemente bien y que le permitió convertirse en una potencia hegemónica pese a la dificultad que entrañaba proteger los intereses de un vastísimo territorio. La delicada situación económica de la Monarquía Hispánica a partir del siglo xvii debilitó progresivamente los recursos de un imperio en el que solo un siglo antes se decía que «el sol no nacía ni se ponía», lo que influiría irremediablemente en la pérdida del estatus hegemónico de una de las armadas más grandes y respetadas que la historia ha visto.