Ir al contenidoHistoria general y mundial
Las vidas de dos mujeres se entrecruzan. Sofía rememora, a través de unas viejas postales, los años felices que pasó en Melilla a principios del siglo XX siendo apenas una adolescente. Silvia busca la autodestrucción y convive con todos los demonios de su juventud. Entre ambas, nace una extraña relación y un entendimiento que las conducirá a desvelar los más oscuros rincones de su conciencia. Sofía morirá soltera, aferrada a unas rancias convicciones y reviviendo un pasado del que no puede huir presa de una enfermedad mental. Su enamorado, el teniente Francisco Franco, al que sus compañeros llamaban Franquito o, simplemente "el tenientillo", le envia cartas apasionadas de primer y gran amor. A partir de esa correspondencia toda la historia se reconstruye
Es curioso que, en un período como el que ahora vivimos, amenazados por todo tipo de plagas, una novela como ésta, escrita en un tiempo hoy olvidado, en circunstancias tan distintas y con el pretexto de otra enfermedad mortal, suscite situaciones y reflexiones de tan acuciante actualidad. Porque lo que trasciende fundamentalmente hoy de Pabellón de Cáncer es una verdad muy simple y, en principio, conocida por todos : la de que todos somos iguales ante la muerte. Iguales son incluso el joven Kostoglótov, un deportado con gran capacidad crítica, en el que no cuesta reconocer al propio autor, y el funcionario Rusánov, miembro del partido y delator implacable de los «enemigos del régimen». En torno a ellos, todos los demás personajes, grotescos y tiernos, confinados entre cuatro paredes en circunstancias extremas, encarnan la evidencia de que el odio, el amor, el resentimiento, la envidia o las relaciones de poder y sumisión siempre tendrán, mientras haya vida, su razón de ser.