Recuperar el pasado es un reto aún pendiente para el Beticismo. Una llama que aún no ha prendido en el club, quien a lo largo de los años nunca ha tomado conciencia de su propia historia como un valor único e irrepetible. Velar por la conservación de su patrimonio histórico, promover la investigación, y dar a conocer y difundir su historia, debieran de ser tareas permanentes de la sociedad verdiblanca, en una labor constante y alejada del resultadismo a corto plazo propio de los vaivenes deportivos. La presente obra de Reyes Aguilar, con el apoyo de la Fundación Martínez de León, se enmarca en esta tarea de recopilación y rescate de nuestro pasado. Con ella nos trae a un entrañable personaje, Oselito, en su vertiente futbolística. Sirva también esta obra para reivindicar la figura de su creador, Andrés Martínez de León, tan poco valorado en la Sevilla a la que tanto amó. El contexto histórico de esta obra original de Martínez de León está marcado por la llegada de Benito Villamarín a la presidencia del club en 1955, y lo que supuso de estabilidad social y económica, lo que no conocía el Betis desde hacía bastante tiempo. No hay que pintar un paisaje idílico, porque tensiones y problemas también hubo, pero el club se colocó en la senda que le llevó a recuperar la Primera División y a conocer uno de sus periodos más estables y fructíferos.
Recuperar el pasado es un reto aún pendiente para el Beticismo. Una llama que aún no ha prendido en el club, quien a lo largo de los años nunca ha tomado conciencia de su propia historia como un valor único e irrepetible. Velar por la conservación de su patrimonio histórico, promover la investigación, y dar a conocer y difundir su historia, debieran de ser tareas permanentes de la sociedad verdiblanca, en una labor constante y alejada del resultadismo a corto plazo propio de los vaivenes deportivos. La presente obra de Reyes Aguilar, con el apoyo de la Fundación Martínez de León, se enmarca en esta tarea de recopilación y rescate de nuestro pasado. Con ella nos trae a un entrañable personaje, Oselito, en su vertiente futbolística. Sirva también esta obra para reivindicar la figura de su creador, Andrés Martínez de León, tan poco valorado en la Sevilla a la que tanto amó. El contexto histórico de esta obra original de Martínez de León está marcado por la llegada de Benito Villamarín a la presidencia del club en 1955, y lo que supuso de estabilidad social y económica, lo que no conocía el Betis desde hacía bastante tiempo. No hay que pintar un paisaje idílico, porque tensiones y problemas también hubo, pero el club se colocó en la senda que le llevó a recuperar la Primera División y a conocer uno de sus periodos más estables y fructíferos.