Con el advenimiento del nuevo milenio, las históricas relaciones entre arte y naturaleza siguen más vivas que nunca. La noción de naturaleza se encuentra atravesada por múltiples vectores que llevan los límites de aquello que consideramos «natural» más allá de sus fronteras tradicionales. Y, por otro lado, la naturaleza se ha convertido en el ámbito de trabajo de muchas tendencias artísticas contemporáneas. De la mano de diez autores, esta publicación aborda las dimensiones simbólicas y políticas de las prácticas artísticas que parten de la naturaleza con la voluntat de transformar la realidad, y que tienen como objetivo potenciar un espacio de diálogo y generar un debate y un pensamiento crítico. Desde campos de investigación aparentemente distantes, cada capítulo ofrece un punto de vista diferente para repensar la relación entre arte, naturaleza y política.
Tras la confusión voluntariamente practicada por los prerrafaelitas de lo antiguo con lo actual, del estilo refinado con el estilo popular, de lo excepcional con lo cotidiano, estaba la invitación a no considerar irreconciliables las categorías de lo moderno y lo bello, el apremio del día a día y la fascinación por lo raro e inusitado.
¿Por qué las personas destruyen las imágenes? ¿Qué motiva estos actos individuales y colectivos de violencia contra algo que –al fin y al cabo– es una mera representación en madera, piedra, lienzo o papel? ¿Cómo podemos pensar la iconoclasia en el mundo contemporáneo?” Éstas son algunas de las preguntas que David Freedberg viene haciéndose desde que, a finales de la década de 1960, comenzase a investigar sobre la iconoclasia, un tema ignorado hasta el momento y al que los historiadores del arte rara vez tenían en consideración. Sin embargo, como Freedberg demostró en multitud de escritos, la iconoclasia, el gesto de atentar contras las imágenes, en el fondo no hace sino mostrar el enorme poder que éstas tienen.
Sevilla, buscando su identificación con la Virgen Dolorosa, lleva a cabo permanentemente la búsqueda de la perfección. Podría pensarse que esta perfección ya se ha hallado en el paso de palio, en la proporción áurea, en los doce varales, en el oro y en la plata, en la abundancia de cera y de luces, en las flores que anuncian la regeneración primaveral, en la figuración del Paraíso, en la escenificación secuencial del triunfo del bien sobre el mal... El lector descubrirá una verdadera profusión de detalles, motivos y símbolos, muchos de los cuales pueden habérsele pasado desapercibidos, y encontrará al mismo tiempo reseñas de sincretismo que tal vez le resulten insólitas o impactantes. Todo le llevará a entender la génesis y la evolución histórica del paso de palio como una búsqueda griálica, caballeresca, iniciática y sagrada. Aunque la Semana Santa de Sevilla es, en gran medida, un producto de los pronunciamientos contrarreformistas a favor de la imaginería, de las procesiones y del culto a la Virgen María, hay que observar que el paso de palio se creó a impulsos de religiosidad popular y excediendo los cálculos de la jerarquía eclesiástica. Su lógica es barroca, en su conceptismo, como compendio de conceptos, y en su culteranismo, por su riqueza expresiva. Pero su sustrato está en los valores de la época de san Fernando y de la conquista de la ciudad, que era la época en que se buscaba el Santo Grial en pos del restablecimiento de la armonía natural y espiritual. Y estos valores tienen orígenes atávicos.
Francisco de Zurbarán (1598-1664) pasó la mayor parte de su vida artística en Sevilla, donde realizó una serie con trece personajes del Génesis representados a tamaño natural: Jacob y sus doce hijos. Aunque pudo ser fruto de un encargo de las Américas, fue subastada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII en la almoneda de un comerciante judío llamado Benjamin Mendez. Richard Trevor, obispo de Durham, se hizo con doce de los trece cuadros y encargó una copia de Benjamín (hoy en la colección de los descendientes de Lord Willoughby de Eresby) e instaló la serie en Auckland Castle para reivindicar la necesidad de tolerancia y entendimiento social, político y religioso entre los cristianos y los judíos de Gran Bretaña. En este catálogo, que acompaña a la exposición celebrada en Dallas y Nueva York, distintos especialistas analizan la serie desde el punto de vista histórico, religioso, artístico y técnico, aportando novedades sustanciales sobre la iconografía de las doce tribus de Israel, las fuentes visuales y las prácticas artísticas de Zurbarán. El resultado es la contribución más exhaustiva hasta la fecha a una de las series más ambiciosas del maestro.
He aquí la biografía-objeto de René Magritte contada, y desde luego dibujada, desde seis puntos de vista diferentes, que dialogan con el artista mientras hacen recorridos originales y sumamente diversos de la obra y el pensamiento de Magritte.
La salida y llegada de las flotas de Indias a través de la bahía de Cádiz constituía un verdadero espectáculo que no dejaba indiferente a nadie, ya sea por los familiares y amigos que viajaban en ellas y las noticias acerca de su suerte; ya sea por los negocios que les estaban vinculados, el empleo que atraían, o la oferta de productos, muchos de ellos exóticos, expuestos más tarde en las tiendas del pequeño comercio. Y, aunque en menor escala, otro tanto producían los navíos sueltos y registros, cuando las flotas no podían hacer su trayecto. Todo este universo, periódicamente recreado a lo largo de casi todo siglo XVIII, no hubiera sido posible sin el concurso de los comerciantes y hombres de negocio que lo impulsaban. El llamado consulado de cargadores a Indias, establecido en Sevilla en 1543, agrupaba a una parte sustancial de ellos con diferentes procedencias; aquellos que, bajo la protección de la Corona, hacían posible que el comercio entre España y América fuese una realidad y los navíos pudiesen cumplir su cometido. De ahí la importancia de dicha institución para entender uno de los hechos más relevantes de la historia de España, de su Imperio y de la propia Europa: la Carrera de Indias, de la que se derivaba un trasiego permanente de hombres y mercancías a través del Atlántico, así como la llegada a nuestro continente de los deseados metales preciosos, que, con su presencia, posibilitaban los intercambios, la formación de fortunas y, a la larga, el desarrollo de una importante burguesía mercantil. Este libro se ocupa de una de las etapas más brillantes del consulado de Indias, justo después de trasladarse a Cádiz desde Sevilla en 1717, cuando se inicia un tiempo de profundos cambios en la política española y en la actividad comercial en general. Es, así pues, un recorrido a través de su evolución, vicisitudes, transformaciones tanto internas como externas, en relación con las instituciones y las iniciativas políticas de su tiempo. Todo sin olvidar de aproximarnos a los hombres que integraron y dieron vida a esta corporación mercantil, ni al examen de sus momentos de crisis, ni, por supuesto, al período correspondiente a la progresiva disolución del consulado en su identidad y poder a finales de la centuria y durante las primeras décadas del siglo XIX.
En el año 1873, Cartagena vive uno de los episodios más revolucionarios de las páginas de su historia. El 12 de julio de 1873, en el transcurso de los intentos federalistas y en medio de un fuerte clima de inestabilidad que azota el país- agravado por la
La visión del arte de uno de los mejores escritores y más agudos pensadores de España. Diccionario de las artes es ya un clásico de la estética que ahora Félix de Azúa ha ampliado y revisado exhaustivamente para esta edición. A pesar de su título, el libro no es un diccionario al uso, sino un ensayo compuesto por diversas voces, dispuestas alfabéticamente, donde el autor medita acerca del ocaso del Arte. Para ello, regresa a los lugares del crimen, es decir, las artes y las ideas que han generado a lo largo de la historia, ese largo viaje en el que el hombre ha ido representándose y abstrayéndose a sí mismo hasta llegar a la extenuación actual. Con una estructura y un ritmo que recuerda a las variaciones musicales, Félix de Azúa, uno de los escritores más brillantes de nuestro tiempo, despliega el espectro semántico que ha generado el Arte y lo somete a una nueva formulación. La belleza, la muerte, lo sagrado o lo sublime se declinan en estas páginas a la par que se muestran los efectos, creativos o destructivos, del mercado, la publicidad y los medios de comunicación. Más que un ensayo de arte, Azúa ha concebido en esta obra imprescindible una bella y lúcida reflexión sobre la condición humana.
Museo de bolsillo: La antigua Grecia presenta 200 objetos que actualmente forman parte de colecciones públicas de todo el mundo y que proporcionan tanto contexto como inmediatez a la rica cultura de la Antigua Grecia.
Esta obra constará de tres volúmenes. En el primero, que ahora se presenta, trata de los emires nazaríes, en especial de Mu?ammad V, y la fiesta del mawlid del 764/1362. En el segundo, se estudia el área del Mexuar nazarí del Palacio de Comares remodelad
Ya sea ante una xilografía japonesa, La última Cena, de Leonardo da Vinci, o el Guernica, de Pablo Picasso, El arte de mirar le ayudará a afinar la vista y le dará mayor confianza a la hora de analizar imágenes. Esta guía esencial cuenta con un glosario de términos clave, que abarca desde movimientos artísticos y terminología técnica hasta léxico religioso y clásico, y una valiosa lista de lecturas recomendadas. Los que disfrutan del arte y quieren profundizar en él encontrarán en Esenciales del arte un acompañamiento perfecto que les proporcionará toda la información contextual necesaria para disfrutarlo y comprenderlo, tanto si se trata de un ávido galerista, un aficionado a leer cómodamente en el sillón o un curioso observador. Con textos atractivos, accesibles, acreditados, con un marcado componente visual y redactados y concebidos por expertos.