Platón está considerado como el filósofo más importante de todos los tiempos y es sin duda sobre el que más se ha escrito. Ocupó su vida haciendo toda clase de preguntas inquietantes y complicadas a sus contemporáneos atenienses y dejó escritas sus ideas en forma de animados diálogos. Además elaboró sus propias teorías sobre casi todo: la naturaleza del conocimiento y la realidad, la política, la ética, las matemáticas, la economía, las dimensiones de la ciudad ideal y otras muchas cuestiones. Platón para todos empieza con el análisis de la influencia de filósofos como Sócrates y Pitágoras en el pensamiento platónico. A continuación, da paso a una explicación clara de su teoría del conocimiento, a partir de la cual desarrollaría su controvertida concepción de la política, la ética y la libertad individual. El libro ofrece, además, comentarios críticos detallados sobre todas las doctrinas clave del platonismo, especialmente su sorprendente «teoría de las Ideas», y concluye revelando cómo la filosofía platónica determinó la obra de pensadores modernos tan importantes como Karl Popper y Jacques Derrida.
El impacto filosófico, en sentido estricto, de la teoría de la relatividad se materializó en una polémica -acaecida fundamentalmente durante el primer tercio del siglo XX- que enfrentó a los filósofos del Círculo de Viena, representantes de la "filosofía científica" en ascenso, y a filósofos de corte clásico, filósofos neokantianos principalmente, sobre la cuestión de si la nueva física "habría hablado" de forma definitiva y contundente en favor y/o en contra de alguno de los modos de hacer filosofía o, más concretamente, si los resultados de la teoría de la relatividad habrían refutado importantes doctrinas de la filosofía kantiana, p. ej. sus conceptos de espacio y tiempo y su filosofía -implícita- de la matemática. En este sentido, el impacto filosófico de la teoría de la relatividad se concretó en una verdadera e intensa "polémica Einstein-Kant", que es la que se rastrea en la presente investigación. Si la guerra es, desde Heráclito, padre de todas las cosas, el resultado de una lucha de sistemas filosóficos no puede dejar de tener consecuencias respecto de la -¿nueva?, ¿vieja?- imagen del mundo, en sentido estricto, de una época.
El pensamiento bíblico y judío es ético y existencia. Concede siempre la primacia a la razón práctica y la ética, acentuando para ello el dualismo entre Dios y el mundo, entre la libertad y la naturaleza. El carácter de marca del pensamiento bíblico es la concepción moral y personal de la divinidad, y el dios de los profetas es la voluntad moral. El monoteísmo bíblico se desprendió de muchos elementos mágicos y mitológicos, pero integró en su imaginario los símbolos y arquetipos primordiales relativos al caos y la creación y a la consumación del cosmos y de la historia. El hombre, imagen de la divinidad, no forma parte de la naturaleza. La conciencia profética está orientada hacia el futuro. La escatología profética recoge el pasado del pueblo de la humanidad y lo dirige hacia el punto de convergencia de toda la historia. El pensamiento bíblico se mueve a la postre entre la cuestión del mal, planteada por Job, y la salida utópica soñada por los escritores de apocalipsis. A través de la experiencia histórica de Israel y del paradigma éxodo-liberación, se trata de poner al descubierto los símbolos, conceptos, estructuras y tensiones del pensamiento yahvista y del pensamiento judío posterior.
Cuando a Diógenes alguien le reprochó beber en la taberna, este respondió: "¿Y qué tiene de malo? Lo raro sería ir a beber a la barbería y cortarme el pelo en la taberna". A alguien que le criticó a Aristóteles haber dado limosna a un malhechor, este respondió: "Yo sólo ayudé al hombre, no a sus costumbres". Cuando un grupo de rencorosos aristócratas le dio una paliza al mordaz Voltaire, uno de ellos exclamó: "No le peguéis en la cabeza, de ahí puede salir algo bueno". "Buscamos la felicidad -escribió Voltaire-, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo confusamente que tienen una." Después de que los filósofos Hegel y Schelling se enzarzasen en una trifulca pública, el periodista satírico Moritz Saphir sentenció: "Los filósofos piensan oscuramente, pero maldicen con mucha claridad". Haciendo gala de una gran modestia las últimas palabras de Auguste Comte en su lecho de muerte fueron: "¡Qué gran pérdida para la humanidad!". Freud, cuyo psicoanálisis interpretaba gestos inadvertidos como expresiones del inconsciente reprimido, acabó siendo víctima de sus propias teorías y cuando en cierta ocasión, sobaba un cigarro y se percató de que alguien lo observaba maliciosamente, comentó: "A veces un cigarro no es nada más que un cigarro". Las anécdotas y agudezas más divertidas de los grandes pensadores.
Tant de bo els humans feren les guerres per quelcom tan material com la riquesa; potser calcularien aleshores els guanys i les pèrdues d´un conflicte i sabrien aturar-se a temps. Però malauradament les guerres no les fan els qui pensen.
Concebida como esencialmente pedagógica, esta obra de Juan Plazaola es una Introducción a todos los problemas actuales de la Estética. Se abre con una visión panorámica de las ideas estéticas desde los presocráticos hasta hoy, para continuar con una exposición razonada de todas las cuestiones que debe abordar el estudio sistemático de la Estética, su método, la vivencia estética, el universo estético, el arte como habilidad técnica y como creación poética, sus referencias a la realidad, los aspectos genesíacos, productivos y autoexpresivos del quehacer artístico, el análisis estructural (de la obra artística, y finalmente, las relaciones del arte con la sociedad, la moral y la religión. Cada capítulo va acompañado de una serie de testimonios de artistas que lo avalan y esclarecen.
DESCARTES EN 90 MINUTOS es uno de los primeros en una serie de libros desenfadados y distintos que presentan la vida y la obra de los filósofos más importantes. En un relato a la vez estimulante e informativo, Paul Strathern ha entretejido en el texto las ideas principales de Descartes, de manera que son comprensibles tanto por estudiantes de filosofía como por los que no lo son. Descartes fue enviado a un internado a la edad de ocho años. Como el director del colegio era un amigo de la familia, el joven René tenía una habitación para él solo y podía levantarse cuando quería, que era hacia el mediodía. A pesar de ello, se llevaba todos los premios. El levantarse de la cama tarde fue un hábito al que se adhirió toda su vida, incluso cuando, sorprendentemente, se alistó en el ejército. Así pensaba él. Una introducción y un epílogo sitúan la obra de Descartes dentro del panorama de la filosofía; también se ofrece una completa lista cronológica. Finalmente, una selección de citas de las Meditaciones y del Discurso del Método da indicación de sus intenciones, conceptos más importantes y de su estilo.
¿Dónde encontrar la verdad? ¿En las ciencias, en las religiones, en las artes? ¿En la razón humana? ¿O en la palabra divina? Y esta verdad que buscamos ¿es única o múltiple? ¿Existe de verdad o es una ilusión? Y si es una fábula, ¿a qué necesidad responde? Los filósofos siempre han dado vueltas a este tipo de preguntas porque sirven de hilo conductor a este viaje del pensamiento, desde Platón hasta nuestros días. Veinte episodios describen con claridad y amenidad estas aventuras de la verdad, en las que encontramos las figuras de Epicuro, Maquiavelo, Descartes, Espinoza, Voltaire, Rousseau, Kant, Marx y Nietzsche...