La mañana del 22 de enero de 1879 más de 1.300 soldados británicos y coloniales murieron a manos del Ejército zulú en Isandlwana. ¿Quiénes eran los zulúes? ¿Por qué el Imperio Británico decidió atacar a ese pueblo? ¿Cuáles fueron las causas de semejante derrota británica? Carlos Roca nos lo desvela en la tradición de las mejores novelas de aventuras. El ritmo trepidante, el magnífico retrato de los seductores personajes y la descripción de unos acontecimientos extraordinarios atrapan al lector desde el primer momento.
Cuando las tremendas e increíbles noticias del desastre de Isandlwana alcanzaron el corazón del Imperio Británico, la sociedad victoriana no podía dar crédito a que unos salvajes hubieran aniquilado a buen número de tropas profesionales, que además pertenecían a uno de sus regimientos de infantería más legendarios. La entonces primera superpontecia mundial terminaría imponiendose a costa de movilizar miles de hombres contra un pequeño pais africano compuesto por 300 clanes y unas 300.000 almas, que bajo el nombre Zulú, llevaban unidos unos 60 años.
Dicen que la historia nació en las riberas de los ríos. La historia que verdaderamente cuenta, la de los pueblos; no la de generales victoriosos y héroes de leyenda. En esa concepción de historia fluvial del mundo, el Níger discurre como rechazando el desierto que lo termina por caracterizar. Mientras las aguas del Nilo han buscado siempre el ombligo del mundo, la curva del Níger supone un afán de periferia. Todo ello forjó, a través de siglos de lejanía y ecos indefinidos, una palabra mágica: Tombuctú. En la actualidad la accesibilidad es completa. Ya hay un puente de hierro que cruza el Níger a la altura de Markalá. El autor, Antonio Llaguno, debió ser en otra vida historiador árabe, porque este libro se inscribe en el género de los llamados masalik wa-mamalik, los caminos y los reinos: una crónica repleta de anécdotas, curiosidades, y hasta plantas medicinales de asombrosas propiedades. Llaguno narra con amenidad y conocimiento procesos y hechos derivados del insólito asentamiento de unos habitantes hispanos post-andalusíes en la curva del Níger. El resultado es un texto imprescindible sobre una historia que está en camino, que afortunadamente no es, en gran medida gracias a libros como éste, una historia perdida.
La Historia del África Negra del burkinabé Joseph Ki-Zerbo (1922-2006) es un clásico contemporáneo, no sólo vigente, sino imprescindible. La obra original supuso una especie de ensayo de lo que sería después la Historia General de África, proyecto referencial en el que Ki-Zerbo participó como miembro del Comité Científico Internacional y director del primer volumen. Joseph Ki-Zerbo perteneció a la generación de sabios que, en el camino a la independencia, revisó la historia del continente al sur del Sáhara. Esa historia había sido ignorada e incluso negada por Occidente durante mucho tiempo, como nos recuerda el propio autor citando en este sentido a Hegel. La historiografía colonial empezaría a llenar ese vacío, pero atribuyendo todo cambio substancial al exterior. Sólo la llegada de una hornada de historiadores africanos, con Joseph Ki-Zerbo en primer plano, ha permitido empezar a apreciar la originalidad de la contribución africana a la historia humana, obligándonos a revisar nuestras concepciones tanto del pasado como del futuro. La Historia del África Negra de Ki-Zerbo es, sin duda, un antídoto contra el falso anuncio del «fin de la historia». Como es bueno esperar, las interpretaciones históricas de Ki-Zerbo y su generación han sido complementadas e incluso superadas por investigadores posteriores, algunos de los cuales han sido publicados en Edicions Bellaterra, como Ferran Iniesta o Paul Nugent. Sin embargo, ninguna obra ha podido sustituir la combinación de referencias textuales, interpretación crítica y entusiasmo por la vigencia del pasado en el presente que caracteriza la obra de Ki-Zerbo. Su acercamiento a las sociedades africanas a través de vívidas descripciones contemporáneas de los hechos abordados, continúa siendo un complemento necesario para cualquier aproximación histórica al continente vecino. La presente edición respeta el original del autor, con toda su capacidad de evocación e inspiración, al tiempo que revisa en profundidad la traducción al español. No se pretende, pues, continuar la obra de Ki-Zerbo ni enmendar la plana al autor.
«Me gustan con locura las excursiones a un mundo que creemos descubrir, las sorpresas súbitas ante costumbres que ni siquiera podíamos sospechar, la constante tensión del interés, la alegría para los ojos, ese estímulo constante del pensamiento. Pero hay una cosa, sólo una, que me arruina esas exploraciones encantadoras: la lectura de guías de viaje.» Todos aquellos a quienes las guías al uso los hastíen, y busquen en el viaje algo más que un simple desplazamiento con cambio de decorado, disfrutarán la lectura del viaje de Maupassant a Argelia. Más que describir los paisajes o los lugares visitados, el escritor francés da testimonio de la perplejidad que le produce el encuentro con un mundo, unas costumbres y unas gentes del todo diferentes (y que no siempre consigue comprender). Maupassant convive con las tribus nómadas en el desierto del Sáhara y descubre los devastadores efectos del sol en esa parte del mundo, la verdadera soledad de unos hombres que a fuerza de resistir a un medio tan hostil se han convertido en casi indestructibles; se cuela en un prostíbulo, el único lugar donde los hombres pueden contemplar a las mujeres; acompaña a una misión militar en busca de pozos de agua por territorios que en los mapas son sólo espacios sin accidentes, desconocidos, inexplorados Y así, aprovechando cualquier pretexto para compartir la rutina de los habitantes nativos y de los adoptivos sus compatriotas, el autor nos muestra la complejidad de un país que abarca un vasto territorio lleno de contrastes, desde las grandes extensiones desérticas del Sáhara, hasta la fértil y poblada llanura de la Mitidja, las zonas montañosas en la región de Cabilia, o los frondosos vergeles del valle de Bu-Saada. Y en cada nueva región lo asombran sus habitantes, unas veces sólo las hienas, los escorpiones o los resistentes camellos, y otras los douars, los trafis, los mozabites, los judíos o los propios colonos franceses, derrotados una y otra vez a causa de su ceguera y obstinación. Este volumen de viajes se completa con distintos
En Héroes y villanos se exponen experiencias, cobardías o actitudes, ante una realidad tan cruel como la guerra en el Protectorado de Marruecos. El escenario de un país ocupado poco a poco por extranjeros, la valiente reacción de los marroquíes ante ta
¿Qué se puede ofrecer a los pueblos de África además de las ayudas de justicia en el campo de la asistencia y del desarrollo? ¿Sólo declaraciones de indignación ante las injusticias que sufre, el mercado de armas y la explotación? ¿Qué compensación hay que darles tras siglos de esclavitud, de dominación, de latrocinios y de promesas traicionadas? Ciertamente una propuesta de vida nueva, digna y verdadera, que se pueda vivir con gusto en las relaciones con los demás y con la propia historia, conservando la propia dignidad como riqueza en la diversidad unida de una nación finalmente en paz.