El propósito de esta antología de himnos es hacer atrayente, para todos los cristianos de hoy, un patrimonio de una gran belleza y verdad, habitualmente reservado solamente a los estudiosos.
"Si el misterio de Cristo, hecho objeto de reflexión, genera discurso teológico riguroso, hecho objeto de afecto, suscita plegaria, canto, imagen, poesía. La fe es amor y crea poesía; la fe es alegría y genera belleza. La fe es íntimamente lírica y musical. Lo es en Efrén, en Romano el Melode, en Ambrosio... un grupo de pensadores cristianos del Oriente y del Occidente cristianos que expresaron la teología en poesía. La lírica de la fe [ ] son epifanía de una Iglesia que, mientras celebra los divinos misterios, desea conformar su vida con el canto perenne de la liturgia celeste. Nada extraño, pues, que sean ya muchas las generaciones cristianas que han entonado los himnos de la santa liturgia. Estos himnos de la Tradición han servido de vehículo para expresar el amor a la Trinidad en los labios y en el corazón de los Santos [ ] El himno es una expresión poética de alabanza. Los himnos traducen líricamente la admiración por la obra redentora de Cristo, confiesan la fe en él, la adhesión a él, y narran con imágenes poéticas la historia o los valores de un mártir o de determinado ciclo del año litúrgico. Las preces, las lecturas, la homilía... no es preciso que sean poéticas; el himno, sí. No toda poesía es himno, pero todo himno es poesía: se caracteriza por su ritmo, por sus figuras, por la métrica de sus versos, por el lenguaje lírico. Un himno está hecho de admiración" [De la Introducción].