La osteoporosis es la patología metabólica ósea más frecuente en países occidentales y constituye un importante problema de salud pública en todo el mundo. Su prevalencia es difícil de calcular ya que durante los primeros años es una enfermedad silenciosa y no es hasta bien avanzada la enfermedad cuando empiezan a aparecer los primeros síntomas, entre ellas las fracturas óseas, pudiendo ser tarde para evitar su progresión. Las complicaciones clínicas asociadas a las fracturas incluyen incremento en el riesgo de padecer nuevas fracturas y en la morbi-mortalidad del paciente, y suponen un impacto importante a nivel clínico, social y económico. Por eso, durante muchos años se han realizado multitud de trabajo enfocados a identificar marcadores bioquímicos que fueran capaces de identificar a pacientes con osteoporosis establecida o con riesgo de padecerla en el futuro. En este libro se intenta dar una visión general de los biomarcadores disponibles para el estudio del paciente con patología ósea, desde los que a día de hoy se encuentran en desuso hasta los más novedosos y que se emplean actualmente en la práctica clínica.
El cáncer colorrectal (CCR) afecta a hombres y mujeres con una edad media de 70 años, y representa una de las principales causas de muerte en el mundo occidental. En España supone la segunda causa más frecuente de cáncer después del tumor de mama en mujeres y de próstata en hombres.
El cáncer se define como el crecimiento celular no controlado y con capacidad de invasión causando daño a tejidos y órganos. Este descontrol celular es debido a mutaciones en genes que controlan la proliferación celular. El CCR es un tipo de cáncer que como su nombre indica se desarrolla en el colon o el recto. Consiste en un crecimiento incontrolado de las células del colon o recto y se puede desarrollar en cada una de las capas: mucosa, muscular y serosa. Progresa mediante cambios clínicos e histopatológicos de una lesión en la cripta a pequeños tumores benignos (pólipos adenomatosos) y finalmente a cánceres malignos (carcinomas).
Probablemente exista un acuerdo casi unánime respecto a la necesidad de fundamentar científicamente las decisiones que se adoptan en los distintos procedimientos aplicados en el marco de la atención sanitaria. Algunas personas lo darán por hecho, otras serán algo más escépticas. Estas decisiones no solo hay que tomarlas sobre cómo afrontar los problemas, sino también, y previamente, sobre cómo entender los problemas, porque la manera de explicar los problemas de salud y sus causas condicionará la respuesta que les demos. Las distintas explicaciones a esos determinantes y las desigualdades sociales en salud nos proporcionarán una base para dar algunas respuestas a la pregunta del título, pero hay otras intermedias: ¿Son las respuestas que damos a los problemas de salud las más adecuadas? ¿Van a la raíz de los mismos? ¿Mejoran a corto, medio y largo plazo no solo el problema puntual, sino la salud global de una persona, de su familia o del conjunto de la población? Los factores del entorno social y físico, como la cohesión social, la contaminación, el ruido, los espacios verdes, la facilidad para caminar o ir en bici son determinantes en los estilos de vida que, a su vez, influyen de manera importante en la salud. Modificar esos factores ambientales contribuirá a que la gente pueda elegir un estilo de vida saludable, utilizando además las estrategias educativas pertinentes. Revisaremos los orígenes, logros y retos de lo que supuso un intento formal de aplicación de la evidencia científica a los problemas de salud, lo que se ha llamado atención sanitaria basada en la evidencia, que integra la experiencia profesional, las preferencias de las personas atendidas y la evidencia procedente de la mejor investigación clínica. Algunos ejemplos como la prevención cardiovascular -casi exclusivamente centrada en fármacos para bajar el colesterol-, el supuesto ahorro económico de la retirada de la atención sanitaria a los inmigrantes o la excesiva dependencia de la industria farmacéutica en la investigación y formación sanitarias nos ayudarán a poner de manifiesto el amplio margen existente para mejorar su fundamentación científica, necesaria para una respuesta sanitaria eficaz frente a los problemas de salud. Intentando resumir una respuesta a nuestra pregunta inicial, la atención sanitaria basada en la evidencia científica ha tenido ciertos logros a la hora de prolongar la supervivencia y mejorar el pronóstico después de las enfermedades graves. Es hora de que apliquemos el mismo esquema al estudio e intervención sobre los determinantes de la salud. En este sentido, las condiciones sociales y económicas son las que ejercen una mayor influencia sobre la salud de la población. Teniéndolas en cuenta en nuestro análisis de las causas y en las propuestas de intervención podemos dar respuestas más radicales, en el sentido de ir a las raíces, y más adecuadas a los problemas de salud.