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En 1986 Paul Theroux decidió viajar a China aprovechando un año sabático. Su instinto le decía que un país tan enorme sólo puede conocerse «sin despegar los pies del suelo». Y se propuso atravesarlo viajando sólo en tren. De Mongolia a Pekín, de Pekín a Shanghai, de Shanghai a Cantón, y de allí hacia el norte y por todo el interior del país, Theroux recorrió miles de kilómetros. El resultado es un itinerario palpitante de detalles y anécdotas, en la mejor tradición del reportaje literario, que muestra sin tópicos ni folclorismos la realidad profunda de China.
Una atmosfera mágica fluye por las calles de la Girona más ancestral, concentrada en torno al Call Jueu. La ciudad, coronada por las puntas de la Catedral y de la iglesia de Sant Feliu, se refleja con orgullo y señorío en las aguas del Onyar. Los siglos de historia no han impedido que Girona se convierta en una capital moderna, llena de atractivos como se muestra en las páginas del libro.
"Temo las decepciones. Por eso, cuando sobrevolaba las montañas que rodean la ciudad de Bergen me asustaba pensar en la posibilidad de que aquel viaje que con tanta ilusión había preparado me defraudara. Todo ese territorio abrupto que se extendía debajo de mí se encontraba parcheado aquí y allá de manchas de una nieve que, en ese momento, empezaba a desaparecer. El frío, instalado en la comodidad inocua del interior del avión, podía casi sentirse más allá de las vidrieras plastificadas que nos aislaban... Abrí un folleto que explicaba al detalle las características de los barcos de Hurtigruten y de la ruta que, días más tarde, iba a emprender hacia el norte del país... Hacía mucho tiempo, casi veinte años, que no visitaba unos países cuyas sociedades siempre se habían presentado como modélicas para el resto de Europa. En mi fuero interno, mientras el avión continuaba su pausado descenso hacia el aeropuerto de Bergen, me preguntaba qué quedaría de aquello, y si la oleada de desinhibición que asolaba otras latitudes también avanzaría constante en Noruega o Finlandia." Así comienza un libro en el que León Lasa nos hace partícipes de nuevo, al socaire de un viaje hacia el septentrión europeo por las costas de Noruega y por Laponia, de su percepción de una realidad cambiante e incierta, de un paisaje todavía abrumador, y de unas gentes distantes y a la vez cercanas.