Utilizando a Darwin y los descubrimientos contemporáneos vinculados a las ciencias biológicas, así como referencias literarias y de la cultura popular, Timothy Morton sostiene en este apasionante, lúcido y sorprendente libro que todas las formas de vida están conectadas en una vasta «malla» que penetra todas las dimensiones de la vida. El pensamiento ecológico es una obra comprometida y accesible que desafiará el pensamiento de los lectores en disciplinas que van desde la teoría crítica hasta el romanticismo y la geografía cultural. Imprescindible.
En Carl Schmitt en la Segunda República Española Gabriel Guillén Kalle analiza aspectos particulares de Carl Schmitt en ese periodo de nuestra nación en entreguerras. El autor reconoce que la recepción republicana fue primordialmente jurídica, mas esta perspectiva conlleva observar ese concepto de lo polítíco que atraviesa su obra entera. . Guillén propone una estrategia para la relectura de Schmitt en ese periodo y para ello analiza a los principales autores que se ocuparon de él, sin desdeñar a algunos menos conocidos como puede ser Zozaya. Un tema importante para nuestra nación es el control de constitucionalidad que Schmitt, siguiendo a Constant con la teoría del poder moderador, encuentra en el Presidente del Reich, y que en la segunda República española se dejó en un organismo, el Tribunal de Garantías Constitucionales que pretendía colocarse por encima de las pasiones, aunque por su composición -poco jurídica- condujo al fracaso. También es de interés cómo Medina sitúa el pensamiento schmittiano de los órdenes concretos en el idealismo objetivo necesitando de dualismos para su existencia.
La tolerancia es un instrumento que nos previene de la injusticia. Por eso, cuando los ciudadanos la desdeñan ponen en peligro grandes logros de la humanidad que tienen que ver con las libertades, los derechos o la idea misma de igualdad. De ahí la importancia de formar a ciudadanos tolerantes que sean capaces de persuadir a los desencantados y de trabajar por el bien común. La democracia es nuestro «campamento», un lugar donde cada uno procura ser feliz a su modo y vivir en libertad. Sin embargo, no hay fortalezas inexpugnables a perpetuidad y las democracias se tornan frágiles; deben por tanto ser defendidas contra los ataques del fundamentalismo, la indiferencia y el descrédito de las instituciones. En La fragilidad del campamento, Oliveira hace un recorrido histórico y filosófico por el papel que ha jugado la tolerancia en la sociedad desde la antigüedad hasta nuestros días. A través de pensadores como Montaigne, Locke, Stuart Mill, Amartya Sen, Rawls, Sennett, Nussbaum, ?i?ek, Zweig, entre otros, hace un repaso de la evolución de la idea de tolerancia haciendo especial hincapié en conceptos como la «falsa tolerancia» o la indiferencia y componiendo un mapa de valores propios de la democracia como el diálogo, la empatía y, cómo no, la indignación.
La pobreza, la desigualdad, el hambre, el analfabetismo, la corrupción, la injusticia, las enfermedades curables no atendidas son fuentes de humillación para quienes las padecen, un impedimento para llevar una vida digna. Es el caldo de cultivo para la violencia y, por tanto, no es difícil entender por qué un grupo de personas que no puede hacer planes de vida la utilice como reacción no premeditada, como impulso de supervivencia? No tienen nada que perder. La humillación no siempre es evidente, ni para quien la padece, ni para quien la causa. La democracia es un debate entre iguales, por eso les resulta tan lejana a los humillados, a los ninguneados: ¿cómo debatir entre iguales con el que destruye tus dioses, con el que gana cien veces más que el ciudadano promedio, con el que presume de poseer la verdad histórica? ¿Cómo entablar un debate público cuando te mueres de enfermedades curables, cuando no tienes tiempo más que para trabajar, cuando tus hijas desaparecen; cuando no sabes sumar, ni escribir, ni un ápice de ciencias básicas? Árboles de largo invierno es un ensayo sobre la intolerancia y la violencia que causa la humillación.
Escrito en las postrimerías de una todavía joven República de Weimar, Poder y naturaleza humana (1931) reflexiona sobre la fragilidad de la vida política en tiempos de crisis y constituye un llamamiento filosófico contra el olvido generalizado de lo político entre las capas burguesas en general, y entre los intelectuales en particular. Frente al indiferentismo, Helmuth Plessner traza el camino de una antropología política que se haga cargo de la indeterminación radical de la vida política en el horizonte de la experiencia histórica y permita pensar un espacio público de empoderamiento y entrelazamiento mutuos en el que la relación con lo extraño sea constitutiva de lo propio. En diálogo crítico con pensadores contemporáneos como Carl Schmitt y Martin Heidegger, Plessner nos invita a dignificar el papel de la filosofía para clarificar nuestra relación existencial con la esfera de lo político.
El nuestro es un mundo convulso. Las olas del populismo barren el Reino Unido impulsándolo hacia el brexit, las fuerzas políticas nacionalistas y extremistas ponen en peligro el progreso alcanzado durante las últimas décadas en Europa, Turquía, Rusia, China o Estados Unidos, con la elección de Donald Trump. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y cómo podemos coser las fracturas que amenazan a nuestras sociedades? En esta provocativa obra, el filósofo Ken Wilber explica por qué todavía hay motivos para la esperanza. Su análisis responsabiliza de estos males al fracaso de la vanguardia progresista de nuestra sociedad. Esta vanguardia se caracteriza por el deseo de ser lo más justa e inclusiva posible, razón por la cual le debemos el impulso que ha alentado los derechos de las mujeres, el movimiento de los derechos civiles o el movimiento ecologista, entre otros muchos. Todo esto es evolutivamente muy positivo. Lo que es manifiestamente insano es determinado posmodernismo elitista, políticamente correcto y que desprecia a los «miserables» de la sociedad. Si combinamos esto con la desaparición tecnoeconómica de muchas formas tradicionales de ganarse la vida, nos encontraremos con la mezcla explosiva que campea en el descontento de nuestra sociedad.
A Max Weber le debemos la famosa frase segu?n la cual la poli?tica seri?a «un ene?rgico y lento taladrar de duras tablas con pasio?n y tino». Partiendo de ella, Kluge examina en 133 textos los instrumentos de que disponen quienes actu?an poli?ticamente en la dura lucha por el poder. Sin duda, el taladro de Max Weber resulta una imagen adecuada para la tenacidad inteligente como condicio?n del cambio poli?tico. Pero, ¿que? es un martillo en el quehacer poli?tico? ¿Que? significa «me?todo fino»? En definitiva, ¿que? es lo «poli?tico»? La poli?tica es un estado de agregacio?n especial de sentimientos cotidianos. Esta? en todas partes. Mueve tanto las trayectorias privadas como la esfera pu?blica. Y asi?, en su historia, junto a los grandes personajes se afirman tambie?n los pequen?os, desconocidos, casi ano?nimos protagonistas de la poli?tica. Alexander Kluge borda aqui? un lu?cido ana?lisis en 133 miniaturas sobre la indestructibilidad de lo poli?tico y su presencia en lo cotidiano.
Simone Weil fue ante todo filósofa. Y ello desde un principio. Pero ni sus temas fueron los más convencionales ni sobre todo lo fue su manera de abordarlos: un método de lectura de los textos filosóficos y literarios que aprendió de la mano de Alain (Émile Chartier). De la relación con su maestro dirá más tarde: «Hay una parte de su pensamiento que he asimilado hasta el punto de no poder distinguirlo de mi propio pensamiento, y otra que he rechazado». Sobre todo quedará marcada por su exigencia de probidad intelectual, unida a la crítica incansable de las formas de poder. Aparte de los trabajos primeros surgidos en la clase de Alain entre 1925 y 1928, esta edición contiene los dos ensayos de 1929, «De la percepción o la aventura de Proteo» y «Del tiempo», la memoria para el Diploma de Estudios Superiores de 1930, «Ciencia y percepción en Descartes», y textos posteriores sobre asuntos como el trabajo o el derecho. Gracias a estos escritos vemos cómo se gesta un pensamiento y en qué medida lleva impresa la huella del ambiente que le dio origen, y ello a pesar de la radicalidad que irá adquiriendo la inicial preocupación social de Simone Weil y a pesar de la iluminación de una inspiración mística imprevisible en su formación filosófica.
En Los fundamentos histórico-espirituales del parlamentarismo en su situación actual (2.ª ed. de 1926), Carl Schmitt efectúa la reconstrucción del tipo ideal de la institución parlamentaria para, a renglón seguido, declarar irremediablemente extintos los supuestos estructurales que hicieron posible su emergencia histórica. La crisis del Parlamento se presenta como una crisis de la discusión, de la publicidad crítica y de la independencia y capacidad moral del diputado para encontrar la verdad, y desde ella elaborar la ley justa, impuesta por la nueva realidad social pluralista y democrática. Se trata de la negación de la atmósfera intelectual que había presidido toda una época, y ante la que, como enseña Ellen Kennedy, en plena convulsión de Weimar urgirá dar respuesta. Para Schmitt sólo el presidente del Reich será el pouvoir neutre, llamado a operar como defensor de una Constitución (der Hüter der Verfassung) entendida como bastante más que un simple documento jurídico, frente a las amenazas de unos partidos incompatibles con la idea de unidad que informa al Estado. ¿Qué validez tiene hoy esta crítica?, se pregunta Manuel Aragón en el estudio que precede a la obra. En esta nueva edición del clásico de Schmitt se añade los textos de Thoma que en defensa de la democracia de Weimar, argumentaban que los conceptos políticos del autor renano tenían mucho de auto-creación incompatible con el paradigma que sostenía al régimen constitucional implantado en Alemania en 1919 y abrían camino a algo que resultó ser el nacional-socialismo.
«Adonde nos lleve el logos» es una frase de Sócrates en la República: se trata de una exhortación a dejarse llevar por la argumentación filosófica cualquiera que pueda ser la consecuencia que se derive de ello. La República es, en este sentido, una obra inaugural del pensamiento utópico, de dimensiones no solo políticas sino epistemológicas y metafísicas. Puede parecer extraño en un diálogo cuyo tema principal es la teoría de la justicia que Platón haya expresado aquí no solo sus concepciones políticas sino otras muchas doctrinas, como su psicología, la teoría de las formas o su idea de la dialéctica. A juicio del autor, existe una «ontología del poder» que subyace a este modo de pensar cuyo signo más distintivo consiste en impugnar la legitimidad del orden existente y construir una teoría política normativa basada en el anhelo de un mundo mejor. El lector no solo encontrará en estas páginas un análisis de la variada iconografía de la República, en la que se encuentran algunas de las imágenes más famosas de la historia de la filosofía, como la caverna, la línea dividida, la comparación del Bien con el Sol o la nave del estado. Pues el libro lleva a cabo también un estudio completo de la República, que se ha dividido para su comentario en secciones que abarcan desde la primera hasta la última línea. El parentesco de las utopías con el totalitarismo fue determinante para que la República fuera objeto de duras críticas a lo largo del siglo XX. El autor comparte el juicio de Kant, pues a su parecer no es probable que los filósofos se conviertan en reyes, pero tampoco lo considera deseable. Sin embargo, en este libro su esfuerzo se dedica no tanto a la crítica del pensamiento platónico como a la elucidación de esta obra, uno de los textos que más influencia han tenido en el pensamiento occidental.
En esta última década el panorama político ha cambiado sustantivamente, tanto en España como en el ámbito internacional. Algunos movimientos sociales, antaño ubicados en la periferia del sistema, han sido capaces de entusiasmar de nuevo a las clases populares, como es el caso paradigmático del 15-M español, y han obtenido refrendo institucional en partidos políticos como Podemos, que han trastocado el equilibro tradicional de fuerzas en el parlamento. Por su parte, los viejos partidos de derechas, liberales y/o conservadores, asisten desconcertados al auge de figuras como Matteo Salvini, Viktor Orban o Jair Bolsonaro, capaces también de entusiasmar a un electorado que por sistema desconfía tanto de las instituciones como de los políticos profesionales que las encarnan. Coexisten en un mismo plano una profunda crisis de legitimidad del estado de derecho y la efervescencia de populismos de distinto cuño que aspiran, cada cual a su manera, a renovar el pacto social. Estos cambios requieren de una reflexión serena que huya por igual de la adhesión incondicionada y de los miedos patológicos, y eso es justamente lo que ofrece este libro. Frente a tantas certezas como circulan por ahí, ya su título mismo anuncia que todavía hay muchos interrogantes que resolver.
Después de tres o cuatro mil años desde que el Emperador Chino presentara el canon de la acupuntura, la medicina moderna la está redescubriendo. Es indudable que, en dicho campo, China encabeza el mundo, pero es importante el hecho de que diversos centros, fuera de sus fronteras, dupliquen los resultados de la investigación sobre dicha disciplina, ya que la esencia del método científico es la reproducción y la evolución. Este libro está escrito con la experiencia adquirida por el tratamiento de un gran número de pacientes de Sri Lanka, el mejor centro de preparación de acupunturistas, aplicando los métodos aprendidos en China y por la enseñanza de grandes maestros de la acupuntura, centrándose en el método del profesor Antón Jayasuria. La experiencia que aquí se presenta constituye una contribución apreciable para el mundo, y servirá como inspiración a médicos e investigadores para dedicarse a esclarecer el valor de la terapia acupuntural.