«La civilización nos ha definido como inferiores, la Iglesia nos ha llamado sexo, el psicoanálisis nos ha traicionado, el marxismo nos ha vendido a una revolución hipotética. Exigimos referencias de los milenios de pensamiento filosófico durante los c
En la presente recopilación, en dos volúmenes, se han incluido las obras más importantes de Marx y Engels que dilucidan las tres ciencias que integran el marxismo: la filosofía, la economía política y el socialismo. Ambos autores reelaboraron con espíritu crítico las principales teorías económicas, sociales y políticas, sintetizaron la experiencia multisecular de la lucha de clases y crearon la doctrina del socialismo científico, que fue una transformación revolucionaria e inauguró una nueva época en el desarrollo del pensamiento social. En el Manifiesto del Partido Comunista, célebre documento programático con el que se inicia el presente volumen, Marx y Engels hacen una exposición clásica de las ideas fundamentales del socialismo científico. Por otra parte, las tres obras de Marx dedicadas a la historia de Francia del siglo xix Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850, El 18 de Brumario de Luis Bonaparte y La guerra civil en Francia, que se publican en este primer volumen, constituyen brillantes ejemplos de cómo se aplica el método del materialismo histórico al análisis de acontecimientos históricos concretos. Estas obras entrañan, al mismo tiempo, gran significación teórica, pues reflejan el desarrollo de la docrina marxista acerca de la revolución proletaria.
Kelsen el más influyente teórico del Derecho del siglo XX, polemiza en esta obra con Smend, uno de los más destacados teóricos alemanes del estado. La constitución para Smend tiene la doble condición de ser reflejo de esa previa integración e instrumento. Todo lo opuesto a los planteamientos de Kelsen.
Karl Marx no es un fantasma, vive entre nosotros mientras demos vida al capital. Bajo las condiciones del capitalismo global reinante, la crítica marxiana de la economía política parece volverse realmente actual. ¿Dónde radican las claves más activas de su insistencia? ¿Desde dónde piensan hoy los que piensan en Marx? A 200 años de su nacimiento, esta selección ofrece un conjunto de disparos divergentes, voces imprescindibles de acá y de allá, aproximaciones al nombre tantas veces incautado por aparatos ideológicos de partidarios y adversarios, pero que en el encuentro con el agite y la lucha, vuelve a liberarse, joven, como el riesgo y la necesidad de claridad.
Con la frase «el espacio que vivimos no es vida sino tiempo», Séneca nos introduce de lleno en la filosofía de la vida, en el hecho de vivir, en la brevedad de ese espacio de tiempo que se nos concede. Pero en ese espacio, que es exiguo, debemos, nos dice el filósofo latino, aprender a vivir y a morir, cosa que no es fácil, afirma también. Al parecer, sigue diciendo el maestro, algunos grandes hombres que han existido, a pesar de renunciar, abandonar y desprenderse de todo aquello que les servía de rémora, como las riquezas, empleos y placeres, para aprender a vivir, muchos de ellos dejaron este mundo confesando que no lo consiguieron. Según Séneca «la brevedad de la vida» es solo para aquellos que la malgastan con actividades múltiples y distintas del estudio de la filosofía. Estos desconocen el valor del tiempo, el pasado no lo controlan, el presente se les va de las manos y tienen pánico al futuro, es decir, solo los filósofos son los que han entendido y han aprendido a valorar el tiempo en sus tres momentos y han aprendido a vivir y a morir, por lo tanto solo el sabio es el único capaz de disfrutar íntegramente de la vida.
Partiendo desde un denso pasado originario para enfrentarse a los interrogantes que agitan nuestro presente, este libro tiene como fin contribuir a la constatación del carácter legendario de la liquidación ?teológica o no? de la teología política. Así lo exige la innegable presencia de lo teológico-político en la Realpolitik contemporánea, desde el problema de las relaciones Iglesia-Estado hasta el espectro gnóstico que planea sobre la política internacional.
Después de las dos guerras mundiales, el léxico conceptual moderno, tan fuertemente embebido de categorías teológico-políticas, ya no está en condiciones de desatar los nudos que desde muchos puntos nos constriñen. Lo cual no quiere decir que haya que rechazarlo en bloque, ni siquiera en sus segmentos individuales como, por ejemplo, el de persona-, sino inscribirlo en un horizonte a partir del cual se pongan finalmente de manifiesto sus contradicciones más visibles, para hacer posible, necesaria, la apertura de nuevos espacios del pensamiento. Si no existe un sujeto individual preformado con respecto a las potencias vitales que lo atraviesan y lo constituyen; si el sistema de derecho, con su promesa de igual distribución, sólo expresa y sanciona, legitimándolo, el resultado, a su vez provisorio, de las relaciones de fuerza derivadas de choques pasados; si hasta la institución del Estado, tal como es pensada por los teóricos de la soberanía, no constituye más que la envoltura inmunitaria destinada a someter a los súbditos a un orden que a veces contrasta con su propio interés, en lugar de proteger de ello; si todo esto es cierto, entonces, la relación entre los hombres está sometida a un proceso de radical revisión, que el diccionario político moderno es totalmente incapaz de encarar.
En la mejor de las tradiciones anglosajonas de la divulgación académica, este magnífico trabajo de síntesis, argumentación y exposición de la filosofía política introduce al lector en los principales autores e ideas que conforman la disciplina. Se trata de una obra única que por su claridad y rigor se ha convertido a lo largo de los años en el texto de referencia para estudiantes y lectores de alrededor del mundo. Wolff ofrece una excelente panorámica de las grandes cuestiones que los filósofos políticos se han planteado a lo largo de la historia, especialmente a la hora de determinar el equilibrio correcto entre la autonomía ?la libertad del individuo- y la autoridad ?el poder del Estado-. O dicho de otra forma, cómo debe ser distribuido el poder político y de qué libertades debe gozar el ciudadano. Además de desgranar el largo recorrido que va desde Platón a Rawls, el valor fundamental del libro es su enfatización en la vigencia de las tesis planteadas.
¿Nietzsche un pensador político? Durante más de un siglo la dimensión política del pensamiento de Nietzsche ha sido un campo de batalla y fuente de confusión y desconcierto. La tradición interpretativa dominante en Occidente ha sido la de deshistorizar y despolitizar un aspecto clave del pensamiento nietzscheano: su filosofía práctica. El resultado ha sido un empobrecimiento general en la comprensión de su vida y obra, así como la represión de la centralidad política de su Kritik a la Modernidad. Si coincidimos con que una teoría de los medios y fines del Estado es el fundamento de toda Política, tal teoría existe en Nietzsche. Y de ninguna manera de forma incidental o indistinta, ni subsumida a un horizonte moral, como sostienen muchos nietzscheanos. Nietzsche fue un pensador preocupado por el destino de la Política en el mundo moderno. Desde cualquier punto de vista objetivo es evidente que la obra nietzscheana puede ser leída políticamente, que existe in nuce una completa y reflexiva filosofía práctica. Y que su posición siempre oscila en torno a un fuerte y radical pensamiento antidemocrático.