La modernidad es ante todo el proceso por el que emerge una forma de mirar que impone la óptica pasiva. Esta manera de verse fue capaz de cuestionar el modo espontáneo, inmediato y natural de ver, propio de la óptica activa, y así devaluar sus objetos a mera forma fenoménica. Esta actitud reflexiva, autorregulativa, sistemática y presionada por la voluntad de coherencia, capaz de ver al ser humano desde otra perspectiva, se desplegó en todos los ámbitos de la acción humana, desde la religión a la política. Las nuevas estrategias reflexivas caracterizaron el espíritu moderno y ofrecieron armas para salir del confuso mundo de la gnosis teológica medieval. El nuevo espíritu emergió a partir de la experiencia religiosa e intelectual de Lutero, profundamente revolucionaria, impulsada por la radical desvinculación de las ofertas existenciales vigentes de la época. Con todas estas herramientas psíquicas, el mundo reformado se pudo enfrentar al mayor programa hegemónico de poder, impulsado por la casa de Austria, y vencerlo. En este primer volumen analizamos esta revolución intelectual de Lutero, la superación del tipo humano del teólogo y del humanista y la fundamentación de una nueva mirada sobre la realidad. Lutero, entonces, como el fraile que supo trascenderse en humanista y convertirse en el primer reformador, en el primer moderno, transformando las categorías de la religión y de lo política, así como sus relaciones mutuas. Este libro aborda la segunda gran crisis de Occidente tras la que conoció el imperio romano, y al tiempo que analiza el papel de la monarquía hispánica en ella, persigue los problemas de la razón imperial y la división de poderes estudiada en libro anterior del autor, Teología política imperial y comunidad de salvación cristiana.
Este libro nos acerca al pensamiento de Alfonso de Cartagena, personaje clave para comprender cabalmente el humanismo cívico de Castilla en la primera mitad del siglo XV. Siguiendo el testimonio expresado por el propio Cartagena, según el cual ?las prefaçiones aprovechan muncho e ayudan a entender los libros? (p. 234), los editores del volumen ?acreditados especialistas en el humanismo castellano de fines de la Edad Media? exploran sus ideas, propósitos y reflexiones literarias a partir de los prólogos que él mismo antepuso a la mayor parte de sus obras. En conexión con ello se ofrece una compilación y edición de esos prólogos, tales como los que dedicó a la Retórica, al Tratado sobre los oficios o al Tratado sobre la vejez, entre muchos otros que dedicó a las traducciones de obras ciceronianas. Además, en el volumen se edita también su famosa Epístola al conde de Haro. Dado que Cartagena escribió sus obras unas veces en romance castellano, y otras en latín, sus prólogos están escritos en una u otra lengua, de modo que era obligado que la edición de los textos que nos han llegado en latín estuviera acompañada de su correspondiente traducción castellana. Por otro lado, los editores del volumen han indicado en cada caso, al comienzo de cada prólogo, en qué testimonios manuscritos o impresos se han basado para editarlo.
¿Cuáles podrían ser las razones por las que una mujer del siglo XIII se planteara poner por escrito sus experiencias? La imagen que Marguerite d;Oingt ofrece como respuesta es la del corazón saturado. El origen de la escritura radicaría así en la insoportable carga que abarrota el corazón y que debe ser imperiosamente trasvasada al pergamino. De no haberlo hecho, dice Marguerite, «habría muerto o se habría vuelto loca». Sin embargo, tanto el proceso de colmar el corazón como el de vaciarlo requieren de un trabajo interior experiencial y reflexivo. Dicha actividad, conocida comúnmente como meditación, se canalizaba hacia un conocimiento de la propia interioridad y de la realidad exterior. Meditar significaba conformar imágenes en la mente, ordenarlas y articularlas con el cuerpo, los sentidos, los afectos y las palabras. Transcribir la propia experiencia en el espacio de la página, según el singular testimonio que nos brinda esta religiosa, era un paso necesario en el ejercicio progresivo del autoconocimiento. Las obras de Marguerite d;Oingt permiten así adentrarse en la experiencia personal de una mujer del siglo XIII y descubrir las prácticas que conformaban la vida cultural de su tiempo.
Las circunstancias históricas en que se escribe el " Defensor Pacis " se señalan como tiempo de transición y de crisis: estaba en su final el Medievo abierto gradualmente a los nuevos signos de la Edad Moderna. En crisis la unidad religiosa y política de la cristiandad medieval; en crisis la unidad de la cultura dominada por el saber profano, matemática, medicina, filosofía, y por la teología, que marchan ahora cada una a su respectiva autonomía. El " Defensor Pacis " es ante todo, por su intención inmediata, una requisitoria a Luis de Baviera, elegido emperador, para que se oponga a las pretensiones de los Papas en el terreno político, que Marsilio cree desbordadas y contrarias al espíritu y la letra del evangelio, y que presentan una iglesia poderosa y rica cuando su fundador la quiso pobre y humilde, sumisa a los poderes civiles en lo exterior. Con esta ocasión Marsilio desarrolla una doble teoría, de la sociedad civil y de la eclesiástica, que, en muchos aspectos, suscitará hoy, junto con el interés histórico, motivo de reflexión. Sin dejar de ser medieval, Marsilio permite ya vislumbrar el Renacimiento en sus aspectos más vitales, pegados a la tierra, el político y el político-eclesiástico
Este libro ofrece una aproximación a la historia de la filosofía clásica y medieval que es al mismo tiempo panorámica y detallada, genérica y concreta. Francisco León Florido, reconocido especialista en la materia, no se limita a glosar la obra de los pensadores considerados canónicos (Platón, Aristóteles, San Agustín y Santo Tomás de Aquino), como si pudiera compararse la historia de la filosofía con un interminable diálogo en el que participan unas pocas figuras que trascienden el tiempo histórico, sino que da a conocer la infinidad de corrientes, autores y matices que se dan cita en el pensamiento clásico y medieval. En cuanto a la filosofía medieval, tradicionalmente dada de lado por la academia o colonizada por neotomismos de uno u otro signo, con este libro los estudios en español disfrutan por fin de un punto de anclaje a partir del cual desarrollar la investigación histórica, ya que ofrece las coordenadas precisas, como si de un mapa se tratara, de todo su campo de estudio.
Esta monografía de Francisco León Florido sobre Guillermo de Ockham única e inaugural en español, por tratar la obra del filósofo inglés del siglo XIV en todos sus respectos doctrinales y contextuales nos da a conocer uno de los cauces por los que la Modernidad, silenciosa, pausada, pero de paso firme, se abre camino en la Edad Media tardía. En dolorosa rebeldía frente a las distintas autoridades de su época la doctrinal de la Iglesia, la política de las monarquías europeas, la teórica de las universidades, Guillermo de Ockham defiende con ardor la limitación de la potestad eclesiástica y sobre todo de la posesión de bienes terrenales, su deseable equilibro con la autoridad imperial; postula un acercamiento nominalista a la realidad de duraderas consecuencias gnoseológicas y ontológicas; y limita las prerrogativas y alcance de cualquier pretendida ciencia de la razón al defender un voluntarismo ético.
Una importante contribución a una adecuada comprensión histórica de las distintas filosofías cristianas, islámicas y judías en sus fundamentos y en sus variados desarrollos, durante el período medieval.