La mejor manera de hablar de la estupidez sin caer en su trampa consiste en dejar que hable ella. Que nos hable de los beneficios que ha reportado a lo largo de los siglos a eruditos, ricos y poderosos, a cortesanos, clérigos y dogmáticos, embebidos todos ellos del don del orgullo, esa hada madrina que cumple todos los deseos del estúpido. Jean Paul nos ofrece en estos escritos, llenos de humor fino e ironía incisiva, un monólogo de la estupidez que es a su vez un catálogo de tipologías humanas para que cada uno de nosotros decida con cuál se siente más identificado: hay donde escoger.
La Memoria sobre el pauperismo es uno de los escritos menos conocidos de Alexis de Tocqueville. Redactado entre la publicación de la primera y la segunda parte de La Democracia en América y publicado parcialmente en 1835 por la Sociedad Académica de Cherburgo, en él se analiza el problema de la pobreza en el mundo moderno. La Memoria se divide en dos partes. En la primera, se nos ofrece un diagnóstico, de clara inspiración rousseauniana, sobre la principal contradicción que preside el desarrollo de la sociedad moderna: el aumento de la prosperidad económica no se ve acompañado del correspondiente progreso en materia de justicia social. Una nueva y masiva clase de indigencia es el corolario del crecimiento industrial capitalista. Hace falta, pues, buscar la terapia más apropiada para resolver dicha cuestión, y a ello dedica la segunda parte. Tocqueville no preconiza, como los legitimistas, un retorno idealizado al agrarismo tradicional, ni confía, como los socialistas, en ningún paraíso futuro surgido de la revolución. Tampoco cree, como los economistas liberales, en la panacea del libre mercado, y se muestra muy crítico ante la caridad institucionalizada puesta en práctica en Inglaterra. Nuestro autor hace gala aquí de un lúcido pesimismo, puesto que no piensa, de manera doctrinaria, en una solución final y definitiva al problema de la pobreza, lo que no obsta para que le busque remedios razonables y preventivos inspirados en el potencial democrático-asociativo de la sociedad civil.
Spinoza murió en enero de 1677. En noviembre de ese mismo año vio la luz su Ética, incluida en un paquete de obras póstumas financiado por sus amigos. Al siguiente, 1678, ya estaba condenada esa obra por el gobierno holandés. Hubo que esperar más de un siglo a que irrumpiera el rescate del pensamiento de Spinoza, iniciado por la vena más profunda de la ilustración alemana y el neopaganismo romántico de Goethe y continuado por el romanticismo filosófico y el idealismo absoluto germanos. Ese rescate marca un momento estelar del pensamiento contemporáneo. (De la Presentación de M. Garrido) La Ética es mucho más que la definición de marcos metafísicos en alianza pugna con un método. En la Ética hay mucho más. Por ejemplo, hay una extraña relación entre su título y su contenido, y no ya sólo porque esta «ética» sea en buena parte metafísica, doctrina del conocimiento, generalísima física especulativa y psicología, sino porque, cuando es ética, lo es de tal manera que no privilegia al hombre, y eso puede sorprender hoy -e incluso incomodar- a los temperamentos éticos. (De la Introducción de Vidal Peña) El recelo frente a las derivas utópicas marca el nacimiento de ética y política modernas, sobre la consigna lanzada por Maquiavelo: " conocer el tiempo y el orden de las cosas y acomodarse a ellos " . A ese llamamiento a favor de una desengañada cautela, tendrá que dar concepto el siglo xvii. ¿Es pensable una ética que se ajuste a las solas exigencias de la razón? ¿Y una política? Tal, el envite cuya entidad dibujará Spinoza al comienzo de esa inacabada prolongación de la Ética que quiso ser el Tratado Político. «Si la naturaleza humana estuviera dispuesta en el modo adecuado para hacer vivir a los hombres bajo el solo imperio de la razón, sin tender a cosa otra alguna, entonces el derecho de naturaleza no estaría determinado más que por la potencia de la razón. Pero...» (Del Epílogo de Gabriel Albiac)
En las obras reunidas en este volumen Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) sienta los fundamentos del que habría de ser su pensamiento filosófico y social, estableciendo la bondad de la naturaleza primigenia del hombre, corrompida por los " avances " de la sociedad. En el " Discurso sobre las ciencias y las artes " (1750) argumenta con firmeza esta tesis que iba contra las ideas dominantes en la corriente ilustrada, abriendo un nuevo camino de reflexión. En el " Discurso sobre el origen de la desigualdad " (1755) Rousseau arranca de esa visión idílica del hombre natural para profundizar en los enunciados de la obra anterior. El estado de naturaleza desaparece cuando el hombre pasa a la fase social; la convivencia genera en el individuo intereses, males y vicios; nace entonces la desigualdad y aparece la propiedad particular; ese estado de guerra larvada entre individuos no puede tener solución sin un pacto social que resuelva diferencias, elimine desigualdades y fije unas leyes que garanticen la libertad de todos: este pacto será el objeto unos años más tarde de la obra maestra del pensamiento político de Rousseau, " Del Contrato social " , también publicada en esta colección. Traducción y prólogo de Mauro Armiño
La intensidad y amplitud del pensamiento kantiano y su actualidad, por ser ingrediente esencial de las realidades pasadas, presentes y futuras que habitamos, son motivo de estudio e investigación permanente de la Filosofía. Dentro de la comunidad dedicada a la investigación filosófica kantiana se encuentra la que trabaja en lengua española, que ocupa hoy en día un lugar destacado por su intensa y puntera producción científica; y esto no es, además, una novedad, sino que la filosofía kantiana estuvo presente en la mayoría de los países hispanohablantes en el momento en el que se constituían, ya fuesen las recién independizadas naciones americanas, o bien la propia España, que necesitaba tanto como aquellas definir un nuevo marco científico en todos sus ámbitos, preferentemente en el que atañe a la constitución del Estado y la sociedad, en lo cual la filosofía kantiana enseguida adquirió una gran presencia.
Es un hecho de experiencia frecuente que determinados fenómenos morales se viven en referencia a un ser moral supremo. Pero, ¿es legítimo inferir de esas vivencias la efectiva existencia del ser supremo al que apuntan, esto es, de Dios? El examen de la Teología ética propuesta por Kant constituye un paso previo, pero imprescindible, para encontrar una respuesta a esta cuestión. El autor de la Crítica de la Razón Pura, en efecto, no sólo ha sido el filósofo que de un modo más consecuente ha ensayado un acceso a la existencia y a la esencia de Dios desde la vida moral, sino que también ha considerado la nueva especie de Teología así erigida como la única Teología racional posible. ¿Cabe, sin embargo, construir una Teología racional apoyándose en el idealismo trascendental defendido por Kant, que señala a la razón pura límites estrictos en su ingreso en el mundo suprasensible? ¿Qué clase de Teología es la Teología ética edificada sobre semejante fundamento? ¿De qué partes consta? ¿Cuál es su validez y alcance? Tras intentar dar detenida respuesta a estos interrogantes, siguiendo fielmente el pensamiento de Kant al respecto, el autor de esta investigación se ve obligado a confesar que la Teología ética del filósofo de Königsberg se presenta como un empeño genial, aunque, en verdad, conducido a tres aporías principales. Estas aporías muestran, por su parte, la necesidad de una ampliación del concepto de experiencia que se halla en la abse del idealismo trascendental y señalan someramente, por tanto, la posibilidad de construir una Teología ética desde otros muy distintos fundamentos.
La Conversación de Filareto y Aristo tiene un interés singular en el diálogo de Leibniz con la filosofía de Malebranche. Fue escrita en 1712 y revisada en 1715. Además de ser una de las últimas y más completas tomas de posición de Leibniz ante la concepción filosófica del pensador francés constituye también una exposición ordenada y elegante de la filosofía de su autor.
Los mejores libros jamás escritos. «Alguno me dirá que todo es una ilusión, y es verdad; pero es una ilusión inocente, agradable, provechosa.» El amplio abanico de intereses, la actitud sostenidamente crítica y al tiempo conciliadora, la constante búsqueda de soluciones a los problemas de su país convierten la obra de Gaspar Melchor de Jovellanos en un tesoro que abarca las mayores preocupaciones de los reformistas españoles. Tanto su inquietud intelectual como su voluntad transformadora se traducen en un esfuerzo de estilo, erudición, serenidad y elegancia en la escritura que explican por qué a Jovellanos se le considera el mejor prosista de su época. La catedrática de literatura española de la Universidad Nacional de Educación a Distancia Ana María Freire López firma el estudio y las anotaciones que acompañan la presente antología. Gracias a su trabajo, esta edición ofrece una extraordinaria visión panorámica de la figura más entusiasta y profunda del pensamiento ilustrado en lengua castellana.
Se presenta con esta edición por primera vez la traducción al español de la obra Gemälde von Madrid (Cuadros de Madrid), publicada en su versión alemana en 1802 por el autor sajón Christian August Fischer (1771-1829) tras su viaje por la Península Ibérica en 1797 y 1798. Fischer fue un notable precursor de los estudios sobre España y sus numerosas publicaciones fruto de este viaje fueron consultadas y citadas por muchos viajeros, gracias también a su rápida traducción a varias lenguas. Cuadros de Madrid es quizás la primera obra escrita por un viajero extranjero dedicada a retratar la capital española con sus peculiaridades. Incluye ilustraciones de vistas generales y costumbristas de Madrid, así como de edificios emblemáticos y mapas. Cuadros de Madrid es quizás la primera obra escrita por un viajero extranjero dedicada exclusivamente a retratar la capital española con sus peculiaridades y ofrece un reflejo de la sociedad y de la vida madrileñas en una época muy temprana, antes de la gran avalancha de viajeros europeos por estas tierras. El texto se compone de abundantes capítulos breves sobre distintos aspectos que Fischer consideraba dignos de mención: partes de Madrid, edificios, instituciones académicas o sociales, así como sus impresiones personales acerca de las costumbres, las fiestas y la vida cultural de la ciudad. No se trata, por tanto, de un relato con una estructura cronológica o temática determinada, sino de escenas o pinceladas variadas e independientes sobre la ciudad, su gente y su cultura. En esta edición se han incluido, además, numerosas ilustraciones, tanto vistas generales o costumbristas de Madrid como reproducciones de edificios emblemáticos, mapas de época y pintura de género de finales del siglo XVIII, para recrear mejor el ambiente contemporáneo al autor.
Kant justifica en este escrito que `a la filosofía crítica no puede seguirle otra nueva filosofía` y también la imposibilidad de que haya más de una filosofía verdadera. El modo de argumentar que en este opúsculo adopta el filósofo resulta curioso en extremo: parece comparar veladamente el derecho de gentes y su fin último, que no es otro, al decir de Kant, que el establecimiento de la paz perpetua entre los Estados, con la filosofía crítica y su consecuencia inevitable, que no puede ser sino la instauración de la paz permanente en la filosofía. Esta comparación explica, por tanto, el título del escrito, que, por lo demás, alude claramente al del célebre tratado de filosofía política que Kant había publicado un año antes.
Sin lugar a dudas, la FUNDAMENTACIÓN PARA UNA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES (1785) constituye un texto primordial dentro del pensamiento ético. Ninguna otra obra de IMMANUEL KANT (1724-1804) muestra tanto vigor y grandeza morales, unidos a un fino sentido del detalle psicológico, ni logra definir sus conceptos con un lenguaje tan popular, salpicado de felices imágenes y ejemplos. Aquí se adelantan, de un modo mucho más accesible, las premisas éticas que en 1788 se verían inmortalizadas por la «Crítica de la razón práctica» (H 4411). En esta nueva edición, a cargo de Roberto R. Aramayo, la presente versión castellana queda complementada con un oportuno estudio preliminar, una bibliografía selecta y unos detallados índices.
La Metafísica de las Costumbres ocupa un puesto clave en el proyecto kantiano referido a dos ámbitos: el del conocimiento de la naturaleza y el de lo que es posible por la libertad. Si los Anfangsgründe constituyen el desarrollo sistemático de los conceptos básicos descubiertos por la primera Crítica, La Metafísica de las Costumbres desarrolla los conceptos básicos desentrañados por la Crítica de la Razón práctica. De ahí que figure el sistema de la libertad. Precisamente porque esta idea presenta dos dimensiones -interna e interna-, dos serán las partes de esta obra que se reedita: la Doctrina del derecho y la Doctrina de la virtud. La reflexión sobre el derecho, prefigurada en algunos aspectos en el Gemeinspruch y La paz perpetua, cobra aquí fuerza sistemática al contemplar la articulación entre derecho privado, político, de gentes y cosmopolita, así como las relaciones entre derecho y moral; mientras que la Doctrina de la virtud, cuyo fundamento se encuentra en la Grundlegung y en la segunda Crítica, examina la capacidad humana de proponerse fines y adquirir virtudes, haciendo posible la encarnación de la razón práctica.