¿Cómo vivir? Lo mejor posible. La estrategia para conseguirlo es la racionalidad. La racionalidad es una forma de optimización realista y factible que no promete el éxito seguro, ni la salvación, ni un mundo feliz, pero que ha ido ganando atractivo como la mejor guía de que disponemos para la solución de nuestros problemas. En el presente libro, el filósofo Jesús Mosterín dilucida el concepto de racionalidad y otros afines desde un enfoque próximo a las preocupaciones y dilemas cotidianos de los agentes, ofreciendo así un puente entre los problemas de la vida real y las técnicas formalizadas de la teoría matemática de la decisión racional. Este análisis involucra varios de los temas centrales de la filosofía: la creencia y el conocimiento, la intención y la acción, los fines y los medios, la teoría y la praxis. Combinando la claridad con el rigor y la precisión conceptual, este libro incorpora y desarrolla el contenido de Racionalidad y acción humana (1978), la obra clásica del pensamiento analítico en lengua española, que aquí alcanza su versión definitiva.
Con el título CONCEPTOS FUNDAMENTALES se designa el curso que Heidegger impartió en el semestre de verano de 1941 en la Universidad de Friburgo. El texto es un comentario a la sentencia de Anaximandro «toma al cuidado el ente en total»; esto es: párate a pensar que en el ente en total, en aquello que desde allí interpela al hombre, radica todo. «Conceptos fundamentales significa concebir el fundamento, alcanzar el suelo, llegar a estar allí donde sólo mora una estancia y una constancia, donde ocurren todas las decisiones, pero de donde también toda indecisión toma prestado su escondite». De Martin Heidegger (1889-1976) Alianza Editorial ha publicado también Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo, Aclaraciones a la poesía de Hölderlin, Lógica, Hitos, Caminos de bosque, Ontología y La fenomenología del espíritu de Hegel.
Martin Heidegger, fascinante en el aula, atrajo a los jóvenes intelectos más brillantes de Alemania de la década de 1920. Muchos de ellos eran judíos que al final tendrían que conciliar sus compromisos filosóficos y a menudo personales con Heidegger y las nefandas opiniones políticas de éste. En 1933 Heidegger se unió al nacionalsocialismo. Frustró la carrera de los estudiantes judíos y denunció a otros profesores que consideraba insuficientemente radicales. Durante años firmó sus cartas e inició sus clases con un " Heil Hitler! " y pagó las cuotas del partido nazi hasta su desaparición. Igualmente problemáticos para sus antiguos alumnos fueron sus sórdidos esfuerzos para hacer que el pensamiento existencialista fuera útil a los objetivos nazi y el hecho de que nunca abjurara de esas acciones. Este libro explora cómo cuatro de los alumnos judíos de Heidegger más destacados asumieron la relación de su maestro con los nazis y cómo afectó ésta a su pensamiento. Hannah Arendt, amante de Heidegger además de alumna suya, llegó a ser uno de los pensadores más destacados del siglo XX. Karl Löwith regresó a Alemania en 1953 y pronto se convirtió en uno de sus principales filósofos. Hans Jonas se hizo famoso como primer filósofo medioambientalista alemán. Herbert Marcuse conquistó celebridad como intelectual de la escuela de Frankfurt y mentor de la Nueva Izquierda. ¿Por qué paso inadvertido a todos estos brillantes cerebros lo que había en el corazón de Heidegger y en el futuro de Alemania? ¿Cómo valoraron después de la guerra las tradiciones intelectuales alemanas? ¿Pudieron salvar algunos aspectos del pensamiento de Heidegger? ¿Refleja su filosofía los estudios de su juventud o los rechaza por completo? ¿Pudieron estos heideggerianos perdonar, o al menos tratar de entender, la traición del hombre al que tanto admiraban?
La muerte y el tiempo son conceptos esenciales que recorren la obra de Emmanuel Levinas y que aquí, por primera vez, se convierten en temas precisos. A partir de un riguroso diálogo con dos contemporáneos de envergadura, Heidegger y Bloch, y algunos pensadores de la tradición -Aristóteles, Hegel y Kant-, Levinas desarrolla una formidable reflexión que se propone aclarar las estrechas relaciones entre la muerte y el tiempo. Paralelamente, reanuda su larga reflexión sobre la palabra Dios, para invertir los términos del diagnóstico heideggeriano: cuando la filosofía ha confundido, desde su origen, Dios y el ser, la tarea del pensamiento consiste en liberar a Dios del dominio ontoteológico en el que le ha sumergido la metafísica. Algunos textos se refieren también a otras nociones fundamentales de la obra del filósofo: la responsabilidad, el Prójimo, la paciencia, el Decir, la trascendencia, el testimonio.
Este libro es un ajuste relativo de cuentas con Lacan en la época de esplendor del estructuralismo, allá por los inicios de la década de los setenta. Partiendo del convencimiento de que "Edipo no sirve absolutamente para nada", Deleuze y Guattari se impregnan de la atmósfera cultural del período, en especial del Foucault de Las palabras y las cosas, y afirman que la invención del hombre por el orden burgués de que habla este último puede comprenderse mejor a partir del análisis de los mecanismos de producción del hombre en la sociedad actual, es decir, a partir de la disección de la máquina social capitalista que los autores acometen mediante el procedimiento de descodificación-territorialización. No en vano se ha afirmado repetidas veces la complementariedad de algunos capítulos de El Anti Edipo y Las palabra s y las cosas, y no en vano la obra de Deleuze y Guattari contribuyó a la gestación de Vigilar y castigar. A partir de ahí, de esa época de ebullición teórica reflejada en el texto, El Anti Edipo se convertiría en una referencia clásica y el esquizoanálisis -que se propone desedipizar el inconsciente para acceder a los verdaderos problemas- en un método fecundo para analizar las máquinas deseantes y sus productos sociales.
Emmanuel Levinas es seguramente el filósofo judío contemporáneo más original e influyente. En paralelo a su labor fenomenológica, donde polemiza con el idealismo trascendental de Husserl y la ontología de la finitud de Heidegger, Levinas ha cultivado el género del comentario talmúdico. Lejos de la meditación «edificante» y de la oratoria sagrada, sus lecturas del Talmud ahondan en los grandes temas de su filosofía ?la trascendencia como alteridad, la responsabilidad radical, el rostro, la justicia? desde la aproximación a la literalidad de las Santas Escrituras propia de los rabinos. En las cinco lecciones talmúdicas que abren este volumen, Levinas intenta responder a los desafíos éticos y políticos del presente histórico, de esta «hora» insoslayable, donde la Shoá ha marcado la presencia de Israel entre las naciones. Completan la obra siete ensayos y dos conversaciones sobre algunos problemas siempre candentes, entre los que destacan la relación entre el intelectualismo de la filosofía griega y la religión bíblica, o las posibilidades y dificultades de la amistad judeo-cristiana a partir del «nuevo pensamiento» de su maestro Franz Rosenzweig. Emmanuel Levinas (1906-1995) es uno de los filósofos mayores de la segunda mitad del siglo XX.
Reflexión brillante sobre temas como la relación madre-hijo, el papel de la familia en la identidad de la persona, la influencia del entorno familiar...
A partir de una experiencia personal causada por un grave accidente, la autora reflexiona sobre diversos aspectos del dolor, de modo práctico pero también profundo.
Gabriel Marcel (1889-1973), filósofo y dramaturgo francés, destaca por su conquista de un concepto cada vez más hondo de la «existencia», entendida como encarnación y participación. Su pensamiento está muy influido por el cristianismo, al que se convirtió, del judaísmo, en 1929. Los dos volúmenes que comprende esta edición reúnen algunas de sus obras más importantes, tanto en el campo filosófico como en el teatral. El misterio del ser (1951), que recoge en dos series veinte lecciones pronunciadas entre 1949 y 1950, ha sido complementado con unos anexos de documentos inéditos y abundantes notas elaboradas por Jeanne Parain-Vial (la discípula por excelencia) y Mario Parajón, traductor y preparador de la edición. La selección de las piezas teatrales (El dardo, La sed y La señal de la cruz) pone de manifiesto la estrecha relación que existe entre el pensamiento de Marcel y su obra dramática.
Se diría que en los últimos tiempos, y en sintonía con una evidente inflexión en el clima filosófico general o, cuanto menos, en algunas de sus vanguardias, la figura y la obra de Manuel Sacristán (1925-1985) suscita una atención impensable en los ochenta y noventa del pasado siglo, hasta que comenzaron a estar realmente disponibles sus escritos y, con ellos, las bien razonadas y fundamentadas llamadas de atención sobre los diferentes aspectos de su legado por parte de sus discípulos más próximos.
Con la presente edición, el lector español cuenta con la oportunidad de conocer de primera mano el diálogo entre dos de las voces filosóficas más importantes del siglo XX. En los años veinte, Hannah Arendt acudió a la universidad donde Heidgger daba clases. Fue entonces cuando entre el profesor y la alumna se estableció una relación amorosa que sería decisiva en sus vidas y pensamientos filosóficos. La Correspondencia está dividida en tres partes, que corresponden a tres períodos (1925-1932, 1950-1965, 1966-1975), siendo así un vívido testimonio de los avatares políticos en los que vivieron los filósofos Heidegger fue miembro del NSDAP, mientras que Hannah Arendt se vio obligada a huir de Alemania por su condición de judía y por sus convicciones políticas. Este epistolariono solo permite profundizar en la personalidad y en las posturas filosóficas de los autores, sino que es también un recorrido por la historia del siglo XX. La edición, muy cuidada, precisa, completa y al mismo tiempo llena de tacto, corre a cargo de UrsulaLudz, editora de otras obras de Hannah Arendt.
Presentar la filosofía como una de las bellas artes parece un empeño difícil y audaz. En algunos ambientes académicos, esta clasificación de la filosofía entre las artes provocará un sentimiento de amenaza contra la categoría intelectual y científica de su trabajo. Frente a estas posibles objeciones, Daniel Innerarity afronta brillantemente la tarea de definir a la filosofía como una de las bellas artes. Con esta definición quiere expresar, en primer lugar su rechazo a una dicotomía muy extendida: la que opone lo interesante -aquello que aporta sentido a la propia vida- a lo científico, es decir, lo riguroso y exacto. %13La filosofía -dice Innerarity- puede hacerlo con mayor o menor fortuna, pero aspira a reunir gozo y seriedad, rigor y comprensibilidad, vida y reflexión, fundamento y valoración. No se resigna a tener que elegir entre la verdad abstracta o la vida irresponsable%13.Estas consideraciones descubren el verdadero alcance de la tesis de Innerarity. Con su libro no pretende ofrecer unos consejos a quienes aspiran a exponer su pensamiento filosófico de una manera digerible. Lo que defiende este libro es la condición artística de la propia filosofía. Pero cabría preguntar: ¿qué tienen en común la filosofía y el arte? A juicio de Innerarity, ambas son cultivos de atención hacia la realidad. La filosofía como arte busca la verdad no en el consenso que suprime las diferencias, sino a través de un desacuerdo productivo.