La filosofía del siglo xx ha proliferado en una multitud de direcciones y divergentes ramificaciones. Descartadas las formas de pensamiento más sistemáticas y de carácter especulativo y ontológico, de las que se ha dado cuenta en el tomo VI de esta obra, quedaban todavía por exponer las corrientes que se despliegan sobre un suelo empirista y de signo antimetafísico. Dada la extensión de las mismas, la exposición se ha dividido en dos volúmenes, que abarcan las dos grandes vertientes del neopositivismo y neomarxismo. A la primera corriente se dedica este tomo VII, que configura un bloque homogéneo. Se abre con un capítulo de filosofía de las ciencias, punto de partida de la nueva epistemología empirista, en que se esboza breve de la prodigiosa eclosión de la ciencia moderna. Ocupa luego un amplio espacio el estudio de las grandes figuras, Moore, Russell y Wittgenstein, fundadores de este nuevo giro del filosofar empirista por el análisis del lenguaje a través del simbolismo lógico y el significado de las proposiciones. La recensión de las dos escuelas del análisis lingüístico llena la parte central de exposición de la obra. La primera es la del positivismo lógico, que el llamado Circulo de Viena, fundado por Schlick y su grupo, desarrolla en la línea del empirismo radical sobre el principio de la verificación como norma suprema, y se continúa en Norteamérica con Reichenbach, Neurath y Carnap, transformando el análisis lingüístico en mera sintaxis lógica. La filosofía analítica constituye la segunda corriente. Cultiva la forma moderada de análisis de los usos del lenguaje ordinario, que desde Inglaterra, con Wisdow, Austin y Hare, pasó también a Estados Unidos con una nube de analistas como Strawson, Waissman, Stevenson, Toulmin, Morris, Quine y otros mil. El último capítulo sobre el neorrealismo angloamericano enlaza estrechamente con este movimiento, sobre todo a través de Whitehead. El autor, T. Urdánoz, desarrolla la exposición de esta filosofía, de tanto interés actual y ya mundialmente di-fundida entre los estudiosos, con la misma claridad, rigor científico y abundante documentación en obras y textos originales que vienen admirándose en los volúmenes anteriores.
Hace ya dos siglos que el hombre moderno ha conquistado su libertad: la libertad de escoger sus propias normas y de conocer el mundo sin preocuparse demasiado por aquello que dijeron los antiguos. Pero ¿acaso no habrá que pagar un precio por esta libertad? Y si el hombre moderno quiere conservarla, ¿acaso no deberá renunciar a ciertos valores comunes, a la vida en sociedad, a su yo coherente y responsable? Entonces, ¿qué hacer? Varias estrategias se han adoptado frente a esta cruel alternativa. La de los humanistas consiste en conservar esa preciosa libertad sin abandonar, por otra parte, los valores, la sociedad y el yo. Ése es, por lo menos, su parecer, el que expone este libro basándose en el pensamiento de los grandes humanistas franceses, de Montaigne a Constant pasando por Rousseau. En el fondo, la existencia humana se parece mucho a ese «jardín imperfecto» del que habla Montaigne: ni enteramente determinado por las fuerzas que lo producen, ni infinitamente maleable por la voluntad de los poderosos. Ese lugar, en fin, en el que aprendemos a fabricar lo eterno a partir de lo fugitivo. Allí donde el azar del reencuentro se transforma en necesidad vital. Tzvetan Todorov es director de investigaciones del CNRS y autor, entre otras obras, de Crítica de la crítica y Las morales de la historia, ambas igualmente publicadas por Paidós.
La cultura de nuestro tiempo ha concedido a la cuestión de la metaforicidad una extraordinaria importancia, al considerar que lo que podemos saber acerca de nosotros mismos encuentra su mejor expresión en determinadas metáforas. Aunque la idea ya había sido destacada en los albores de este siglo por autores como Ortega o Bergson, tal vez haya sido Hans Blumenberg quien con mayor eficacia la ha desarrollado, elevándola al rango de metodología propia. Metodología brillante y sugestiva que en algunos momentos se podría considerar allegable a la de Benjamin, con quien entre otras cosas comparte la distancia respecto a la filosofía tradicional (incluso con los autores, como Heidegger o Wittgenstein, con los que más dialogan). Es esta peculiar ubicación en el seno del pensamiento contemporáneo, esta capacidad para convertirse en interlocutor de autores en principio alejados de su perspectiva ?e incluso alejados entre sí: sería el caso de filósofos tan distintos como Davidson o Valéry--, lo que convierte la lectura de los textos de Blumenberg en un ejercicio intelectual sumamente interesante, en especial para quienes echen en falta auténticas miradas originales sobre esta época.
La libertad: esta palabra, en singular, no se refiere ni mucho menos a una esencia con la cual podamos identificar todas nuestras "libertades". Por el contrario, suspende cualquier tipo de determinación referida a ellas, de las que ciertamente sabemos que son "formales", sin que -no obstante- sea éste un hecho que nos interese demasiado saber. Y lo hace en el nombre de la experiencia singular de aquello que no tiene esencia: la existencia misma. Esta experienca es un hecho, también singular, pues no obedece a ninguna lógica del "hecho" entendido como opuesto a la "ley". Ni hecho ni ley: sólo el ser como partición de la existencia. El pensamiento procede de él, no se apropia de él: cuando se abre a esta experiencia, el pensamiento piensa su posibilidad más allá de sí mismo, en tanto que cosa, fuerza o mirada. La libertad es el in-finito del pensamiento. Partiendo de estos presupuestos, lo que intenta el presente libro es hacer aparecer como tema y poner en juego como praxis del pensamiento una experiencia de la libertad. En un cierto sentido, la libertad en cuanto cosa misma del pensamiento que no se deja "apropiar", solamente -y como mucho- "piratear": su "toma" será siempre ilegítima.
Como fenómeno cultural y político el regeneracionismo constituye uno de los referentes centrales de la España de 1900. En un momento de debate internacional sobre la superioridad de los anglosajones, y en medio de una profunda crisis nacional tras la pérdida de las colonias, la regeneración de España se presentó como una propuesta que alcanzó a casi todas las esferas de la vida nacional. Fueron así regeneracionistas tanto políticos como educadores, sociólogos y científicos. El ?problema de España? se planteó desde una perspectiva múltiple como muestran los diversos ensayos recogidos en este libro. Desde la acción política, desde la educación o desde la ciencia y la técnica se construyó un espacio de reflexión y debate que, bajo la propuesta de la regeneración, constituyó un discurso de fuerte componente nacionalista al que se sumaron los intelectuales, ese nuevo sector de la cultura española que emergió con fuerza desde la crisis de fin de siglo.
Este libro analiza una serie de ejemplos de arquitecturas íntimas y esenciales a través de un conjunto de fotografías de Eduardo Oteiro, y estudia la relación entre la intimidad, el lugar y el proceso creativo de quienes trabajaron en esos refugios-estudio. Filósofos, compositores, escritores o cineastas: Wittgenstein, Heidegger, Grieg, Mahler, Strindberg, Hamsun, Bernard Shaw, Virginia Woolf, Dylan Thomas, Derek Jarman y Lawrence de Arabia. Coeditado con la Fundación Luis Seoane de La Coruña, el texto también está traducido al gallego.
Este libro es una recopilación de algunos de los textos más importantes de Hans-Georg Gadamer sobre la cuestión del mito. Aunque vivamos aparentemente en la «época de la razón», no es menos cierto que las cuestiones sobre lo religioso, lo mítico y lo ritual interesan ahora más que nunca. Pero tratar hoy del mito implica necesariamente confrontarlo con el pensamiento racional, con la ciencia y la técnica, con el logos. Así, una filosofía del mito debe necesariamente abordar la pregunta siguiente: ¿qué papel desempeña el mito en una sociedad dominada por la razón científica? Gadamer muestra, de este modo, la tensión que el pensamiento occidental ha experimentado, desde el mundo griego, entre mito y logos, entre imagen y concepto. El positivismo había lanzado el mito al cajón de la falsedad y de la especulación. Sin embargo, el mito tiene su propia riqueza y credibilidad, por lo que debe ser una tarea propiamente filosófica hacer justicia a esta dimensión de lo mítico y de lo ritual. Se trata, en definitiva, de comprender la palabra, el lenguaje, en toda su complejidad, de manera que los artículos de Gadamer acaban siendo un serio intento por tratar el fenómeno mítico sin abandonar el logos: si es cierto, como sostiene nuestro filósofo, que no hay cultura sin horizonte mítico, es necesario situar al mito en la época de la ciencia, porque sin el mito resulta imposible comprender la complejidad del mundo contemporáneo.
María Zambrano es discípula de Ortega, aunque su personalidad, más amplia y compleja, se halla vinculada al movimiento institucionista, donde milita a favor del desarrollo emancipador de España. De este modo, sus vivencias forman parte de la generación d
¿Qué queríamos saber? Así podría enunciarse la pregunta que, dos siglos después de la Crítica de la razón pura de Kant, ha reemplazado a su pregunta fundamental: ¿qué podemos saber? O bien: ¿qué parecía ofrecer el saber cuando hacía sus promesas? ¿Cómo debería presentarse el mundo para que el encuentro con la incertidumbre dejara de generar malestar? Preguntas de este tipo nos sitúan ante un abismo tan profundo que resulta prácticamente imposible acceder al otro lado. Sin embargo, existe un procedimiento capaz de descubrir las huellas de tales deseos y aspiraciones: la metaforicidad, es decir, el convencimiento de que todo lo que podemos saber acerca de nosotros mismos encuentra su mejor expresión en determinadas metáforas. A partir de ahí, las huellas nos llevan hasta donde los deseos se han formado y siguen anidando, en busca de una determinada legibilidad del mundo. Es cierto que bajo ese epígrafe sólo pueden abordarse episodios, nunca totalidades. Pero siempre serán un hilo conductor, indicadores de una cierta continuidad, de una estrategia: renunciar al dominio de la naturaleza para ganar su confianza, conocer el verdadero nombre de las cosas en lugar de las fórmulas exactas para su producción, vivir su expresividad y no su química, conocer su sentido global más que sus partes?
La filosofía del siglo XX apenas puede entenderse sin lo que tiene de constatación de una grave crisis. Transformaciones históricas de largo alcance como la redefinición del Estado burocrático, la irrupción de la cultura de masas o el despliegue de la técnica industrial modificaron sustantivamente la experiencia que los hombres tenían de sí mismos y del mundo. La ambivalencia de esos cambios en lo que tienen, por un lado, de hitos de progreso racional, y, por otro, de verdaderas amenazas para el bienestar de los hombres, obliga a que el pensamiento filosófico reconsidere lo que pueda quedar del hombre como sujeto de la razón moderna. La centralidad de la humanidad como sujeto y fin de una historia pretendidamente racional, ¿ha quedado definitivamente atrás y apenas resta más que recordarla como una vana ilusión? ¿Es de todo punto inevitable que antes o después los logros de la humanidad se conviertan en procesos ciegos que podrían llegar a destruirla? Este libro trata de responder a estas preguntas, y a las que surgen de su hilo conductor, de la mano de la filosofía del siglo XX. Autores de la talla de José Luis Pardo, Santiago Alba Rico, César Rendueles, Pablo López o Eduardo Maura, entre otros, agitan los términos de un debate que nos concierne a todos.
Esta antología crítica, revisada y ampliada, ofrece una panorámica unitaria de toda la obra de María Zambrano, a la vez que incluye varios inéditos clave e informa con precisión de la aún vasta porción de su obra por publicar. Profusamente anotada y complementada con una clarificadora introducción y una detallada cronología, esta antología no es sólo una ordenación temática y genealógica, sino también una explicación e interpretación de las coordenadas intelectuales, políticas y espirituales en que nace y evoluciona su singular pensamiento.
En este cuarto volumen de la edición íntegra en castellano de los Fragmentos Póstumos de Nietzsche se incluyen todos los apuntes redactados entre el otoño de 1885 y enero de 1889. Se trata de la época sin duda más productiva del filósofo, cuando escribe Más allá del bien y del mal, Genealogía de la moral, Crepúsculo de los ídolos, El Anticristo, Ecce homo, El caso Wagner, Nietzsche contra Wagner, y cuando prepara también todos los materiales para la gran obra proyectada, pero nunca realizada, La voluntad de poder. Parte de estos materiales se conocieron inicialmente de una manera distorsionada con la edición preparada por su hermana que, suplantando arbitrariamente las intenciones de Nietzsche, dio forma a una obra con escritos en buena medida manipulados. Como ejemplo ilustrativo de esta manipulación véase, por ejemplo, el importante texto El nihilismo europeo (de junio 1887), despedazado y hecho irreconocible por Elisabeth y que aquí se presenta en su entera unidad y continuidad. Siguiendo, pues, el criterio y el texto establecido por la edición Colli-Montinari, la totalidad de los materiales se publican en este volumen en el orden en el que se presentan en los cuadernos manuscritos de Nietzsche, aprovechando el meritorio trabajo de desciframiento llevado a cabo por los responsables de la edición alemana. De este modo se hace posible entender desde una perspectiva no distorsionada la última y más importante fase del pensamiento de Nietzsche, la de las conclusiones a las que conduciría su profunda crítica a la civilización occidental, al cristianismo y a la historia de la metafísica, junto con la propuesta de un nuevo modo de filosofar desde nuevas ideas y nuevas formas de experiencia, como las que designan expresiones tales como «voluntad de poder», «eterno retorno», «inversión de todos los valores», «Übermensch», «lo dionisíaco», «lo trágico», etc.
Georges Palante fue un pensador excéntrico y marginal, lúcido intérprete de Nietzche e introductor de Freud en Francia, de talante libertario y fuertes convicciones aristocráticas. En su obra filosófica se encuentra una de las reivindicaciones más radicales del individuo y su libertad y, sin embargo, la existencia personal de Palante estuvo marcada por un destino miserable. Georges Palante fue un hombre de aspecto monstruoso -a causa de una enfermedad endocrina que deformaba terriblemente sus extremidades-, alcohólico, misántropo, empedernido jugador de póquer, cazador miope y torpe, casado con una antigua prostituta analfabeta, marcado a perpetuidad por el fracaso, el dolor y la melancolía. En el ámbito profesional, Palante porfió durante años para impartir su docencia en la Universidad de La Sorbonne, si bien fue rechazado y tuvo que conformarse con los alumnos de diversos liceos de la Bretaña francesa, cuyas clases preparaba en los lóbregos burdeles donde antaño trabajara su mujer. Su esperado y sin embargo trágico suicidio tuvo lugar el 5 de agosto de 1925, fecha a partir de la cual se despliega también el olvido mayoritario de su pensamiento hasta las recientes y necesarias reediciones de su obra en Francia a partir de 2002. Michel Onfray nos da cuenta de manera magistral de la vida y el pensamiento de este ilustre desconocido, al que considera una figura inaugural en relación a algunas de sus propias preocupaciones filosóficas: el hedonismo, el anarquismo, la primacía absoluta y determinante del cuerpo para la historia de la filosofía.