Las cuestiones más acuciantes de la vida tienen su género propio de expresión en el ensayo filosófico. Y sin embargo, a pesar de buscar el rigor y la exactitud conceptuales, el ensayo nada tiene que ver con el método matemático. La reflexión sobre los temas esenciales ha de buscar, ante todo, la transparencia y el diálogo con los lectores. Así, el dolor, el mal, la verdad, el bien, las experiencias infantiles, las virtudes (la primera de todas, la fortaleza o valentía), la religión, la belleza y la desesperación se abordan en este libro con la inmediatez de las descripciones fenomenológicas, aunque persiguiendo su formulación metafísica, para convertirse de esta forma en un ensayo sobre la naturaleza absoluta de la esperanza. El autor admira a Miguel de Unamuno, a Edmund Husserl, a Emmanuel Levinas, a san Agustín, a Blaise Pascal, a Johann Gottlieb Fichte, a Michel Henry; pero por encima de todos ellos a Sören Kierkegaard, a Platón y a Sócrates, apartándose decididamente de Martin Heidegger
«Estar a la escucha es siempre estar a orillas del sentido o en un sentido de borde y extremidad, y como si el sonido no fuese justamente otra cosa que ese borde, esa franja o ese margen. (...) ¿Qué es un ser entregado a la escucha, formado por ella o en ella, que escucha con todo su ser?» (...) ¿Qué es lo que resuena? Un cuerpo sonoro. Pero, ¿cuál? ¿Una cuerda, un metal, o bien mi propio cuerpo? Escucha: es una piel tensa sobre una cámara de eco, y que otro golpea o puntúa, haciéndote resonar, según tu timbre y a su ritmo. «(...) Esa piel tensa sobre su propia caverna sonora, ese vientre que se escucha y se extravía en sí mismo al escuchar el mundo y extraviarse en él en todos los sentidos, no son una figura para el timbre ritmado, sino su propia apariencia, mi cuerpo golpeado por su sentido de cuerpo, lo que antaño se llamaba su alma.»
El Tractatus de erroribus philosophorum es un texto que ha sido atribuido a Egidio Romano, pero cuya autoría no está clara hoy. Su autor establece qué opiniones de diversos filósofos se oponen a la verdad cristiana. Los filósofos que selecciona son Aristóteles, Averroes, Avicena, Algazel, Alkindi y Maimónides, realizando una compilación de las desviaciones que, según él, tienen que ver fundamentalmente con las doctrinas denunciadas en la condena de 1270 efectuada por el obispo Esteban Tempier. Tras exponer las tesis reprobables, hace un resumen conciso de todas ellas. Esta obra ofrece por vez primera en el mundo cristiano las fuentes de los errores mantenidos por algunos contemporáneos suyos.
Esta obra, en la que se estudia la cuestión fundamental sobre la posibilidad de la metafísica, presenta una aportación original al determinar que metafísica es más bien metaantropología, con el problema del sentido como su centro de gravedad y no el del ser.
«Solo me interesa una vida finita, inquietante y contingente, sin verdades absolutas, sagradas o incondicionales. Un escenario en constante formación, transformación y deformación. Una vida creadora de un mosaico en el que las piezas no encajan, sin centro ni síntesis.» En esta segunda entrega de sus Fragmentos filosóficos, el filósofo y escritor Joan-Carles Mèlich reflexiona a fondo sobre la condición contingente, incierta y finita del ser humano a partir de lo que denomina una filosofía literaria: una filosofía que recurre más a las imágenes y a las figuras de la ficción que a los conceptos y a las categorías de la metafísica. Se trata de un pensamiento de lo singular, del tiempo, de las situaciones y de las relaciones. Y es que hablar de la prosa significa al decir de Milan Kundera hablar del carácter concreto, cotidiano, corporal, de la vida.
Ser y tiempo de Heidegger intenta repensar la cuestión fundamental de la historia de la filosofa: la pregunta por el sentido del ser. En esta obra confluyen las inquietudes fundamentales de la época contemporánea: el desencantamiento, la crisis de l
Frente al pensar representacional que rige desde hace más de dos milenios, Heidegger invoca y reivindica un pensar sereno que frente al "asir" del pensar representacional propone el sereno "esperar" del pensar meditativo que sepa estar abierto al advenir en el tiempo de lo que en cada caso enfrenta, lo real. Índice: Advertencia.- Serenidad.- Debate en torno al lugar de la Serenidad.
´La enseñanza de G.I. Gurdjieff (1866-1949) es reconocida como una de las más originales de nuestro tiempo. Aunque para su transmisión, Gurdjieff utilizó métodos muy diversos -trabajo en grupo, meditación, danza, música, etc.-, siempre concedió una especi