Esta obra colectiva se pregunta por la relación entre Metafísica y Ética. Lo hace, ciertamente, desde un supuesto: la reflexión sobre lo fáctico no puede escamotear la falta de lo bueno, la privación de lo justo, la insatisfacción ante la precariedad y caducidad de las cosas. Quizás ello ocurra porque ese ser racional mortal que es el hombre se resiste a considerar completa y suficiente una teoría sobre el ser de la que haya desaparecido la vara de medir que es la libertad. La libertad no se conforma con que las cosas encajen entre sí, quiere que encajen con lo que deben ser. Siempre disconforme con respecto al orden que parecen seguir por sí mismos los hechos en su decurso histórico y siempre displicente frente a las más provechosas componendas fácticas, persiste en ajustar lo real a patrones cuyo ser se expresa precisamente en su carácter ideal y en la radicalidad de sus exigencias. Unas exigencias que son por cierto, ellas también, muy reales exigencias categóricas de ser: como la exigencia de que sea en este mundo, por el concurso de acciones de los hombres capaces de fundar algo firme y bueno a secas, un poco de justicia, y una distribución de la felicidad que no ofenda a la justicia. Este libro pretende someter este fenómeno del ser de la libertad, que recuerda deudas de ser en el ser, a la mirada de la teoría, probablemente rondando lo intempestivo, pero también prestando oídos a lo que estimamos más necesario para esta época que es la nuestra.
Christian Wolff es un filósofo que ha quedado de algún modo semioculto a la sombra de Leibniz y de Kant, tachado por la fuerza de unas cómodas medias verdades. Ni mero sistematizador divulgativo de Leibniz ni interlocutor mudo y limitado de Kant, pasó de ser el más leído y traducido de su época, «el más grande de entre todos los filósofos dogmáticos» Kant dixit, a la condición de filósofo prácticamente olvidado. La presente obra ofrece la exposición más general y sistemática de su filosofía, al tiempo que lo revela como uno de los pensadores más influyentes del periodo ilustrado.
Primera contribución extensa a una historia " filosófica " de la filosofía, divisora de aguas epocales (entre Ilustración e Idealismo) y biográficas (entre la crítica y el nunca logrado sistema), est aobra póstuma de Kant, aparecida al poco de su muerte, es clásica por su contenido y romántica por su forma y destino. Dedicada a la superaición de Leibniz y Wolff, encaminada a la justificación histórica del reinado perenne del criticismo y de la etapa a la que él apunta la doctrina de la sabiduría, Los progresos de la Metafísica quedó en estado fragmentario, dispersa en manuscritos de improbable reordenación; respuesta inacabada al Tema del Concurso de la Academia de Ciencias de Berlín para 1791, cuyo premio otros se llevaron, este " torso " es a la vez desesperado intento de escépticos y amigos hipercríticos. Todos ello tuvieron entonces su porción de triunfo, ante el silencio obstinado de Kant. Pero mientras las obras de aquéllos se han sumergido en el olvido, del que sólo salen fugazmente como " sombras " del kantismo, los fragmentos aquí presentados siguen fulgurando con extraño vigor; esos fragmentos resultan memorables porque son brasas custodias del " lógos " , de ese fuego que una vez y para siempre alentó Haráclito a venerar.
En el otoño de 1922 Martin Heidegger envió un «Informe» a Paul Natorp en el que le ponía al corriente de sus investigaciones sobre Aristóteles. Algunas personas cercanas a Heidegger recibieron copias del llamado «Informe Natorp», pero, tras la Segunda Guerra Mundial, desapareció. Se recuperó muchos años después y fue publicado en el 'Dithey Jahrbuch' en el año 1989. Heidegger declaró que los años 1922-1923 habían resultado decisivos en el desarrollo de su pensamiento. De hecho, en el trabajo desarrollado entonces se encuentran las raíces de «Ser y tiempo». Así, la convicción de que la filosofía ha de ser «hermenéutica fenomenológica de la facticidad», o la tesis de que lo que configuró la metafísica occidental y condujo a una inadecuada idea del ser humano fue la «radicalización ontológica de la idea de movimiento», consumada en la idea aristotélica de 'enérgeia', se encuentran formuladas por primera vez en el «Informe Natorp». Más adelante, siendo ya profesor en Marburgo, Heidegger impartió un curso titulado «El Sofista», desarrollando los análisis incoados dos años antes. La conclusión a la que llegó entonces fue tajante: Aristóteles habría optado por la primacía de la 'sophía' frente a la 'phrónesis' y esto junto con su definición de 'acción perfecta' habría conducido a la 'metafísica presencialista' que ha caracterizado toda la historia de la filosofía. En realidad, todos los análisis e interpretaciones que Heidegger realizó en los años veinte tuvieron en común el mismo nexo: la pregunta por el sentido del ser articulada en torno al 'Dasein', pues, como señaló en su «Informe», el objeto de la filosofía es el mismo 'Dasein' humano. Por eso, para intentar una comprensión ajustada, así como una valoración adecuada de las propuestas contenidas en el «Informe Natorp», se ha hecho preciso tener en cuenta el conjunto del material disponible correspondiente a esos años. El propósito de este libro ha sido realizar una investigación rigurosa, que nos permita entender mejor algunos motivos y presupuestos del autor. A la vez, las interpretaciones sobre Aristóteles, aunque no exentas de dificultades, constituyen una muestra de la viabilidad y sentido que tiene emprender un diálogo crítico con la tradición.
Alejandro de Afrodisias, que vivió entre los siglos II y III de nuestra era, representa un peaje ineludible para quienes quieran conocer hoy el desarrollo histórico que experimentó el aristotelismo desde una posición de casi intrascendencia hasta la completa hegemonía que alcanzó en buena parte de la Edad Media y el Renacimiento. Apodado «el Comentarista» por la excelencia de las interpretaciones que realizó de las obras de Aristóteles, sus obras fueron siempre una referencia de capital importancia para entender las complejidades y las ambigüedades que el Corpus aristotelicum ha ofrecido siempre a quienes se han acercado a él. En este volumen presentamos la primera traducción al español de su comentario a la Metafísica de Aristóteles, del que han sobrevivido sólo los cinco primeros libros. Pese a ello, el contenido de lo que ha llegado hasta nosotros es más que suficiente para comprender la enorme influencia que ha ejercido en muchas cuestiones relacionadas con la denominada filosofía primera.
Esta obra ofrece un panorama completo de los problemas fundamentales de la Metafísica, bien presentado, ordenado y estructurado, concediendo a cada tema su propia categoría dentro de la escala de importancia que hoy día le corresponde. Aborda por ello cuestiones de gran actualidad e interés para el hombre de nuestro tiempo, que invitan a una reflexión serena siguiendo siempre el acertado criterio orientador y cristiano que inspira su excelente desarrollo. La obra, por tanto, quiere prestar un gran servicio tanto en los centros superiores de la Iglesia como en los de la universidad civil.
La metafísica se ocupa de nosotros mismos y de la realidad, así como de las preguntas más esenciales sobre la existencia. Esta introducción, clara y accesible, examina los conceptos clave de la metafísica -existencia, causalidad, dios, tiempo, universales, identidad personal, verdad-, cubre la mayor parte de los debates contemporáneos más importantes, sin abrumar al lector con formalismos, y ofrece un resumen de las principales ideas, cuestiones de estudio y un glosario. .