Una historia del arte renacentista en sus obras y monumentos esenciales. Las especiales características de la colección, la calidad científica del texto y a abundancia de la documentación gráfica ofrecida, que incluye multitud de ilustraciones en color y blanco y negro y un extenso apéndice de más de cien páginas reservado al análisis en fichas (con plantas, alzados y secciones anejas) monumento por monumento, constituye en conjunto una obra imprescindible.
«Estética de la música» aborda de forma sencilla dos cuestiones: los principales problemas estéticos de la música, con los que se entra en contacto en la primera parte, y una breve historia de la reflexión estética sobre la música. Fubini adopta un punto de vista interdisciplinar, que plantea en el centro mismo de su pensamiento el problema de qué sea, estrictamente hablando, una estética de la música. Este punto de vista configura el marco de un estudio histórico, expuesto de forma breve y concisa.
En la tradición estética occidental, la razón y el sentimiento han estado siempre dialogando y tratando de encontrar vías de enlace para interceder entre lo que lo que, a primera vista, parecen dos instancias irreconciliables. Casi se podría afirmar que el origen mismo de la disciplina estética radica en las distintas reflexiones a que ha dado lugar esta conflictiva relación. Autores como Boileau, Dubos, Hume, Kant, Nietzsche, Unamuno, Ortega y un largo etc. hicieron, en efecto, incursiones en un problema que se percibe, entonces, como inevitable en cualquier tratado dedicado a la estética. Sin pretender que sea la última palabra, los autores de este volumen se proponen arrojar nuevas luces sobre una cuestión medular, a la espera de completar, con diferentes miradas, la bibliografía que ya la aborda desde los inicios mismos de la modernidad.
La imagen surrealista reúne cuatro textos teóricos, cuatro intervenciones críticas, sobre distintos aspectos del surrealismo. En todos ellos, subyace la idea de que el surrealismo no es meramente un «movimiento» poético y artístico más, sino una actitud general ante la vida, que busca la ampliación y el enriquecimiento de la existencia humana. Se plantea, también, que el eje de esa actitud, su núcleo, es el papel que se asigna a la imagen, concebida como plasmación del deseo, como flujo erótico, y que actúa como impulso del cambio, de la transformación.
La ópera contemporánea se enfrenta a una encrucijada histórica. El peso cultural de su herencia pasada le proporciona una fuerte identidad pero también lastra la búsqueda de lenguajes renovados que permitan una apertura a nuevos públicos. Como espectáculo complejo y exigente requiere de espectadores receptivos y dispuestos a indagar en experiencias estéticas cada vez más infrecuentes en un mundo dominado por la inmediatez audiovisual. Al mismo tiempo, la ópera se revela hoy como un espacio excepcional para que distintas disciplinas artísticas experimenten de forma integrada con herramientas escénicas novedosas para las que el teatro convencional a menudo no dispone de medios. Estas tensiones se están materializando en un intenso proceso de transformación y en una renovada visibilidad pública de los debates en torno a la situación y el futuro de la ópera.
Casi desde la nada, supo crear un arte capaz de expresar toda una gama de emociones humanas; supo encontrar la manera de tratar la materia de la vida con un estilo directo, dúctil y a la vez grandioso y heroico; supo adivinar por intuición casi todos los principios de la representación
En el proceso de dar forma a una filosofía de la ejemplaridad, Javier Gomá se ha enfrentado con frecuencia a cuestiones relacionadas con el estatuto del arte y de lo bello. En este libro reúne los materiales preparatorios para una futura estética general en preparación. La recopilación se ha llevado a cabo con motivo de las conferencias impartidas por Javier Gomá dentro del ciclo "Perspectivas transversales", de la Cátedra Jorge Oteiza
En las sociedades laicas, esta vía de escape se desliza en ocasiones hacia el terreno del arte, asumiendo los artistas el papel de evangelistas, narradores de mitos y oficiantes de rituales, o bien, encarnándose en los propios herejes, penitentes o desheredados.
El florecimiento extraordinario de los estudios histórico-artísticos durante las últimas décadas no ha logrado disimular un cierto estancamiento en lo que respecta a los métodos de esta disciplina. Nuestros conocimientos sobre muchos asuntos concretos han progresado sensiblemente, pero casi todos los estudios siguen aceptando la vieja creencia de que una obra de arte es básicamente el registro de una percepción. Norman Bryson, profesor de la Universidad de Cambridge, se enfrenta con este libro a esa suposición. Basándose en distintas obras de la Antigüedad clásica y de Bizancio, así como en la pintura de Masaccio, Rafael, Tiziano, Vermeer y Manet, entre otros, desmonta la concepción tradicional examinando las posibilidades y limitaciones de los métodos semióticos. Su brillante conclusión es que en el acto mismo de «reconocer» una pintura existe siempre una producción de sentido: el espectador no está dado de una vez y para siempre, y debe ser considerado en su circunstancia histórica concreta. Visión y pintura es, pues, una importante contribución al debate sobre los objetivos de la historia del arte y la naturaleza misma de la representación visual.
En el presente estudio las notables realizaciones del Renacimiento temprano quedan situadas en una prespectiva histórica global. Situándose a ambos lados de la frontera entre las artes plásticas y la literatura, el libro nos describe el mundo de Dante y Giotto, analizando las circunstancias e innovaciones que lo hicieron posible. La vida política, económica, cultural y religiosa de Toscana entre el 1260 y el 1320 es aquí objeto de una minuciosa investigación, haciéndose especial hincapié en la importancia de las relaciones con la corte del papal. Cierto que el mecenazgo papal impulso las influencias clásicas sobre las artes visuales, pero además el papado vino a jugar un papel preponderante y rector en la existencia económica y política de la Liga Güelfa, en conexión con Florencia. Viena, Nápoles y Francia. La intervención papal en Florencia en el año 1301, que provoco el exilio de Dante, y el traslado de la sede papal en 1305 a tierras de Francia, conformaron las nuevas condiciones en las que surgirían las obras maestras de Dante y Giotto.