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Adorno en Nápoles da vida a un período en la historia intelectual europea cuando el paisaje romántico de la Bahía de Nápoles se convirtió en un imán para escritores, poetas y lósofos. Mittelmeier cuenta cómo las experiencias de Adorno sentaron las bases de su pensamiento losóco posterior, un pensamiento inspirado tanto por el mundo natural como por sus discu-siones con otros intelectuales como Walter Benjamin y Alfred Sohn-Rethel.
Para muchos, los dibujos animados de Disney son neutrales, inocentes y hasta idealistas. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, Walt Disney realizó todo un trabajo de propaganda encubierta, apoyando al ejército de Estados Unidos contra el bloque nazi. Los cortometrajes de animación resultaron ser una forma comunicativa habilidosa para mostrar ciertas ideas. Así, este libro analiza la historia de la Walt Disney Productions desde 1939 a 1945, mostrando las consecuencias económicas y creativas de la guerra para el Estudio, y la evolución de su promotor hacia una ideología conservadora. Esta obra refleja la meticulosa investigación de Rodolfo Vidal González, quien pone especial énfasis en nueve filmes de contenido bélico-militar, aunque también se adentra en películas educativas, de entrenamiento de soldados, o en insignias militares. Un estudio muy interesante, de una parcela desconocida de Walt Disney.
¿Qué tienen en común las máscaras africanas, los cuadros dieciochescos, las imágenes medievales y ciertas fotografías contemporáneas? Sencillamente su capacidad para despertar emociones intensas y suscitar respuestas vehementes. Mediante el análisis de una amplia gama de imágenes y de tratados de estética, el autor establece la recurrencia de las respuestas humanas ante las imágenes a lo largo del tiempo
Tras los paradigmas del arte-como-texto de los años setenta y el arte-como-simulacro de los ochenta, Hal Foster sostiene que somos testigos de un ?retorno de lo real?, un retorno del arte y la teoría que buscan asentarse en los cuerpos reales y en los sitios sociales. El libro presenta una lectura original del arte y de la teoría de las tres últimas décadas, con especial atención a las polémicas conexiones entre ambos, y repiensa la relación entre las vanguardias históricas y las neovanguardias. El resultado es una genealogía acreditada del arte y la teoría, desde el minimalismo y el pop hasta el presente. El texto se completa con abundantes ilustraciones.
Todo el dilema es este: o bien la simulación es irreversible y no existe nada más allá de ella, no se trata siquiera de un acontecimiento sino de nuestra banalidad absoluta, de una obscenidad cotidiana... o bien existe de todos modos un arte de la simulación, una cualidad irónica que resucita una y otra vez las apariencias del mundo para destruirlas. De lo contrario, el arte no haría otra cosa, como suele suceder hoy, que encarnizarse sobre su propio cadáver. No hay que sumar lo mismo a lo mismo, y así sucesivamente, en abismo: esto es la simulación pobre. Hay que arrancar lo mismo de lo mismo. Es preciso que cada imagen le quite algo a la realidad del mundo, es preciso que en cada imagen algo desaparezca, pero no se debe ceder a la tentación del aniquilamiento, de la entropía definitiva, es preciso que la desaparición continúe viva: este es el secreto del arte...
Parece que la tragedia fuera un asunto desfasado en la actualidad. Su profundidad ontológica y su elevada seriedad irritan a la sensibilidad posmoderna, y su tono demasiado solemne propio de la más aristocrática de las formas artísticas se presenta embebido de sacrificio, falso heroísmo y una nobleza de espíritu muy masculina. Pero si cierto posmodernismo es demasiado superficial para el género trágico, cierto posestructuralismo lo toma demasiado en serio. Para la izquierda, por su parte, la tragedia exhibe un aura desagradable de dioses, mitos y cultos cruentos, de culpa metafísica y destino inexorable. El presente libro no es un trabajo histórico sobre la tragedia, sino que aspira más bien a ser un estudio político. Parte de la convicción de que un materialismo genuino, opuesto tanto al relativismo historicista como al idealismo, ha de estar también atento a aquellos aspectos de la existencia que constituyen estructuras permanentes del ser genérico del hombre, entre las que se cuenta la realidad del sufrimiento. La lectura política que de la idea de lo trágico propone Terry Eagleton busca iluminar la aflicción y la desesperación, el abatimiento y la desdicha del hombre contemporáneo en la era del capitalismo tardío. Pues hay ideas teológicas que pueden ser políticamente valiosas. Como afirma el propio autor: «Aunque no sea exactamente un discurso metafísico, teológico o fundacional lo que la izquierda necesita, sería provechoso ampliar sus perspectivas teoréticas y extender el circuito estrecho y repetitivo de las preocupaciones que suelen absorberla. No deberían abandonarse esas preocupaciones, sino ahondar en su resonancia». Tal es la contribución que se intenta aquí, continuando la exploración, iniciada por el autor, de la «ideología de lo estético».