«Tomemos lealmente el Mundo, tal como hoy día se nos presenta a la luz de nuestra razón: no el Mundo de hace cuatro mil años, encerrado en sus ocho o nueve esferas, para el que se ha escrito la teología de nuestros manuales, sino el Universo que vemos emerger orgánicamente de un tiempo y un espacio ilimitados. Despleguemos ante nosotros esta inmensidad profunda. Y tratemos de entender cómo habrá que modificar los contornos visibles de Cristo para que su figura siga ahora como en otro tiempo invadiéndolo todo, victoriosamente. Este nuevo Cristo (y no la figura anticuada que tal vez hubiéramos deseado conservar artificialmente) es quien va a ser el antiguo y el verdadero Jesús. Sí que le reconoceremos en este signo de una presencia universal» (Pierre Teilhard de Chardin).
En el semestre de invierno de 1920/1921 el joven Martin Heidegger (1889-1976) dictó una lección que lleva por título Introducción a la fenomenología de la religión. Es la primera vez y la última que dedicará una lección o un escrito íntegramente a esta materia. Si en la primera parte se dedica por extenso a la cuestión previa de fijar y delimitar el método fenomenológico para ajustarlo a lo que él llama vida fáctica, en la segunda analiza la experiencia originaria de San Pablo de la vida fáctica. A diferencia de la exegética del momento, Heidegger considera las cartas paulinas no como escritos doctrinales, sino como documentos de la propia experiencia vital de San Pablo en cuanto creyente. De esta forma, ofrece un análisis de la concepción de la vida del cristianismo determinado por la expectativa de la inminente venida del Mesías. En la fenomenología de la religión de Heidegger el lector se encontrará con un extraordinario estudio de la experiencia originaria de la religiosidad en el que se transparece la visión cristiana primitiva de la vida fáctica. Por otro lado, Heidegger se adentra hasta el fenómeno religioso y la experiencia religiosa fundante mostrando de esta forma los momentos constitutivos de la existencia humana articulada en mundo propio, mundo compartido y mundo circundante.
Se recogen varios ensayos sobre la obra y la experiencia de vida de Louis Massignon (1883-1962) y Henry Corbin (1903-1978), intentando mostrar la íntima relación que existe entre ambas. Se traducen algunos textos de estos dos estudiosos de la mística -sobre todo del área cultural iraní-, que precisamente muestran de qué modo vida y pensamiento se encuentran unidos. También aparece en el libro un artículo sobre Ibn Arabi, pues la visión que aquí se presenta del filósofo andalusí está determinada por Massignon y sobre todo por Corbin.
El jesuita canadiense Bernard Lonergan (1904-1984) publicó en 1957 su gran obra «Insight. Estudio sobre la comprensión humana». A lo largo de sus casi mil páginas, se propone un camino epistemológico riguroso para comprender el comprender, y en concreto aquel momento milagroso en el que algo se nos revela y se hace claro. Tomando como punto de partida los planteamientos de esta genial obra, Lonergan elabora años después un «método» para «llegar a comprender» en el campo de la teología. Para ello procede de una manera interdisciplinar, pues la teología no es una ciencia aislada en sí misma, sino conectada con el resto de los saberes humanos y, en especial, con las ciencias sociales. Para este intelectual enciclopédico, «el método no es un conjunto de reglas que cualquiera, incluso un tonto, ha de seguir meticulosamente. Al contrario; se trata más bien de un marco destinado a fortalecer la creatividad y la colaboración. El método describe los diversos grupos de operaciones que los teólogos han de realizar en el cumplimiento de sus diversas tareas [?]. En una teología contemporánea así concebida, consideramos ocho tareas diferentes: la investigación, la interpretación, la historia, la dialéctica, la explicación de los fundamentos, el establecimiento de las doctrinas, la sistematización, la comunicación» (Introducción). En definitiva, el «método teológico» propuesto busca que quien se acerque a la teología descubra la propia estructura dinámica que le ayude a acoger los conocimientos recibidos y le sirva para verificar su validez, pero siempre dentro de un verdadero marco creativo.
Este libro aspira a hacer inmediatamente comprensibles la riqueza y diversidad de los Libros que constituyen la Biblia ylos personajes y episodios que han marcado la cultura occidental, inspirando a escritores, filósofos, pintores, miniaturistas, maestros vidrieros, escultores, grabadores y directores de cine o televisión. Puesto que la distinción entre Occidente y Oriente varía según el contexto, hay que precisar que «Occidente» incluye aquí el conjunto de territorios cristianizados, en contraposición a otras grandes civilizaciones como la India, China o el mundo islámico. Algunos episodios bíblicos, como la liberación de la esclavitud en Egipto y la marcha hacia una Tierra ideal, han sublevado y dado impulso a multitudes humanas en distintos momentos de la historia. En cuanto a las figuras más destacadas, como Abraham, Moisés o Jesús, no han dejado de habitar y hacer vivir intensamente a miles de hombres y mujeres de todas las edades, condiciones y países.
José Antonio Marina comienza su más reciente obra con una dilucidación muy original sobre el concepto de cristianismo para luego explorar la corriente caudalosa de la experiencia cristiana. Los seguidores de Jesús de Nazaret tuvieron que enfrentarse con el mundo helenístico, y elegir entre una interpretación filosófica y una interpretación moral. De esas decisiones deriva parte de nuestra cultura. ¿Por qué investigar ahora este asunto? Marina responde: «Parece evidente que en una civilización cristiana como la nuestra saber a qué atenerse respecto del personaje al que constantemente se hace referencia es inevitable.» ¿Hay que decir un adiós respetuoso pero definitivo a Jesús? Y si no es así, ¿en concepto de qué le invitamos a quedarse? Este libro es, además, una teoría sobre la verdad. Las religiones se han convertido en un problema. Debemos exigirles que presenten sus cartas credenciales. ¿Qué son, de dónde vienen, de dónde sacan su pretendida fiabilidad? Marina distingue el dominio de las verdades universales ?la ciencia y la ética? del dominio de las verdades privadas, entre las cuales se encuentra la religión. No niega su veracidad, pero sostiene que cuando se enfrentan con verdades universales, deben cederles el paso.
La doctrina social de la iglesia no es, pues, una "tercera vía" entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente sino que tiene una categaría propia. No es
Las investigaciones sobre la religión acompañaron a Benjamin Constant (1767-1830) durante más de cuarenta años, a pesar de inevitables interrupciones, debidas a la existencia agitada del hombre político, del periodista y del pensador. Obra de una vida, aunque muy pronto caída en el olvido, De la religión combina la afirmación del sentimiento religioso como inherente a la especie humana con la indagación de su perfeccionamiento en las formas históricas del fetichismo, el politeísmo y el teísmo. Obra también de un activo y hábil opositor liberal, es un hito en la historia de la mirada crítica dirigida al fenómeno religioso y un texto indispensable para entender la formación de la antropología de las religiones.
Con el rigor y sistematicidad que le caracterizan, Hans Küng fundamenta en este libro por qué y cómo el cristianismo de convicciones críticas puede responder de su fe ante su propia razón y su entorno social. Y lo hace a través de una presentación de la totalidad del mensaje cristiano, trazada desde el trasfondo de las ideologías y religiones actuales. Practicando una teología verdaderamente ecuménica, Küng avanza hasta el núcleo de la fe cristiana. De este modo lo humano, lo religioso general y lo extraeclesial son, más que nunca, tomados en serio, pero de forma que lo específicamente cristiano emerge con la mayor nitidez, separando lo esencial de lo que no lo es.
He aquí el primer y único estudio exhaustivo de la filosofía de Maimónides realizado por el destacado pensador y erudito rabínico del siglo XX, rabí Joseph B. Soloveitchik. Basado en un conjunto completo de notas, tomadas por rabí Gerald (Yaakov) Homnick en las conferencias de Soloveitchik sobre la Guía de los perplejos de Maimónides en la Bernard Revel Graduate School, y editadas por Lawrence Kaplan, este trabajo constituye una gran contribución al conocimiento tanto de Maimónides como de Soloveitchik. En estas conferencias, Soloveitchik aparece como un gran comentarista de la Guía. En un amplio análisis, elocuente e incisivo, explora asuntos tan diversos en la filosofía de Maimónides como sus puntos de vista sobre la profecía, el conocimiento y el acercamiento a Dios: normativo, intelectual y místico; conocimiento divino; ética humana y excelencia moral; acto creativo divino; imitación de Dios, así como las paradojas sobre el amor y el temor de Dios. También lleva a cabo una extensa comparación de los puntos de vista filosóficos de Maimónides, por un lado, y Platón y Aristóteles, por el otro, en un itinerario intelectual entre Jerusalén y Atenas. En el transcurso de estas conferencias, donde también emprende un diálogo con la filosofía moderna, desarrolla una interpretación global muy profunda y desafiante del asunto central y crítico de la Guía: la relación entre la filosofía y la ley divina. Sin duda, uno de los acercamientos más penetrantes e idiosincrásicos al pensamiento y la obra de una de las figuras principales del judaísmo.
No deja de parecer una ironía que las llamadas historias generales o universales de la filosofía prescindan generalmente del pensamiento oriental y empiecen con Grecia. Pero independientemente del hecho de que la historia de la cultura no se reduce a la historia de la cultura occidental, sino que debe comprender también las otras grandes culturas, hay una razón poderosa para considerar pedagógica y vitalmente importante el estudio del pensamiento oriental, y muy en particular del antiguo. Karl Jaspers defendió su conocida tesis del «tiempo-eje», partiendo del dato, empíricamente constatable, de que hacia el año 500 antes de Cristo, o, por fijar un margen más amplio, entre los años 800 y 200 antes de nuestra era, tuvo lugar, tanto en Occidente como en Asia, un profundo proceso o fermento espiritual, en virtud del cual el hombre vivió por primera vez la situación límite de enfrentarse a fondo y reflexivamente consigo mismo y con el destino, preguntándose por el sentido del mundo y de la vida. En esa época se constituyen las categorías fundamentales con las cuales aún pensamos, y se inician las religiones mundiales de las que todavía viven los hombres. En todos los sentidos se pone el pie en lo universal. Como señala Jaspers, se trata de un fenómeno verdaderamente universal, transcultural y hasta pudiera decirse global, si no fuese porque no tiene su origen en la acción de los gobiernos o las multinacionales, ni en el mandato de ninguna sola Iglesia, sino en la desnuda palabra de unos cuantos individuos.
Excelente introducción al pensamiento de Paul Ricoeur, estas conferencias iluminan el tema mismo que es objeto privilegiado de su reflexión: el ser humano comprendido como ser capaz y, por tanto, responsable. Son indagaciones en torno a las relaciones complejas entre filosofía y religión que recrean un espacio de encuentro entre ambas. En este sentido, pretenden rehabilitar las fuentes bíblicas de lo pensable en temas como la acción, el compromiso o la justicia, en la medida en que, para Ricoeur, la experiencia filosófica supone una donación previa.
"Hay quien va por la vida viéndola, dejándose sorprender por la existencia". Esta obra es una aproximación laica a los fundamentos de la experiencia mística. Ayudándose de pensadores contemporáneos como Eugenio Trías, Marià Corbí o María Zambrano, la autora fundamenta el silencio de sí como peculiar vía de conocimiento y explora las formas en las que éste pueda favorecerse. Es una invitación a adentrarse en la lucidez asombrada como núcleo de una experiencia de vida plenamente humana. Mediante la relectura (y el redescubrimiento) de los maestros del camino interior -exploradores del conocimiento silencioso-, se pondrá en evidencia la práctica de un peculiar esfuerzo de desegocentración como medio de sutilización de las capacidades humanas. La exploración de La nube del no-saber, del Bhagavad Gîta, o de las obras de Maestro Eckhart, Rûmî, Al-Yîlî, Lanfranchi, Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Nisargadatta Maharaj o Yoka Daishi entre otros, nos acerca a unas lecciones de vida que, nacidas de la experiencia mística, dejarán al descubierto la aportación propia e insustituible de ese rico legado.