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¿Y si se pudiera decir algo distinto sobre Nietzsche? Algo que no fuera una voz ajena al pensamiento nietzcheano, sino la propia voz de Nietzsche, pero una voz más sutil, que nos susurrara al oído, como quien nos cuenta un secreto. Pero para oír algo distinto hay que saber escuchar de otra manera: atender al sonido de fondo, al matiz, al bajo continuo. La filosofía nietzscheana nos da la clave: hay que cambiar de perspectiva, colarse por la puerta trasera. ¿Y si esa puerta fuera la música? Abordar el pensamiento nietzscheano desde sus grandes conceptos-icono es una forma más bien poco nietzscheana de acercarse a su pensamiento. Algo así como tratar una obra ignorando el mensaje, la voz o la singularidad de su autor. El concepto de música atraviesa toda la filosofía de Nietzsche y podría ser la entrada a una forma distinta de escuchar y repensar la obra del filósofo alemán. Nietzsche recurre a la música para hacer referencia a la verdad, al devenir, al azar? Pero también es la música la que ilumina la genealogía del lenguaje, de la poesía, de la tragedia, así como da sentido y valor a la expresión simbólica, a la analogía, a la metáfora? ¿Por qué, entonces, no atender a la música que vertebra, subyace y persiste en todo el pensamiento nietzscheano? Y una sospecha: ¿y si para hacer oír la voz de Nietzsche, en todos sus tonos y modulaciones, fuera necesario dar cuenta del concepto de música?