Al fin, la teoría definitiva del paradigma akáshico: una perspectiva nueva y audaz que emerge a partir de descubrimientos en la física de vanguardia. El concepto de akasha abarca, y luego trasciende, los viejos esquemas de la religión y los paradigmas de la ciencia moderna. Se establece como un genuino paradigma de la unidad, capaz de integrar valores como la armonía o la verdad, y con profundas implicaciones para la sostenibilidad.
En este libro el punto de partida de la epistemología de Popper es el realismo del sentido común, realismo crítico por cuanto que afirma constantemente -en contra del mito del marco teórico- la necesidad de poner en tela de juicio el propio punto de partida. Sin embargo, el autor rechaza la teoría del conocimiento del sentido común que concibe el conocimiento como un proceso pasivo -teoría del cubo-, consistente en acumular los datos directamente recibidos a través de los sentidos, para situar en su lugar una concepción activa del conocer -teoría del reflector-, necesariamente ligada a expectativas previas; de modo análogo a como ocurre en el proceso de la evolución biológica. Tanto la evolución como el desarrollo del conocimiento exigen una es-tructura innata genéticamente a priori -aunque no válida a priori-, que suministra el material de partida que la selección natural o la crítica racional han de modificar para producir el siguiente estadio de desarrollo. Desde esta perspectiva, se lleva a cabo la crítica del inductivismo, poniendo en tela de juicio el carácter definitivo de toda pretensión de conocer, abogando por una crítica continua y sin fronteras de todas sus instancias, que no son más que conjeturas provisionales.
En nuestras cabezas se esconde un dispositivo mucho más extraordinario y eficiente que cualquier procesador de última generación: nuestro cerebro. Este fascinante libro indaga sobre cómo el cerebro, al mismo tiempo que asume las rutinas y tareas cotidianas, crea nuestro mundo mental y tiene un papel trascendental en nuestras relaciones, pues nos permite compartir nuestra vida interior con las personas de nuestro entorno. Descubriendo el poder de la mente nos introduce de una manera clara y divulgativa en los experimentos punteros que demuestran que el cerebro crea nuestro mundo mental. Sirviéndose de los más innovadores trabajos con imágenes cerebrales, experimentos psicológicos y el estudio de casos reales, Chris Frith, uno de los más reconocidos neurocientíficos actuales, nos descubre una visión completamente nueva de nuestro cerebro. ?Chris Frith es bien conocido por su claridad al exponer temas psicológicos complejos, como la inteligencia social o las mentes de personas con autismo y esquizofrenia. Y es precisamente estos temas, junto con la compresión sobre cómo percibimos, actuamos, elegimos, recordamos y sentimos, en los que están apareciendo novedades portentosas gracias a las nuevas técnicas que permiten obtener imágenes cerebrales. En este libro el autor nos habla de todo ello de la manera más atractiva y accesible?, Oliver Sacks ?Un fascinante recorrido por la esquiva conexión entre mente y cerebro, escrito por un pionero en la materia. La evidente pasión del autor brilla en cada una de las páginas?, V.S. Ramachandran. ?Este magnífico libro describe cómo recreamos en nuestro cerebro la representación del mundo exterior. Claro y hermoso, este libro apasionará a quienes quieren entender cómo el cerebro desata los fenómenos mentales de nuestras vidas. Una lectura imprescindible?, Eric R. Kandel. ?En este arrebatador libro, Chris Frith muestra que la ciencia puede finalmente explicar cómo y porqué percibimos el mundo como lo hacemos. El lector interesado en la naturaleza humana encontrará el libro apasionante?, New Scientist ?Repleto de información y genial?, Nature. ?Un libro excelente, de fácil lectura y muy estimulante?, R.L. Gregory. ?Importante y sorprendente. Nunca volveremos a ver igual el cerebro?, Lewis Wolpert
La autora del clásico La máquina de los memes, Susan Blackmore, ha entrevistado a personalidades de la ciencia y la filosofía que abarcan las áreas de la neurociencia, la ciencia cognitiva, la filosofía de la mente, los mecanismos neuronales, la neuropsicología, el dolor, el sueño, la conciencia y la mecánica quántica, la inteligencia artificial o la neurofilosofía. Los entrevistados son: Bernard Baars ? Ned Block ? David Chalmers ? Pat Churchland ? Paul Churchland ? Francis Crick ? Dan Dennet ? Susan Greenfield ? Richard Gregory ? Stuart Hammeroff ? Vilanayur Ramachandran ? Christof Koch ? Stephen LaBerge ? Thomas Metzinger ? Roger Penrose ? Kevin O?Regan ? John Searle ? Petra Stoerig ? Francisco Varela ? Max Velmans ? Dan Wegner. Susan Blackmore entabla conversación con veintiún destacados científicos y filósofos para averiguar qué piensan realmente acerca de la mente, el cerebro y la conciencia. Conversaciones sobre la conciencia es una introducción elocuente, amena y accesible a lo que algunas de las mentes más brillantes del mundo piensan de los problemas más profundos de la existencia humana.
¿Por qué soñamos? ¿Hay diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer? ¿Es verdad que usamos sólo un 10 por ciento de nuestra capacidad mental? ¿Son los zurdos más inteligentes que los diestros? ¿Qué es el sexto sentido? Aunque todavía quede mucho por saber, en los últimos años la neurociencia ha experimentado grandes avances que nos ayudan a comprender cada vez más cómo se producen las distintas funciones y conexiones dentro de nuestra cabeza.
¿Qué es la moralidad? ¿De dónde procede? Y ¿Por qué la mayor parte de nosotros la tiene en mente la mayor parte del tiempo? En El cerebro moral, Patricia Churchland, pionera de la neurofilosofía, sostiene que la moralidad se origina en la biología del cerebro. Describe la ?plataforma neurológica de la vinculación emocional? que, modificada por las presiones evolutivas y los valores culturales, ha desembocado en los diversos estilos humanos de la conducta moral. El resultado es una provocativa genealogía de la moral que nos induce a reevaluar la prioridad que concedemos a la religión, a las normas absolutas, y a la razón pura como base de la moralidad. Según Churchland, los valores morales están arraigados en la conducta habitual de todos los mamíferos, lo cual se manifiesta en el cuidado a la prole. La estructura evolucionada del cerebro, así como los procesos y la química del cerebro hacen que los humanos no sólo se preocupen por su propia supervivencia, sino por el bienestar de las personas que le rodean: primero sus descendientes, después sus parejas, su familia, etc., en círculos de ?cuidado? cada vez más amplios. La separación y la exclusión causan dolor, y la compañía de las personas amadas placer. Así, respondiendo a los sentimientos de dolor y placer social, los cerebros ajustan sus circuitos a las costumbres locales. Así, el cuidado hacia los demás se gesta, se moldea conscientemente y se inculcan los valores morales. Un elemento esencial de todo ello es la oxitocina, una antigua molécula cerebral y corporal que disminuye la respuesta del estrés y permite que los humanos desarrollen la confianza entre unos y otros, una confianza necesaria para el desarrollo de los vínculos familiares, las instituciones sociales y la moralidad. Con esta descripción de los procesos que nos hacen seres morales, El cerebro moral nos permite reconsiderar los orígenes y la función de uno de los principales valores sociales.
Del mismo modo que cada uno de nosotros tiene una huella dactilar única, también cadapersona posee una forma personal y exclusiva de sentir y reaccionar a cuanto le ocurre, unperfil emocional individualizado que forma parte de lo que somos y nos diferencia de los demás. Un perfil constituido por el modo en que nos enfrentamos a la adversidad, la actitud frente a la que encaramos la vida, la intuición social, la autoconciencia, la sensibilidad al contexto y la atención hacia lo que realizamos. Un perfi l que nos hace quienes somos.Cuando sufres un revés, ¿eres capaz de superarlo con naturalidad? Si las cosas no salen como quieres, ¿mantienes pese a ello la energía y el optimismo? ¿Sabes interpretar el lenguaje noverbal de las personas que te rodean? ¿Eres consciente de por qué actúas de la manera en que lo haces en cada momento? ¿Te comportas en general como se espera que lo hagas? ¿Te concentras con facilidad o te resulta difícil mantener la atención? En la respuesta a esas preguntas están los ingredientes del perfi l emocional de nuestro cerebro.Richard J. Davidson pone de manifiesto en este libro, único en su género, la química cerebralque hay tras cada una de las dimensiones que constituyen el estilo emocional y analiza la forma en que cada una de ellas influye en la salud del ser humano. Propone, además,ejercicios basados en la meditación que pueden ayudarnos a transformar aquellos patrones del cerebro que perjudican nuestro desarrollo como personas, lo que convierte este libro en una auténtica guía para fortalecer la empatía, el optimismo y la sensación de bienestar.
En nada ha invertido tanto la naturaleza humana como en comunicación. Desde el momento en que la diferenciación sexual obligó a los homínidos a relacionarse entre ellos para perpetuar la especie, la biología humana ha evolucionado a marchas forzadas para hacer esa relación más productiva, más plena y más eficiente. Resultado: las innovaciones de más éxito a lo largo de la evolución siempre han ido asociadas a grandes ventajas comunicativas. Así, nuestra necesidad ineludible de agradar a los demás ha dejado rastros en nuestro cuerpo en forma de postura erguida, labios sobresalientes y facciones armoniosas, y también en nuestra mente, al hacer surgir emociones como el amor, imprescindible para unir a dos personas en la crianza de una prole que necesita más atención, y durante más tiempo, que la del resto de animales. Con todo, el producto más espectacular de nuestras ansias comunicativas es, sin duda, el lenguaje, una invención excepcional que permitió a los humanos procesar lo que ocurría en su entorno de una manera mucho más eficaz que hasta entonces, al hacer más fácil obtener información, guardarla en la memoria, recuperarla, recombinarla e incluso manipularla para engañar a los demás. Y, sin embargo, el lenguaje es mucho más que un medio de transporte de información cotidiana: al adquirir la capacidad de hablar y entender lo hablado, conformamos nuestra cognición y adquirimos los conocimientos atesorados durante generaciones, los que nos ayudaron a adaptarnos al medio y perpetuarnos como especie. Los que nos permitieron, en suma, sobrevivir.
¿Es razonable ser hoy científico y cristiano? ¿Se puede ser científico y no manifestar una profunda admiración ante el orden de la creación? En estas líneas el lector podrá encontrar planteadas las cuestiones más candentes de las relaciones entre ciencia y fe, presentadas y desarrolladas por profesores de Universidad especialistas en el campo que tratan. Todos ellos científicos, que conjugan con habilidad la Ciencia que aman y la Fe que profesan.
Ya han pasado más de treinta años desde la publicación de La estructura de las revoluciones científicas, de T. S. Kuhn. Fue y sigue siendo una obra fundamental para la historiografía de la ciencia. Pero, además, fue la que causó mayor impacto en la filosofía de la ciencia vigente entonces. Desde 1962 hasta hoy, Kuhn ha conseguido mantener el interés de sus críticos y de sus renovados enfoques. Lo cual pone de manifiesto dos cosas. La primera es la centralidad de las cuestiones que propone, incluso para sus oponentes y cualquiera que sea la perspectiva que éstos usen. La segunda, que supuestos esenciales que, al margen de otros personales, subyacían al rechazo de Popper en 1965 a la propuesta de Kuhn respecto al tipo de investigación a desarrollar, siguen condicionando el diálogo en la filosofía de la ciencia. A lo largo de esta dilatada polémica, Kuhn parece haber ido transformando lo que se presentaba como problemas distintos en distintos aspectos de una mismo problema. Mientras que previamente nos hablaba de proyectos de sociología de un progresivo desplazamiento hacia cuestiones centradas en el lenguaje. Los artículos que aquí presentamos constituyen una muestra de ello y el estadio más reciente de su evolución. La introducción ha corrido a cargo de Antonio Beltrán, profesor titular de Historia de la Ciencia en la Universidad de Barcelona
Todo aquel que desde su disciplina y práctica específicas se pregunta cómo se construye la experiencia humana, está contribuyendo, en sus respuestas posibles, a su construcción. En este preguntarse está implicado un nivel de reflexión que comparten todos los contribuyentes a este volumen y que, por cierto, está implícito tanto en el constructivismo como en el construccionismo social, así como también en las posturas teóricas conexas que aquí se presentan. En tiempos en los que la diferencia entre prácticas reflexivas y no reflexivas se hace cada vez más pertinente, este texto no pretende una simplificación de conceptos, sino una invitación a acercarse a una práctica compleja de todas las disciplinas y tareas en las que tiene impacto: desde la biología hasta la educación, desde la investigación en ciencias sociales hasta el diseño, desde la psicoterapia hasta los estudios culturales, desde la sociología hasta la crítica literaria, desde la psicología evolutiva hasta la filosofía de la ciencia y la epistemología en un sentido amplio. (De la Introducción de Marcelo Pakman) Ernst von Glaserfeld, presenta una visión del constructivismo radical en el contexto de la historia de las ideas, Humberto Maturana ofrece una reflexión extensa sobre la experiencia humana desde la biología, Kenneth Gergen define el surgimiento del construccionismo social en el marco del pensamiento crítico contemporáneo, Donald Schön propone una original versión de una nueva epistemología de las prácticas reflexivas, John Shotter analiza desde el construccionismo social el papel del lenguaje y la «acción conjunta» en la construcción de la identidad, Frederick Steiner elabora desde la tradición cibernética una visión ecológica de la comunicación familiar y Jane Jorgenson muestra el potencial de una posición reflexiva para la captación de autodefiniciones de miembros de familias en el trabajo terapéutico.
En la línea de anteriores volúmenes colectivos de la colección Metatemas, éste recoge la discusión entre varios científicos y filósofos españoles y extranjeros en torno a un tema de capital importancia, no sólo para el restringido territorio de la ciencia, sino para todos los ámbitos del saber humano: ¿existe el progreso? ¿Puede detectarse un mejoramiento paulatino, resultado inevitable de la propia dinámica de la historia? ¿Puede demostrarse la direccionalidad en los procesos evolutivos? O, a estas alturas del final del milenio, ¿conviene dejarse de ingenuidades y reconocer cuánto de azaroso y frágil tienen los aparentes avances en la evolución? ¿No será entonces el progreso un espejismo, fruto de una concepción ideológica etnocéntrica que nos resulta muy grata? Como bien dice Jorge Wagensberg, director de esta colección y uno de los que con mayor entusiasmo promovió ese encuentro, nadie puede negar que entre una bacteria y William Shakespeare ha pasado algo. En torno a estas cuestiones candentes, y con la intención de aclarar cuánto hay de mito y cuánto hay de ciencia en la propia evolución, tuvo lugar el 20 y 21 de octubre de 1995 el encuentro sobre evolución y progreso, cuyos debates aparecen ahora en forma de libro, organizado por el Instituto Paleontológico Dr. M. Crusafont y el Museo de la Ciencia de la Fundació ?la Caixa? de Barcelona. Aportaron sus argumentos al debate Brian Goodwin (profesor de biología de la Open University Milton Keynes del Reino Unido y autor de Las manchas del leopardo, [Metatemas 51] y Pere Alberch (director del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid) desde el punto de vista de la biología del desarrollo; Ramón Margalef (del Departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona) desde el campo de la ecología; Jorge Wagensberg (director del Museo de la Ciencia de Barcelona) desde el campo de la termodinámica; Michael Ruse (del Departamento de Filosofía de la Universidad de Guelph, Ontario, Canadá, y autor de una copiosa bibliografía) y David Hull (profesor del Departamento de Filosofía de la Northwestern University, Illinois, Estados Unidos, y autor, entre otras obras, de The Metaphysics of Evolution) desde el punto de vista de la filosofía y de la historia de la biología; y, finalmente, Michael McKinney (del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Tennessee, Knoxville, Estados Unidos) y Jordi Agustí (director del Instituto Paleontológico Dr. M. Crusafont de la Diputación de Barcelona) desde la paleontología.
Macedonio Fernández, Macedonio para los amigos. ¿Quién es Macedonio ? Algunos quizá creyeron que había sido una creación de Jorge Luis Borges, aunque otros habían leído ya en aquel papel encontrado entre Papeles : «Yo nací en Buenos Aires en 1874. No fue en ese preciso momento, claro, sino cuando J.L.Borges resolvió «citarme» y lo hizo con tan pocas reservas en su elogio que a causa del riesgo terrible al que se exponía con tanta vehemencia yo aparecía, incluso, como el autor de todo lo bueno que él había escrito. En realidad, mi talento es el resultado de la usurpación de su obra y de una confusión con ella». Así pues, Macedonio, «metido el cráneo dentro de un gorro de lana, cubierto por un poncho de vicuña bajo el cual asomaban los bordes de dos o tres sweaters de lana», que «actuaba a la distancia e influía sin hacer acto de presencia, marcó el rumbo de toda una generación intelectual arquetina» y fue «un puro contemplativo que a veces condescendía a escribir y muy contadas a publicar».