Los libros de la colección ?The Didache Series?, en el que se encuadra esta obra, es presentar de un modo completo y accesible los principios básicos de la Iglesia Católica sobre la Fe, la Escritura, la Moral y los Sacramentos. Tienen como fuentes: la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica, las vidas de los santos, los Padres de la Iglesia, el Directorio General de Catequesis y las enseñanzas del Vaticano II. Sobre este libro ha dicho Mons. Charles J. Chaput, Arzobispo de Denver y prologuista de la obra: Scott Hahn ha estudiado el trabajo llevado a cabo por las muchas generaciones de cristianos y judíos, para después reunir lo mejor de su análisis y poder ayudar al lector de este libro en su propia lectura de la Biblia. Comprender la Escrituras es una guía muy útil, en la que Scott Hahn ha realizado un espléndido trabajo para alimentar a sus lectores con la Palabra de Dios. Esta magnífica obra, con una óptima relación calidad precio en Edibesa, presenta en 30 capítulos los interrogantes que se puede plantear cualquier lector ante la Biblia y las respuestas científicas y exegéticas apropiadas, ofrecidas de forma sintética y accesible al lector no especializado. El libro está ilustrado con imágenes de calidad del arte y cuadros sintéticos y esquemas visualmente muy atractivos . La obra está planteada como un curso sistemático y completo sobre Biblia. Cada capítulo se complementa con lecturas suplementarias, vocabulario, preguntas para el estudio, ejercicios y aportaciones doctrinales del Catecismo de la Iglesia sobre los temas tratados.
La escena del lavatorio de los pies, narrada en Jn 13,1-20, y el pasaje de 1Cor 11,17-34, donde san Pablo hace frente a ciertos abusos de las asambleas eucarísticas, suscitan enormes controversias a causa de su difícil y oscuro griego. No es fácil, ciertamente, averiguar qué sucedía en la Iglesia de Corinto y cuál es el secreto que encierra el gesto sorprendente de Jesús al lavar los pies de los discípulos. El estudio de los problemas filológicos y literarios de ambos pasajes, objeto del presente libro, parte del presupuesto que sustenta los trabajos de esta colección: el griego que tenemos ante nuestros ojos es, en ocasiones, el resultado de una mala lectura y traducción de un original arameo que, una vez reconstruido, ilumina las dificultades lingüísticas y saca a la luz aspectos ocultos de la vida de Jesús y de la Iglesia naciente. Utilizando un símil de la arqueología, podemos decir que este libro pretende excavar, gracias a los indicios de un griego poco inteligible que aparece en la superficie, el terreno de la transmisión literaria hasta llegar a estratos más inferiores en los que la lengua aramea ha conservado, muy celosamente, el misterio que acompaña a la persona de Jesús, y al gran sacramento de su presencia viva en medio de los hombres, que es la Eucaristía. La «Cena del Señor», ciertamente, está en el centro de ambos pasajes aquí estudiados, de forma que el estudio filológico de las dificultades no sólo ayuda a comprender mejor el griego en el que nos ha llegado la revelación del Nuevo Testamento, sino que propicia una mayor inteligencia de los gestos y palabras de Cristo en la Última Cena y de las glosas de san Pablo a su querida comunidad de Corinto, que tuvo la dicha de ser la destinataria de la tradición eucarística que el Apóstol había recibido del Señor.
En el relato de la pasión de Jesús según san Juan hay escenas famosas por sus cuestiones disputadas. Los estudiosos discuten sobre los enigmas de sintaxis o sentido y, en no pocos casos, sobre la historicidad de lo narrado, puesto que contrasta con datos que conocemos por otras fuentes o está en abierta contradicción con lo que afirman los evangelios sinópticos. ¿Intervinieron los romanos en el prendimiento de Jesús? ¿Qué papel tuvo Anás en el proceso? ¿Existía una amnistía romana para un preso con ocasión de la Pascua? ¿Sentó Pilato a jesús en su propio tribunal? El mayor enigma, por lo que respecta a la cronología de la Pasión, es el del día de su muerte: ¿Fue el 14 o el 15 de Nisán? Éstas y otras extrañezas han llevado a muchos estudiosos a dudar de la verdad histórica de ciertos datos que aparecen en el relato de Juan sobre la pasión. Se achaca al evangelista privilegiar su visión teológica por encima de la historia misma de los acontecimientos. El estudio de estas escenas, a partir de las dificultades lingüísticas, muestra todo lo contrario: Juan es fiel a la historia y tiene de ella un conocimiento más preciso de lo que se supone a menudo. Resueltas las dificultades, el texto es de una extraordinaria claridad y permite, como si fuéramos llevados de la mano por un testigo ocular de los hechos, adentrarnos en la historia de la Pasión con la emoción de quien participa del testimonio fidedigno de alguien que siguió muy de carca a Jesús desde el Cenáculo a Getsemaní, y desde allí al palacio de Pilato y al de los sumos sacerdotes; de alguien que fue testigo del juicio ante el Procurador y vio cómo Jesús fue atravesado por una lanza después de morir.
El comentario al al método propio de la exégesis medieval, el Doctor Angélico recurre abundantemente a los Padres de la Iglesia, explica la Sagrada Escritura mediante otros textos de la misma Escritura y utiliza los cuatro sentidos de la Palabra: literal, alegórico, moral y anagógicoEvangelio según San Juan es una obra de madurez de Santo Tomás de Aquino. Tal vez por eso es el más completo de sus comentarios bíblicos. Fiel. A diferencia de sus obras sistemáticas, en este comentario el Aquinate despliega una teología de la Palabra de Dios más desarrollada y explicada. Sin embargo Santo Tomás descubre en el Evangelio de San Juan un orden temático semejante al que utilizará en la articulación de la Suma de Teología: Dios, la Creación, la Encarnación redentora y los Sacramentos de la Humanidad de Cristo.
Esta obra lleva a cabo un análisis diacrónico de los resultados de casi dos siglos de método histórico-crítico en dos campos: la investigación sobre las fuentes del Pentateuco (primer capítulo) y el estudio de la figura del profeta (segundo capítulo). El resultado desvela los presupuestos filosóficos y culturales que han determinado el devenir de la exégesis y sus hipótesis más notables, mostrando el mundo de prejuicios que, con frecuencia, condiciona la exégesis llamada «científica». El tercer capítulo, en positivo, afronta las dimensiones características de la interpretación católica del Antiguo Testamento, buscando reconducir a la unidad las dos dimensiones básicas del método exegético: la histórica y la teológica. Superar el hiato entre exégesis «científica» y teología «creyente» es uno de los grandes retos que desde hace mucho tiempo tiene planteado el intellectus fidei. Este dualismo no se supera con llamadas a la devoción o con generosos intentos de añadir comentarios piadosos a una exégesis en cuyo método no ha entrado, desde el principio, la fe.
Como ocurre con frecuencia en las cartas de san Pablo, en el capítulo quince de 1Corintios más de la mitad de los versículos contienen un griego oscuro, muy oscuro incluso, o ininteligible en cuanto al sentido, aunque traducible en cuanto a la letra. El subtítulo de este libro, Las luminosas oscuridades de 1Cor 15, quiere decir que el autor no se va a ocupar de los versículos en que el griego es claro, y por tanto para conocer debidamente lo que el Apóstol dice basta leer una buena traducción moderna o un comentario sencillo. Su trabajo, su afanosa búsqueda filológica se dedicarán exclusivamente a esos versículos oscuros o incomprensibles. Y el resultado de la investigación en cada uno de los capítulos, dedicados a lotes concretos de versículos, es siempre fascinante: ciertamente se trata de luminosas claridades del texto arameo que habían sido sepultadas en la oscruidad por los escombros de la mala traducción. Y como verá el lector, son precisamente las oscuridades o estridencias del griego las que sirven de punto de partida al autor para remontarse al original semítico. Merece viva gratitud el autor por haber trabajado durante varios años en arrojar luz sobre este bello capítulo de una de las más importantes cartas del Apóstol, en el cual tenemos verdaderamente la catequesis más consoladora de san Pablo.
Se ha dicho de la carta a los Hebreos que es uno de los escritos más revolucionarios del Nuevo Testamento. Su autor se atreve a presentar a Jesús, frente a toda apariencia en contra, como el Sumo Sacerdote definitivo de los bienes eternos. Inspirándose en el ambiente cultual judío de su época, pretende mostrar que Jesús de Nazaret, el Hijo preexistente de Dios, ha establecido un culto nuevo del que Él es, al mismo tiempo, el Sumo Sacerdote de la nueva alianza. Esta forma de predicar a Jesús -Hebreos es un escrito parenético, una 'palabra de exhortación' sobre Jesús- busca desvelar toda la riqueza escondida en su persona, que no aparece a primera vista. Para ello, el autor, que bebe en las fuentes de la primitiva tradición cristiana, 'traduce' los datos más significativos del misterio de Cristo en nuevas categorías teológicas; y muestra así que entre el Jesús del que hablan los evangelios y el Jesús Sumo Sacerdote que él predica no existe ruptura sino plena identidad. La habilidad y él arte con que este predicador se acerca a los misterios más dramáticos de la vida de Jesús -la agonía de Getsemaní, los padecimientos de su muerte, la participación en la vida y en el destino dé los hombres- hacen de su escrito una originalísima presentación de la persona y obra de Jesús, dirigida a provocar la adhesión a Él y a mantenerse firmes en la confesión de la fe verdadera.
El evangelio de Marcos es el primer retrato de Jesús de Nazaret, pero no retrato de un Jesús puramente histórico, sino de un Jesús a la vez de la historia y de la fe, contemplado y proclamado Mesías e Hijo de Dios. Marcos no quiso ser exhaustivo en contar todo lo que hizo y dijo Jesús, ni se afanó por presentar los acontecimientos en una secuencia cronológica rigurosa. Marcos nos entregó la historia de Jesús, contándonos lo más significativo de su vida desde su bautismo en el Jordán hasta su resurrección.
El Nuevo Testamento es testimonio y anuncio de un hecho sucedido durante el siglo primero de nuestra era en la tierra habitada por el pueblo de Israel. Algunos judíos vieron cumplidas las profecías del Antiguo Testamento en este acontecimiento y lo anunciaron a todos los hombres. Con este fin escribieron esos libros recogidos en el canon neotestamentario. Durante muchos años, sin embargo, la exégesis moderna ha leído dichos libros con escepticismo, negando su veracidad y fiabilidad histórica; sobre todo por lo que se refiere al contenido de los relatos evangélicos. Para ello, los estudiosos se han apoyado en las contradicciones existentes entre los evangelistas o las incoherencias y afirmaciones incomprensibles que contienen estos escritos; además de subrayar que contienen sucesos inexplicables para una mentalidad racionalista. Mariano Herranz Marco intentó resolver estas dificultades apelando al origen semítico de la tradición evangélica. A su entender, el origen palestinense de estos escritos es decisivo para mostrar su valor histórico. Las contribuciones de este libro, dedicado a su memoria, muestran el carácter judeo-palestinense de estos libros y su transfondo semítico, al mismo tiempo que su fiabilidad histórica.
He aquí trece obras literarias surgidas del judaísmo entre el siglo III o II a. C. y el II d. C. No se conservaron en la Biblia judía, pero son como el mantillo del Nuevo Testamento. Hablan de (o hacen hablar a) Adán y Eva, Henoc, Abrahán, Moisés, etc., figuras ilustres de los tiempos fundacionales mencionados en el Pentateuco. Demasiado ignorados por el gran público, estos numerosos escritos se nos ofrecen como firmes caminos de acceso tanto a la literatura del judaísmo antiguo como a la cultura escrita de las Iglesias cristianas, desde la Antigüedad hasta la Edad Media, y desde Oriente a Occidente.
Traducir de una lengua a otra es sumamente difícil. Si la lengua emisora es el hebreo y la receptora el español, lo difícil se torna complejo. Es el caso de los Salmos y del Cantar de los cantares. El hebreo y el español ni siquiera pertenecen a la misma familia lingüística. Ambos libros acumulan tantas dificultades que, para traducirlos de forma inteligible, era frecuente recurrir a las conjeturas. Se traicionaba así el texto emisor y se descuidaba la búsqueda de la Hebraica Veritas, en expresión de san Jerónimo. Ser fiel al texto hebreo; respetar el texto consonántico; preguntar a lenguas afines al hebreo (como el ugarítico, el fenicio o el eblaíta); interrogar a los diccionarios, comentaristas y traductores actuales, son deberes de quien busca la Hebraica Ventas. Mientras inquiere, se pregunta: ¿qué dice el texto?; y ¿cómo lo diré en mi lengua? El lector del presente libro tiene ante sí una traducción dinámica de los Salmos y del Cantar. La pregunta por la Hebraica Ventas, junto con el recurso a los medios mencionados, es constante a lo largo del texto.
En un tiempo en que los límites de lo realizable se hacen cada vez más claros, muchas personas se preguntan por las raíces de la existencia. Las preguntas por el origen y el fundamento de la vida están pasando de nuevo a ocupar más el centro de la reflexión. Romano Guardini intentó señalar una respuesta a esas preguntas en un texto clásico y siempre actual que ofrece orientación a los que buscan tanto en las preguntas como en la oración. En "El comienzo de todas las cosas", el autor conduce a los lectores a los tres primeros capítulos del Génesis, en una doctrina de la existencia que da respuesta a los que preguntan con fe acerca de cómo pueden entenderse a sí mismos y entender el enigma de su camino. Romano Guardini, nacido en 1885 y fallecido en 1968, fue docente en las universidades de Bonn, Berlín, Tubinga y Múnich, donde ocupó la cátedra de Cosmovisión cristiana y filosofía de la religión. De inspiración agustiniana, su teología, que explora amplios espacios de la cultura, es más una evocación de la vida de fe que una sistematización dogmática. Desde hace unos años su pensamiento ha vuelto a cobrar vigencia, pues se trata de un autor que supera las barreras de espacio y tiempo.
Este libro está dedicado exclusivamente a dichos de Jesús, la mayor parte de ellos breves. Se trata de palabras de Jesús que desde muy antiguo han creado dificultad a escrituristas y teólogos. En un caso concreto, el texto estudiado constituyó uno de los principales puntos de apoyo de los arrianos para negar la divinidad de Jesucristo. Los restantes han sido utilizados por los estudiosos especialmente desde la segunda mitad del siglo XVIII para afirmar que Jesús esperaba un fin del mundo cercano. Y como han pasado ya los siglos y este fin del mundo no ha tenido lugar, son muchos los que creen se impone la conclusión de que Jesús se equivocó. Y esta postura está sostenida por muchos todavía hoy. Los autores del libro establecen en cada capítulo una neta distinción entre lo que es exégesis del griego y lo que decía el original arameo que por mala traducción dio origen a ese extraño griego. Como preparación a la lectura de los seis capítulos del libro, los autores han tenido el buen acuerdo de anteponer una Introducción a la lectura y estudio de los evangelios. En ella, presentan tres casos breves de griego extraño, resistente por ejemplo a ser considerado como parte de un relato histórico, pero en los que la reconstrucción del original arameo elimina estas estridencias y saca a la luz datos que pueden muy bien considerarse como reseña de historia vivida.