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El interés por la religión vuelve en este fin de siglo e inicio del milenio. Retorna en forma amenazadora a través de las versiones fundamentalistas o neotradicionales, pero vuelve también el interés por lo religioso en el pensamiento. La filosofía reconoce que para pensar a fondo la modernidad y sus insuficiencias y contradicciones tiene que pensar la religión. La religión es un elemento fundamental para pensar la racionalidad ilustrada.
El filósofo y escritor Feliciano Mayorga se atreve a proponer en este ensayo, de un modo directo y comprensible, que todo aquello que llamaos bueno, tanto en las personas como en las instituciones, procede de una raíz común a la que denomina provocadoramente fórmula del bien, y que puede ser expresada en tan solo doce palabras. La audacia de este planteamiento ha sido resaltada por el prestigioso filósofo Javier Muguerza Carpintier, quien dice textualmente: «El autor de El mito de la colmena, que festeja el hallazgo de una fórmula del bien, plantea un reto tan desmesurado en términos éticos como el que Arquímedes, a propósito de la palanca, planteó en términos físicos: Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo; nadie, joven o maduro, debería regatear a nuestro autor dicho apoyo, en la seguridad de que no dejará de conmover a quien le lea». La claridad, estilo directo y sentido de humor que impregna el texto lo han convertido en lectura obligada para muchos jóvenes de nuestro país. El mito de la colmena está prologodo por el filósofo Augusto Klappenbach e ilustrado por Miguel Angulo.
La ética pública es una parte, como es sabido, de la ética general o común de las personas desde el principio de la humanidad y se diferencia de la moral y del derecho, aunque es complementaria y deudora de las aportaciones de estos. La democracia y el buen gobierno necesitan el apoyo y las directrices de unos valores, y entre ellos está sin duda la ética pública. La ética es, ante todo, una comunicación personal del deber ser, que implica unas decisiones y unos comportamientos conforme a los principios y valores de la misma. Sin perjuicio de esa dimensión personal apoyada y motivada por la socialización en esa materia; indiscutiblemente la formación y los códigos de conducta elaborados y aprobados, coadyuvan notable y eficazmente en su puesta en práctica. En el ámbito público la ética pública tendrá su propia especificidad y unas características propias, y afectará fundamentalmente a la clase política, a los profesionales del sector público y a los ciudadanos. Esta publicación va dirigida y dedicada a todos aquellas instituciones y personas interesadas desde distintas posiciones, actitudes, e intereses, en una acción pública no sólo eficaz y eficiente, sino también digna y de valores públicos democráticos. Es pues una obra para la reflexión y para la acción posterior, coherente con ella.
Desde 1991 en la lista semanal de libros más vendidos del Publishers Weekly (y a menudo encabezándola), este indiscutible best-seller se merecía una puesta al día, y eso es lo que ha hecho su autor con esta nueva edición: la estructura general no cambia -hubiera resultado absurdo, dado su alto grado de efectividad-, sólo se amplía, se extiende hacia nuevos temas y detalles que el lector sin duda agradecerá. El punto de partida general, pues, sigue siendo el mismo: el hecho ineludible de que casi todo el mundo intuye que su comportamiento en la empresa podría mejorar en muchos aspectos, pero pocos saben cómo conseguirlo. A partir de ahí, Stephen Covey, el llamado Sócrates americano, no da consejos paternalistas ni se dedica a sermonear sin ton ni son. Su método es claro, certero y eficiente: casi un cursillo dividido en siete etapas que el lector deberá asimilar y poner en práctica por su propia cuenta, adaptándolas a su personalidad y aplicándolas libremente en todos los ámbitos de la vida empresarial. Para ello, el autor se sirve de anécdotas penetrantes y significativas destinadas a hacernos reflexionar sobre cada uno de nuestros actos y sobre el modo de acceder al cambio, a la verdadera efectividad: desde la visión personal hasta la autorrenovación equilibrada, pasando por el liderazgo personal, la administración personal, el liderazgo interpersonal, la comunicación empática y la cooperación creativa. Teniendo en cuenta todo esto, y a través del desarrollo de ciertos conceptos, el lector acaba comprendiendo que todo lo que hagamos deberá estar de acuerdo con lo que realmente veamos. Es decir que, si queremos cambiar la situación, deberemos cambiarnos a nosotros mismos con eficacia, en primer término tendremos que cambiar nuestras percepciones. El resultado es la construcción de una autoconfianza a prueba de bomba a través del desarrollo del propio carácter, de la integridad, la honestidad y la dignidad humana necesarias para transformar nuestro universo laboral en algo auténtico e intransferible.