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Dotar a los padres de las herramientas y habilidades adecuadas para incorporar un talante preventivo al estilo con el que acomenten la educación de sus hijos, es el propósito básico de esta publicación.
Las relaciones del derecho con la moral y la política en el mundo de hoy fueron el tema de este importante coloquio. Las ponencias centrales de Habermas, Guariglia, Miró Quesada, Tugendhat y Rabossi, se completaron con importantes comentarios de Sobrevilla, Silva-Santisteban, Fernando Salmerón, Gómez Lobo, Carlos Pereda y Javier Sasso. Especial mención merece el extenso ensayo de Habermas sobre legitimidad y legitimación, criticando las ideas de Weber y sobre todo de Luhman, y el profundo comentario de David Sobrevilla, compilador del volumen.
Llevamos más de dos décadas sumidos en procesos sociales y políticos que se han dado en llamar «Globalización». Sobre esos procesos se ha pensado en términos sociológicos, económicos, políticos y hasta narrativos. Aquí ensayamos una mirada desde la ética y sus claves sobre algunos de los rasgos, de los efectos, de las motivaciones, de la configuración del mundo global. Partiendo de la pertinencia y hasta de la necesidad de una reflexión ética, nos adentramos en algunas espesuras: los derechos humanos (y alguno de sus problemas) y su papel en la configuración social y política de nuestras sociedades, ciertas derivadas políticas de la crisis económica que nos ha marcado estos últimos años, y algunas ideas que conviene no perder de vista, como alteridad, posibilidad o esperanza.
Conocido es de todos que San Agustín fue uno de los padres de la Iglesia, que sus escritos determinaron la conformación del cristianismo según lo conocemos, que su platonismo fue severamente criticado por Nietzsche Sin embargo, además de todo eso, San Agustín fue niño, y adolescente, y joven, y en ese periodo de su vida cometió muchos errores y actuó indecorosa e inconscientemente. El santo nos cuenta en su autobiografía cómo fueron esos años turbulentos, sobre qué discurría su pensamiento y qué deseaba su carne. Su narración es espontánea, fresca y muy directa, libre de tenebrosas moralinas, y nos invita a acompañarle en el tortuoso camino que nos aleja, sin conseguirlo nunca del todo, del mal.